Fernando Hisas: “Si queremos salir de la pobreza hay que apoyar el desarrollo tecnológico”

El gerente de Proyectos de la CONAE habló con TSS sobre el impacto del ajuste presupuestario en la agencia espacial que hoy concentra todos sus esfuerzos en el satélite SAOCOM, que se lanzará en septiembre y al que considera el proyecto aeroespacial más ambicioso de la Argentina. Las demoras en el Tronador y la contratación de consultoría para comercializar servicios satelitales.

Por Bruno Massare  
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Agencia TSS – Fernando Hisas conoce la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) casi desde su gestación. Formado como ingeniero electromecánico y tras varios años de trabajo en el área de electrónica de la empresa INVAP, Hisas llegó a la CONAE en 1994 –había sido creada en 1991 tras las negociaciones con Estados Unidos durante la desactivación del proyecto Cóndor– para la elaboración del primer plan espacial argentino.

El mes pasado, Hisas trazó un panorama de la actualidad de la CONAE y los proyectos en desarrollo en el marco de una charla organizada por el Programa Interdisciplinario de la Universidad de Buenos Aires para el Desarrollo (PIUBAD) y la Subsecretaría de Relación con Graduados de la Facultad de Ingeniería de la UBA.

Durante el encuentro, del que también participó el economista Paulo Pascuini, uno de los autores del trabajo Al infinito y más allá. Una exploración sobre la economía espacial en argentina, Hisas habló sobre el próximo lanzamiento del primero de los satélites SAOCOM (por Satélite Argentino de Observación Con Microondas), en septiembre próximo, fabricado por la CONAE, las empresas INVAP y VENG, y por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), cuyo principal instrumento es un radar de apertura sintética que lo hace único en su tipo. Además, habló sobre el estado de otros proyectos del organismo, como el lanzador Tronador, los satélites de arquitectura segmentada y la misión SABIA-Mar.

Durante su exposición, Hisas también hizo referencia al impacto que ha tenido la reducción presupuestaria en el organismo durante la gestión del actual Gobierno, un monto que es prácticamente igual en términos nominales al del año pasado (2.420 millones de pesos, apenas 10 millones de pesos por arriba del devengado en 2017) y muy poco por encima de los 1.968 pesos de 2016 y los 1.833 pesos de 2015, si se tiene en cuenta el casi 100% de inflación registrada desde entonces y la alta proporción de gastos en dólares que tiene la CONAE.

Fernando Hisas (izquierda) trazó un panorama de la actualidad de la CONAE y los proyectos en desarrollo en el marco de una charla organizada por el Programa Interdisciplinario de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para el Desarrollo (PIUBAD). Foto: The Nelar.

“Tuvimos que reprogramar proyectos de acuerdo con las prioridades que establece el Gobierno. Entonces, nos concentramos en la misión SAOCOM y el resto sigue con el ritmo que permiten los recursos escasos, a la espera de que esto se revierta”, dijo durante la charla, y consideró que “si queremos salir de la pobreza hace falta apoyar el desarrollo tecnológico y generar más trabajo de calidad”.

Algunas semanas después, Hisas recibió a TSS en las oficinas de la CONAE en el barrio de San Telmo, en una entrevista a la que se sumó Raúl Kulichevsky, director ejecutivo adjunto de la CONAE.

¿Cuándo se lanzará el SAOCOM 1A? ¿Qué queda por hacer?

Kulichevsky: Hemos reservado el mes de septiembre con SpaceX, que es la empresa a cargo del lanzamiento, por lo que hay un compromiso establecido. En junio tendremos que definir una semana y, en principio, vamos a plantear que sea durante la primera semana de ese mes.

Hisas: El satélite está prácticamente terminado y falta la última fase de ensayos en CEATSA, que es el único lugar en Sudamérica con la capacidad para realizar ensayos en un satélite del tamaño del SAOCOM, o de los ARSAT en su momento. Quedan algunas cosas para ajustar pero todavía tenemos un par de meses por delante.

¿Qué lugar ocupa el SAOCOM en el historial de proyectos de la CONAE?

Hisas: Uno podría decir que, en tecnología aeroespacial, es el proyecto más ambicioso que ha encarado la Argentina. El SAOCOM va a formar parte del SIAGE (Sistema Ítalo Argentino para Gestión de Emergencias) y es un satélite de las ligas mayores a nivel internacional. Si bien es difícil comparar con el área nuclear, ya que son campos muy diferentes, por la envergadura y complejidad del proyecto se lo podría considerar al mismo nivel de lo logrado en la Argentina en ese campo, donde se alcanzó un grado de aprendizaje y madurez muy alto en el dominio de la tecnología.

Satélite SAOCOM 1A completamente integrado (antena radar con plataforma satelital) en CEATSA/INVAP, en Bariloche. Fuente: Prensa CONAE.

