La arqueóloga Marcia Bianchi Villelli, especialista en el estudio histórico y arqueológico de la colonización española de la Patagonia, habla acerca de cómo la investigación sobre las dinámicas indígenas y el poblamiento del sur argentino permiten desnaturalizar discursos hegemónicos y la deslegitimación de conflictos sociales que llegan hasta la actualidad.
Agencia TSS – Marcia Bianchi Villelli es doctora en Arqueología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora adjunta del CONICET. Desde hace siete años trabaja en el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (perteneciente al CONICET) en la sede que la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) tiene en Bariloche. Su línea de investigación es la Arqueología Histórica y Urbana, y se especializó en el estudio histórico y arqueológico de la colonización española de la Patagonia a fines del siglo XVIII, en la que indaga sobre la discusión y deconstrucción de las categorías que construyen el mundo moderno.
Actualmente, Bianchi Villelli trabaja sobre la creación y la transformación de los paisajes coloniales en la Patagonia desde una perspectiva comparativa: en el Fuerte San José, en la Península Valdés (Chubut) –entre 1779 y 1810– y en el área de Nahuel Huapi, en los siglos XVI al XVIII. Para la investigadora, una mejor comprensión de las dinámicas indígenas y de las acciones de la Corona española en la Patagonia durante los últimos dos siglos permite desnaturalizar discursos hegemónicos y la deslegitimación de conflictos sociales que llegan hasta hoy. “El Estado argentino está fundado sobre un genocidio indígena que tiene como antecedente inmediato el contexto colonial”, sostiene.
¿Cómo definiría a la arqueología?
La arqueología es una disciplina del área de las Humanidades. Se la podría definir como una disciplina orientada al trabajo con y sobre la construcción del pasado, abordando el rol de la materialidad en la producción de las relaciones sociales pasadas, desde paisajes hasta objetos.
¿Y cuál es su rol en el presente?
En cuanto a la disciplina científica presente, la arqueología es un discurso en disputa sobre el pasado. La producción arqueológica actualmente se encuentra atravesada por distintas apropiaciones de sentido por parte de diferentes actores sociales. Por ejemplo, el estado y sus legislaciones, o el indigenismo y sus reclamos en la región patagónica. Es decir, las ideas de historia, herencia, tradición o descendencia funcionan tanto en los discursos hegemónicos para legitimar situaciones sociales, como las coloniales que yo investigo, como también para correr esos límites y deslegitimar reclamos y reivindicaciones.
¿Qué aporte puede hacer la arqueología al estudio de esas situaciones coloniales en la Patagonia?
A partir de mi experiencia, considero que todavía falta una mayor incorporación de la presencia colonial en el extremo sur de Sudamérica al discurso sobre el pasado desde la perspectiva arqueológica. En este sentido, existen muchas definiciones relacionadas con ese pasado colonial que fueron construidas a partir del Estado-nación del siglo XIX y que primero deben ser visibilizadas para que dejen de ser naturalizadas.
¿Cuáles son esas definiciones?
Una gran parte de la mirada historiográfica de la segunda mitad del siglo XX traslada hacia el pasado las categorías y límites del Estado nacional. Entonces, es necesario generar preguntas previas a la conformación de ese Estado para entender esas dinámicas coloniales. Por ejemplo, hablar del poblamiento costero de la Patagonia del siglo XVIII en términos de asentamientos defensivos, sin relación con el interior patagónico, es el discurso de la “historia marítima” del siglo XX. Pudimos comprobar que esos asentamientos no sólo no eran efectivos para una defensa de la costa ante posibles avances ingleses, sino que encontramos cómo establecieron diversas redes sociales con los indígenas.
¿Qué es la “historia marítima”?
Es la historiografía más tradicional construida por el Estado con el objeto de reafirmar los límites costeros. Su mirada enfatizó determinados procesos y personajes pero comprender esta matriz histórica permite generar nuevas preguntas y atender a otros procesos igual de significativos.
¿Cuáles son las implicancias de los estudios coloniales en el presente?
