Geólogos forenses: detectives de la tierra

El Equipo de Geología Forense de la Universidad Nacional de Río Cuarto es pionero en la Argentina y en el mundo en la búsqueda de restos de personas desaparecidas mediante el análisis del subsuelo.

Nadia Luna - Fotos Gentileza G. Sagripanti  
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Agencia TSS – Sospechaban que bajo el cementerio había entierros clandestinos. Primero caminaron por el cementerio hasta dar con una zona que no había sido intervenida por el hombre. Allí excavaron y tomaron nota de cada detalle de las capas geológicas, para obtener un perfil de referencia del lugar. Siguieron caminando. Fue entonces cuando detectaron una obra en el fondo del cementerio que les llamó la atención. “Es para poner un horno incinerador”, les dijeron. Decidieron examinarla. Hallaron varias falencias estructurales que los estimularon a indagar con mayor profundidad. Volvieron a excavar. Compararon los materiales del suelo con el perfil de referencia que habían tomado previamente y encontraron que los materiales estaban mezclados. Se había construido arriba de los cuerpos.

La escena corresponde al cementerio de San Lorenzo, situado en Rosario, Provincia de Santa Fe. Esos “detectives de la tierra” son geólogos forenses de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) y su especialidad es la búsqueda de restos de personas desaparecidas. Se trata de una disciplina relativamente nueva en este campo del conocimiento, ya que recién fue aceptada oficialmente por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas en 2011. En la Argentina, el Equipo de Geología Forense (EGF) de la UNRC es pionero en el país y también en el mundo.

“Nos encontramos con la situación de que en la Argentina no había equipos de geología forense preparados para hacer este tipo de búsquedas. Empezamos a trabajar con antropólogos forenses en lugares que funcionaron como campos clandestinos de detención durante la última dictadura militar y ellos nos manifestaban la necesidad de contar con gente formada para este tipo de investigación. Entonces, nos abocamos a adaptar nuestras metodologías y herramientas”, cuenta a TSS el geólogo Guillermo Sagripanti, coordinador del EGF.

Realización de una tomografía eléctrica en San Javier, provincia de Santa Fe, como apoyo a una investigación
arqueológica de la Universidad Nacional de Rosario.

El equipo se completa con Diego Villalba, de la UNRC; y David Aguilera y Aldo Giaccardi, de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL). Los primeros trabajos, como el del cementerio santafesino, comenzaron en 2004, y posteriormente se extendieron a las provincias de Mendoza, San Luis y Córdoba.

Dos etapas

La metodología aplicada por los geólogos forenses se divide principalmente en dos etapas. La primera consiste en el armado de un inventario con imágenes satelitales, antecedentes, fotografías y otros documentos que aporten información del lugar a investigar, que, en general, forman parte de un causa judicial. “También trabajamos mucho con los familiares de desaparecidos, que nos brindan información fundamental que a veces la propia Justicia nos retacea”, señala Sagripanti.

La segunda etapa corresponde al trabajo de campo. Según las características del lugar, los geólogos eligen cuáles son las herramientas más adecuadas a utilizar. “Si detectamos alguna anomalía, recién ahí empezamos a hacer una excavación, a diferencia de cómo trabaja normalmente la Justicia, al menos en los casos que nos han tocado, que van con una pala mecánica y excavan directamente. Eso puede generar la pérdida de evidencias y además tiene un costo alto”, explica el especialista.

De esta manera, los geólogos forenses literalmente “preparan el terreno” para los arqueólogos y antropólogos, quienes, de haber un hallazgo, se encargarán de exhumar los restos, identificarlos y devolverlos a los familiares que los reclamaban. Por eso, su trabajo suele estar muy relacionado con el del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que se formó en 1984 con el fin de investigar los casos de personas desaparecidas durante la última dictadura militar.

Excavación realizada en la Loma del Torito, sitio próximo al ex centro clandestino de detención La Perla, provincia
de Córdoba.

Una de las herramientas utilizadas por el EGF es la tomografía eléctrica, que consiste en clavar electrodos en el piso e ingresar corriente para obtener una imagen que les permita detectar la existencia de alteraciones en el subsuelo. Sin embargo, Sagripanti indica que la tecnología más eficiente para este tipo de tareas es el empleo de un georradar, que realiza una suerte de ecografía de la estructura del subsuelo. Sin embargo, el equipo no contaba con este tipo de instrumento y por eso elevó el pedido a Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, que recientemente autorizó la compra de uno de estos equipos para el EGF.

Uno de los casos en los que trabaja este grupo de geólogos es en la búsqueda de posibles enterramientos clandestinos en el área del Tercer Cuerpo de Ejército de la provincia de Córdoba, vinculados a la megacausa del centro clandestino de detención La Perla. El EGF hizo un análisis minucioso del lugar durante 10 meses y entregaron un informe al fiscal de la causa, Facundo Trotta, por lo que están esperando ser convocados para realizar la segunda etapa, el trabajo de campo.

Además, trabajan en dos casos de desaparecidos en democracia. Uno es el de Nicolás Sabena, un joven de Río Cuarto visto por última vez el 14 de septiembre de 2008. El otro es el de Mariela Bortot, desaparecida en la localidad cordobesa de Inriville el 25 de enero de 2014, cuando salió a caminar por el barrio y nunca regresó. De hecho, el EGF ya había intervenido en el caso de Alejandro Flores, desaparecido a los cinco años de edad y cuyos restos fueron encontrados en 2008, 17 años después. Por este crimen fueron imputados dos policías acusados de haberlo atropellado y de haber ocultado su cuerpo, que terminaron sobreseídos debido a la prescripción de la acción penal.

Realización de una tomografía eléctrica en Río Cuarto, provincia de Córdoba, por la búsqueda del joven Nicolás
Sabena, desaparecido en 2008.

Si bien el EGF está abocado a este tipo de búsquedas, hay geólogos forenses de otras partes del mundo que trabajan en escenas de crímenes recientes. “Nuestro trabajo está orientado a la ubicación de sitios potenciales de enterramiento y nuestra metodología fue desarrollada puntualmente para esto. Para trabajar en una escena del crimen se levantan otro tipo de evidencias geológicas”, indica el geólogo.

Sagripanti considera necesario incorporar esta nueva especialidad a las carreras de geología, ya que aún no está difundida y cuenta con varias líneas de trabajo. Además de la búsqueda de desaparecidos y de peritar en escenas del crimen, un geólogo forense también puede intervenir, por ejemplo, en un lugar donde se tienen sospechas sobre alguna forma de contaminación ambiental. “Por ahora, nos dedicamos a buscar en el pasado. Pero, a futuro, nuestra idea es empezar a incorporar a gente de otras especialidades, para poder dar respuesta a otros tipos de situaciones”, dice.