Kulichevsky: El SAC-D Aquarius D pesaba alrededor de 1.600 kilos y acá estamos hablando de casi el doble, pero no es solo una cuestión de tamaño, ya que en el desarrollo de la tecnología de radar que llevará el SAOCOM partimos casi desde cero. Tomamos dimensión de lo que logramos cuando recibimos visitas del exterior y eso se refleja también en el interés que hay por contar con los datos que proveerá el SAOCOM, como el que han manifestado la NASA y la Agencia Espacial de Corea. Es un satélite que permitirá la medición de humedad en el suelo y actualmente no existe otro igual en el mundo.

Recientemente se aprobó la revisión del diseño de la misión SABIA-Mar. ¿Qué implica esto? ¿Hay presupuesto para empezar a construirlo?

Hisas: La revisión, que se hizo con especialistas externos al  proyecto, implica que llegamos al final del diseño de detalle, lo que se conoce como Critical Design Review (CDR). SABIA-Mar es un proyecto de dos satélites de observación en cooperación con Brasil y la idea era que el primero lo hacíamos nosotros y el segundo ellos, pero del lado brasileño el proyecto está parado. En cuanto a la construcción, depende de los recursos que tengamos, porque el SAOCOM está demandando mucho dinero y habrá que revisar los cronogramas de ejecución, ya que antes de fin del año que viene se lanzará el segundo SAOCOM.

Kulichevsky: Es un satélite más chico y cuyo instrumento principal son cámaras ópticas, pero con determinadas características que nunca han sido desarrolladas en la Argentina. Entonces, por más que sea un satélite de menor complejidad que el SAOCOM, la CONAE no sale a comprar una cámara al exterior, sino que la queremos desarrollar acá y eso implica un desafío tecnológico.

¿Quién puede hacerlo en la Argentina?

INVAP tiene capacidades bastante importantes para desarrollo óptico y un camino hecho con nuestras misiones, ya que las cámaras siempre las hemos hecho con ellos, aunque eso no quita que el día de mañana abramos el juego. También hay centros del CONICET en condiciones de hacer desarrollos de avanzada, como el Centro de Investigaciones Ópticas de La Plata (CIOP), que es de muy alto nivel y viene trabajando con nosotros, no para la parte productiva, pero sí para el desarrollo inicial.

¿Cómo se financia la misión SABIA-Mar?

Hisas: Con fondos del Tesoro, pero con una parte importante de financiamiento de la CAF (Corporación Andina de Fomento). Esto implica un monitoreo externo del avance del proyecto, que también se da con el SAOCOM, que tiene financiamiento parcial del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y de la Agencia Espacial Italiana.

¿En qué estado se encuentra el desarrollo del lanzador satelital Tronador ante las restricciones presupuestarias? ¿Por qué decidieron finalizar el desarrollo de vehículos experimentales?

Kulichevsky: Inicialmente, se había previsto que iba a haber otra versión del VEX, el vehículo experimental, pero posteriormente nos pareció más lógico enfocarnos en el diseño del prototipo final. Se completó la parte de requerimientos globales del lanzador, de los que se han derivado otros para cada subsistema: para propulsión, para estructura y para control de guiado, entre otros. Los equipos técnicos del Tronador están trabajando en la ingeniería básica de cada uno de los subsistemas y esperamos tener en algún momento de este año una revisión. Algunos subsistemas, como el de guiado y control, están más adelantados que otros. La parte estructural es muy dependiente de las características que tengan los motores.

«Seguimos con el objetivo de que el Tronador use un motor nacional», dice Hisas.

¿Hay negociaciones para usar motores rusos de la empresa NPO Ergomash? ¿Qué va a pasar con el desarrollo de motores en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata?

Kulichevsky: Sí, estamos analizando una posible colaboración. Los rusos son líderes internacionales en motores para distintos modelos de lanzadores satelitales y entonces la posibilidad es atractiva y nos permitiría no salir a inventar la pólvora y avanzar más rápido. Nos visitó una delegación de Rusia, la posibilidad está abierta y estamos en conversaciones, pero por ahora no hay una definición. Nuestra idea de colaboración es que no queremos una caja negra, implica alguna transferencia de conocimiento del desarrollo para uno poder seguir andando ese camino y en principio creemos que es algo que se puede acordar.

Hisas: Tampoco implica que uno renuncie a hacerlo en el país, pero sucede que esto baja riesgos en las primeras etapas y acorta los plazos, aunque seguimos con el objetivo de que el Tronador use un motor nacional.

El director de la CONAE, Conrado Varotto, había dicho que a fines de este año iban a tener un vehículo prototipado

Kulichevsky: Fue un poco optimista, no creo que este año estemos en condiciones de tener un prototipo.