Lo colonial puede ser leído en diferentes dimensiones. Por un lado, hace tiempo que desde las perspectivas des-coloniales se plantea que la construcción asimétrica entre metrópoli y colonia resulta en una posición periférica y subalterna que aún permanece. En este sentido, echar luz sobre los distintos contextos coloniales bajo estudio colabora con la construcción de una mirada más compleja y que pone en tensión la producción de conocimiento. El estado argentino está fundado sobre un genocidio indígena que tiene como antecedente inmediato el contexto colonial. En el caso de la Patagonia, comprender las acciones de la Corona española, así como las realidades y trayectorias de las comunidades indígenas de los siglos XVII, XVIII y de principios del siglo XIX brinda elementos para entender la matriz histórica que produce activamente muchos sentidos del presente.
¿Por ejemplo?
Las dinámicas indígenas en la Patagonia de los últimos dos siglos muestran altos niveles de complejidad social y política. Esto pone en discusión, por ejemplo, la contradicción discursiva sobre “indios argentinos” o “indios chilenos” que actualmente no solo permanece, sino que ha vuelto a ser utilizada en discursos políticos.
¿Cómo influye vivir en la Patagonia y “ser periferia” en la práctica profesional?
Hoy en día, la producción del conocimiento se sigue disputando desde las relaciones centro-periferia. Estas diferencias estructurales en la generación del conocimiento científico se vuelven a producir entre los centros y las provincias, construidas como “el interior”. Por ejemplo, en el caso de las ciencias sociales en Bariloche, donde hay equipos de amplia trayectoria, a la vez que la consolidación institucional es más reciente a partir de carreras, universidades e institutos. Así, los modos de producción y las condiciones de trabajo son distintas, con muchas desventajas, pero también con oportunidades vinculadas con perspectivas diferentes, en relación con procesos locales que son distintos por el menor tamaño de las ciudades y el anclaje a la territorialidad.
¿Y en términos personales? ¿Qué significa vivir en la periferia?
Estoy en Bariloche por un proyecto familiar y eso transformó mi perspectiva profesional y personal en términos positivos. En toda mi trayectoria lo que siempre funcionó fue la lógica colectiva de trabajo. El apoyo y la construcción del conocimiento desde esa perspectiva siempre maximizó su producción y me permitió superar ciertos momentos personales y ampliar los límites disciplinares y epistemológicos.
¿Cómo influye el hecho de ser mujer?
La disputa entre la construcción colectiva y la individual da cuenta de los modos de trabajar “normados” y las estrategias que los ponen en tensión. Estamos acostumbrados a ver fotos de una científica sola o con su hijo, solos en el trabajo de campo, en la que subyace la construcción del conocimiento masculina y machista.
¿Cómo percibe el estado actual de la ciencia y la tecnología en la Argentina?
Existe una contradicción en la reivindicación de ciencia y tecnología en sí misma, ya que es un discurso que incluye la deslegitimación de las ciencias sociales. Eso vale tanto para la producción y gestión de políticas públicas como por la forma de producción del conocimiento. En este momento estamos afrontando una deslegitimación y ajuste muy fuerte en las ciencias sociales que en general está muy comprometida con los espacios de reivindicación de derechos de distintos actores. Son los casos de la infancia, de las disputas por la tierra y de los derechos humanos, entre otros.
¿Cuáles son los desafíos en este contexto?
Lamentablemente, el escenario hoy en día es la pérdida de un Estado que organice políticas públicas de ciencia y técnica y su correlato de desfinanciamiento. Esto nos lleva a pensar en que debemos sostener los espacios y equipos creados en lugar de proyectar un crecimiento. Es una situación muy dura. No obstante, ya hemos trabajado antes en un estado colapsado, así que buscaremos cómo volver a crecer en conjunto con un proyecto de país soberano. La participación y el diálogo, la redes entre sectores y nodos de todo el país son los espacios que hacen crecer la mirada crítica.
*El artículo de la autora forma parte del trabajo final del Taller de Medios Gráficos de la Especialización en Divulgación de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de la Universidad Nacional de Río Negro.
18 jul 2018
Temas: Arqueología, Bariloche, Ciencia y género, Ciencias social, Estudios coloniales, Historia, Patagonia, UNRN