Grupos de investigación del CONICET en el Instituto Leloir y en la UBA trabajan en una vacuna contra la brucelosis porcina. Esta enfermedad, que se transmite de animales a humanos, no tiene cura y no hay vacunas para cerdos ni humanos. Las pruebas realizadas en ratones muestran avances promisorios para desarrollar una inmunización pero la desinversión en ciencia del Gobierno impide seguir avanzando.
Agencia TSS – La brucelosis es una enfermedad causada por una bacteria que tiene un gran impacto económico en la Argentina porque infecta al ganado bovino, caprino y porcino. La enfermedad puede ser transmitida a humanos y, si bien hay disponibles vacunas para vacas y cabras, no existen inmunizaciones para ser aplicadas en cerdos ni en personas, por lo que constituye un importante problema de salud pública.
En cerdos, esta enfermedad causa inflamación de los órganos sexuales, lo que lleva a abortos e infertilidad, además de inflamación en las articulaciones. Cuando es transmitida a los humanos, en las personas causa fiebre, sudoración y dolores. La brucelosis se puede transmitir por consumir productos no pasteurizados o por aerosoles (pequeñas partículas suspendidas en el aire) pero no se transmite entre personas. En todo el mundo, se reportan alrededor de medio millón de casos anuales.
Grupos de investigación del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET-Fundación Instituto Leloir) y en el Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (IDEHU, CONICET-UBA) presentaron un avance en su investigación hacia el desarrollo de una vacuna contra la brucelosis porcina, que fue publicado recientemente en la revista Frontiers in Immunology.

Cuando las bacterias crecen en un medio líquido desprenden vesículas extracelulares, que son fragmentos de su envoltura. Estas vesículas son propias de cada bacteria, por lo que tienen una composición propia de esa membrana bacteriana. Lo que se probó en la investigación del CONICET –realizada en ratones– es que hay respuesta inmunológica a esas vesículas, por lo que se aislaron y se pueden usar para el desarrollo de una vacuna, ya que no tienen la capacidad de transmitir la infección.
Por ejemplo para Brucella abortus, la bacteria que afecta a las vacas, se usa la bacteria atenuada como vacuna, pero su atenuación no sirve para humanos. Otra ventaja de usar estas vesículas es que son fáciles y baratas de producir en laboratorio, por lo que son un candidato ideal.
Los cerdos salvajes son un reservorio importante de brucelosis. Se esperaría que poder reducir la enfermedad en animales de granja, controlados, ayude también a bajar la carga viral de los animales salvajes. La investigadora Magalí Bialer, autora del trabajo, explicó a TSS: «Si tenés un foco de infección, como puede llegar a pasar con animales de granja, adonde hay mucha cantidad de animales en un espacio pequeño y se puede propagar rápidamente, es un caldo de cultivo para que eso prolifere. Si tenés controlado el ganado no quiere decir que se va a erradicar completamente la enfermedad pero sí la diseminación de la bacteria al ambiente natural, lo cual es una ventaja para los cerdos silvestres y para el humano que está en contacto con los animales”.

Para mejorar la actividad inmunológica se usaron vesículas de una bacteria modificada genéticamente en el laboratorio que no expresa una proteína de la membrana de la célula. Las vesículas que libera esta bacteria modificada generan una respuesta inmunológica mayor que la hace ideal para su uso como vacuna. En ganado bovino hace muchos años que existen vacunas contra brucelosis pero en cerdos ha sido siempre difícil conseguir una vacuna porque su sistema inmunológico es diferente y no han funcionado los métodos usados en otros animales.
Hasta el momento, la técnica desarrollada por el grupo de investigación se ha aplicado en ratones de manera exitosa y también en sueros de cerdos infectados con brucelosis. “Me encantaría decir que lo que sigue es probar en el huésped natural, para ver cómo es su respuesta inmune. Debería ser lo que sigue, pero hoy estamos muy limitados en presupuesto y en posibilidades de hacer esto”, se lamentó Bialer. De momento, no hubo contactos con laboratorios privados interesados en seguir con la investigación, aunque en las etapas iniciales un laboratorio había mostrado su interés.
El proyecto se financió con un subsidio PICT de la Agencia I+D+i, y fue llevado a cabo por un equipo del IIBBA del Instituto Leloir liderado por Ángeles Zorreguieta y otro del IDEHU de la UBA, dirigido por Pablo Baldi y Mariana Ferrero. “Los recortes de presupuesto de ciencia del último año nos han afectado muchísimo. La otra autora del trabajo, que es Florencia Muñoz González, se fue a trabajar a la industria privada, lo cual dificultó mucho terminar la investigación. En cuanto al financiamiento, tenemos mil cosas que nos gustaría probar y avanzar con la investigación pero es difícil proyectar esto, me gustaría decir que lo próximo que vamos a hacer será probarlo en cerdos pero son cosas que son caras, difíciles de hacer y hoy no tenemos financiamiento para esto, así que afecta muchísimo. Estos trabajos salen ahora pero son fruto de muchos años de trabajo, de financiamiento y de años de formación de la gente. Hoy sale a la luz este primer logro y no podemos decir que se vaya a avanzar porque no hay plata y es muy triste. Son procesos largos y si no hay continuidad en ciencia y tecnología no se puede llegar a los frutos”, expresó Bialer.
02 may 2025
Temas: Brucella, Brucelosis, CONICET, IDEHU, IIBBA, Inmunología, Instituto Leloir, UBA, Vacunas