¿La traba es tecnológica o presupuestaria?

Kulichevsky: Este año estamos concentrados en el SAOCOM. Todos los recursos que tenemos van a lo que necesita ese proyecto para poder lanzarlo en septiembre. Lo mismo pasa con el SABIA-Mar… (suspira), ya que postergamos parte de los trabajos que teníamos planificados. Más allá de las restricciones, uno se va a encontrando con los desafíos que presenta todo desarrollo tecnológico complejo y resolverlos puede llevar más tiempo de lo calculado. Así que tiene que ver con los recursos pero también con el desafío tecnológico.

Hisas: Además, el primer lanzamiento requiere una inversión muy grande en aspectos como la plataforma de lanzamiento, los sistemas de telemetría y guiado, y el centro de control de la misión. Esta inversión después se reduce, pero hay que poder llegar a esa instancia.

La CONAE elaboró un plan espacial que está a la firma del Poder Ejecutivo desde el año pasado. ¿Van a redefinirlo debido a las demoras en los proyectos?

Kulichevsky: Siempre estamos trabajando en el plan espacial, revisando los objetivos y los plazos establecidos en función de cómo avanzamos. Sigue siendo, en líneas generales, lo que teníamos planteado y, en la medida en que los recursos presupuestarios se vayan liberando, entonces parte de las tareas podrán tener otro ritmo del que tienen ahora. Sí, estamos charlando con la gente del MINCYT para reconsiderar algunas de las cosas del plan espacial.

¿Qué tan amplia es la brecha tecnológica en lanzadores satelitales? ¿Se puede ser competitivo frente a empresas como SpaceX?

Kulichevsky: Obviamente que hay una brecha, pero depende con quién te compares. ¿Quién otro hace lo que hace SpaceX? Está claro que no nos podemos comparar ni desde la tecnología ni desde los recursos. Está el mito que dice “a eso lo desarrolla el sector privado”, pero SpaceX recibió contratos con la NASA por 1.600 millones de dólares para el desarrollo del Falcon 9. Si tengo el respaldo de la NASA y 50 lanzamientos asegurados, es una ventaja muy fuerte y este es un sector muy influenciado por la inversión. Pero también hay casos como el de India, que desarrolla lanzadores con un presupuesto mucho más bajo y son exitosos, por lo que no hay un único modelo ni propósito. El Falcon 9 o el Falcon Heavy de SpaceX no fueron hechos pensando en un satélite de 250 kilos, sino que están pensados para otra cosa, están mirando a Marte.

Según Kulichevsky (derecha), «está el mito que dice ‘a eso lo desarrolla el sector privado’, pero SpaceX recibió contratos con la NASA por 1.600 millones de dólares para el desarrollo del Falcon 9».

¿En qué etapa está el desarrollo de la serie SARE, de arquitectura segmentada? Había sido planteado como un proyecto paralelo al Tronador.

Hisas: Seguimos trabajando en todo lo que tiene que ver con arquitectura segmentada. Hoy en día buscamos resolver, todavía desde el punto de vista teórico, ciertos desafíos que tendremos como vuelos en clúster y comunicación intersatelital. El objetivo es que tanto la serie SARE como el Tronador puedan converger temporalmente en algún momento, pero no condicionamos el desarrollo de uno al otro y cada proyecto tiene su equipo de trabajo.

¿El financiamiento del programa FONARSEC que se asignó en octubre del año pasado para el desarrollo de partes satelitales está pensado para la arquitectura segmentada?

Hisas: Sí, está pensado para segmentada y satélites chicos. Los proyectos son para el desarrollo de baterías, Gimbal (para posicionamiento de antenas), detonadores y actuadores (sistema de separación), módulo de CPU y componente de entrada y salida.

Durante la charla en la Facultad de Ingeniería mencionó tres proyectos de I+D que van a lanzar para el desarrollo del Tronador. ¿Cuáles son?

Hisas: Dos tienen que ver con distintos procesos en materiales compuestos de carbono y el tercero tiene que ver con desarrollar capacidades en un sistema de pulvimetalurgia, es decir, la fabricación de piezas en lo que es una especie de impresora 3D de metales, a través de la electrodeposición. Esto permite crear piezas que serían imposibles de tornear por la forma requerida o el material que se necesita. Son capacidades que hoy no están en la Argentina, hay que desarrollarlas. Todavía no se lanzó esta convocatoria por algún tema financiero, pero esperamos que pronto podamos hacerlo. La diferencia es que acá no se quiere terminar en un producto, sino en el dominio de una tecnología.

La CONAE siempre ha puesto el foco en desarrollar proveedores locales y, según un informe de la propia institución, cuenta con alrededor de 70, en su mayoría pymes. ¿Cómo impacta la menor inversión y la demora en los proyectos?

Kulichevsky: Siempre que hay un parate en los proyectos es inevitable que las empresas sufran. No sabría decir el impacto en cada una, pero existe. Nosotros intentamos encontrar herramientas para mitigar ese impacto y que el recurso humano, que es el que más cuesta desarrollar, no desaparezca, porque una vez que se perdió hay que arrancar desde cero. Tratamos de apoyarlos reemplazando algún proyecto más grande con otro más chico, que les permita mantenerse hasta que volvamos a otra dinámica.

Hisas: También depende de lo diversificado que esté el proveedor, si está muy especializado en una línea o si tiene un perfil más abierto. INVAP sufrió un bajón importante en la parte espacial con la suspensión del ARSAT-3 pero le salió la venta del reactor a Holanda. Entonces, de alguna manera se producen migraciones dentro de la empresa que ayudan a compensar y sostener recursos humanos.

Sin embargo, tanto INVAP como las pymes de Bariloche que trabajan con ellos están sufriendo la suspensión de proyectos.

Hisas: Sí, INVAP está en un momento de ajuste. Yo lo viví en la empresa en los noventa, cuando estaba en la División Electrónica y recuerdo que tuvimos que reducir un montón, fue una época más difícil, la empresa pasó de 1.200 personas a menos de 400, fue un ajuste terrible. Esperemos que eso no pase. También creo que la empresa está posicionada de manera diferente, tiene otra madurez y otra visibilidad.

«Siempre que hay un parate en los proyectos es inevitable que las empresas sufran», dice Kulichevsly.

¿En qué consiste el estudio de consultoría externa que encargó la CONAE?

Hisas: Buscamos una orientación sobre hacia dónde va el mercado de servicios espaciales. El origen de esto es el interés que ha despertado la misión SAOCOM y, de hecho, los italianos crearon una empresa para comercializar servicios y a nosotros nos interesa jugar un rol simétrico. Entonces, se definió con el MINCYT que fuera VENG –la empresa controlada por la CONAE a cargo del proyecto Tronador– la responsable. La consultora (Euroconsult) viene a jugar en un momento interesante en el que la posibilidad de vender servicios, no solo del SAOCOM y de información satelital, sino de proveer, por ejemplo, servicios de lanzamiento o de satélites a nivel país, tiene un potencial importante.

Durante este Gobierno, la contratación de consultoría privada en organismos públicos, como en el caso del INTI, terminó en propuestas que resultaron un vehículo para suspender programas, achicar el organismo y despedir trabajadores. 

Hisas: No es el espíritu de esta iniciativa. Acá se hizo una licitación pública internacional que ganó esta empresa, con un espíritu de complementariedad, de agregar actividades que hoy no tenemos y con el aporte de VENG para ir un poco más allá de lo que hoy ofrecemos. Son actividades que exceden a la CONAE, por eso la idea es que VENG pueda dar ese paso adicional, pero ellos tampoco tiene el know how sobre cómo salir al mundo, entonces necesitamos una mirada sobre cómo hacerlo.

En términos de mercado, lo que se percibe es la llegada de cada vez más empresas al sector satelital mediante el uso de satélites pequeños. ¿Qué podemos esperar de este avance del sector privado por sobre lo que antes era dominio casi exclusivo de las agencias espaciales estatales?

Hisas: Hay un mercado nuevo, el de acercarse al tiempo real. Hay dos grandes rubros en satélites civiles: teleobservación y comunicaciones digitales. En el primero, la idea es que cuando entres a Google Maps, en vez de que ver una foto de hace un año, veas una de hace una hora. Para ofrecer eso hace falta algo diferente a lo que hoy existe, inclusive, desde la forma en que se piensa un proyecto. La única manera es tener una telaraña de satélites alrededor de la Tierra y eso requiere tener que producir y reponer satélites de manera constante. Eso lleva a otro estándar, el de la producción en serie, que da la posibilidad de bajar los requerimientos de confiabilidad. Si deja de funcionar un satélite no pasa nada, se reemplaza. Eso es totalmente diferente a la visión tradicional de una misión satelital, con requerimientos de calidad enormes porque nada puede fallar. Son mercados con clientes distintos: no es lo mismo una imagen satelital coloreada para Google Maps que si se necesita medir la radiometría de cada píxel y trabajar con algoritmos para analizar cultivos. Para esto último, todavía se necesitan instrumentos complejos y satélites de 500 kilos. Además, para un país como la Argentina tiene sentido que exista una agencia espacial que establezca un estándar y una cultura de trabajo que pueda derramar en otros sectores. En un país en el que a veces parece que todo se puede atar con alambre es importante poder mostrar que hay que trabajar de una determinada manera si queremos venderle cosas al mundo.

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