COVID-19: Las vacunas son ajenas

Un informe de la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud (RAIIS) analiza la geopolítica de las vacunas y aborda los problemas en el acceso por parte de los países con menos recursos. Algunas razones son el escaso poder de negociación, las barreras de propiedad intelectual y la falta de integración regional.

Por Nadia Luna  
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Agencia TSS — Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 75% de las dosis administradas de vacunas para coronavirus está concentrado en diez países. “Mientras no se ponga el foco en la salud como derecho y en el derecho de los pueblos a acceder a la vacuna en tanto bien público global, solo van a poder acceder aquellos países con mayor capacidad de negociación y de pago, como de hecho está sucediendo”, advierte el informe “Vacunas contra la COVID-19. ¿Bienes públicos o de mercado?” elaborado por la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud (RAIIS).

En el artículo, las y los especialistas reflexionan sobre el panorama geopolítico de las vacunas y abordan cuestiones como la desigualdad en el acceso a un bien escaso y crucial para combatir la pandemia, el margen de acción que tienen los países frente a los intereses del mercado y el lugar que ocupa América Latina en la disputa global.

Algunas de las dificultades para el acceso tienen que ver con la falta de recursos económicos y un menor poder de negociación de muchos países, problemas de logística y la falta de otorgamiento de una exención temporaria en los derechos de propiedad intelectual, de manera de poder democratizar el conocimiento sobre su desarrollo.

“La pandemia visibiliza y amplía las desigualdades que ya existían. Si bien las enfermedades no conocen fronteras, impactan de distinta manera. Lo mismo sucede con las vacunas. Hay países que tienen más vacunas que las que necesitan y otros que aún no saben cuándo podrán acceder a ellas. También hay condiciones desiguales para quienes acceden: Sudáfrica estaba pagando el doble que la Unión Europea (UE) por la misma vacuna y el argumento era que la UE había invertido en investigación. Lo que no se decía es que Sudáfrica había puesto el cuerpo para los ensayos”, explicó a TSS la doctora en Ciencias Sociales, María Belén Herrero, investigadora del CONICET en FLACSO y una de las autoras.

La vacunación en el mundo

Dosis administradas. Se considera una sola dosis por cada 100 habitantes. Gráfico: Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud.

Según señala el informe, de recibir las dosis solicitadas, la UE podría vacunar dos veces a su población, el Reino Unido y Estados Unidos podrían hacerlo cuatro veces, y Canadá (el país con más dosis reservadas) seis veces.También remarcan que si la distribución continúa siendo tan desigual 9 de cada 10 países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la COVID-19 el próximo año. “Uno de los principales problemas es la escasez: todos los países necesitan el mismo bien en el mismo momento. A esto se le suman otras variables, como que la vacuna, lejos de ser un bien público global, como se anunció en los inicios de la pandemia, terminó siendo un bien bajo las reglas del mercado”, afirma Herrero.

Entre quienes tienen la capacidad de fabricar el bien escaso, la actitud hacia el resto del mundo varía. China y Rusia, por ejemplo, realizaron numerosos acuerdos para proveer a países de menores recursos. Por su parte, Oxford y AstraZeneca se comprometieron a proporcionar el 64% de sus dosis a las poblaciones de los países en desarrollo. En cambio, Pfizer y Moderna (cuyas vacunas son las más caras) han destinado casi toda su producción a Estados Unidos, la UE, Canadá, Suiza y Japón. Además, ponen exigencias muy altas que terminan truncando los acuerdos. En la Argentina y Brasil, por ejemplo, Pfizer pidió que los activos soberanos se pusieran como garantía para cubrir posibles costos legales futuros.

Otra de las principales trabas en el acceso a las vacunas son los derechos exclusivos que otorgan las patentes a favor de las grandes farmacéuticas. Por eso, India y Sudáfrica presentaron una propuesta a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que se apruebe una exención temporaria de los derechos de propiedad intelectual para los medicamentos y productos sanitarios durante la pandemia. En América Latina, la Argentina, Venezuela y Nicaragua expresaron pleno apoyo, mientras que Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador y El Salvador propusieron discutirla. En tanto, Brasil se opuso. “El debate se bloqueó por segunda vez y la próxima fecha para retomarlo es el 10 de marzo. Un dato no menor es que los países que se oponen a la exención de la propiedad intelectual son los que hoy se llevan el 60% de las vacunas administradas”, indica la investigadora.

Si bien todo lleva a que las vacunas terminen siendo un bien privado, la gran mayoría se desarrollaron total o parcialmente con financiamiento público. Según el informe, Moderna recibió casi 2500 millones de dólares del gobierno de Estados Unidos, a cambio de que el total de las primeras dosis fueran para ese país. Por su parte, Johnson & Johnson recibió 1.500 millones de dólares; Pfizer/BioNTech, 2.500 millones de dólares; y Novavax/Serum Institute de India, casi 2000 millones de dólares. Pfizer recibió un subsidio del gobierno alemán y posteriormente de Estados Unidos y la UE en compromisos de compra, y la vacuna de AstraZeneca recibió financiamiento público de Estados Unidos y la UE.

En el medio, también se han lanzado algunas iniciativas globales que buscan ampliar el acceso a las vacunas. Una es el mecanismo COVAX, codirigido por la Alianza Gavi para las Vacunas, la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) y la OMS, donde participan más de 180 países. “El objetivo es brindar un acceso más equitativo, tanto en acuerdos de compra y de distribución, sobre todo a los países en desarrollo. El problema es la limitación que está teniendo para adquirir la cantidad de vacunas necesarias, estimadas en 2000 millones de dosis”, apunta Herrero. También hubo una iniciativa impulsada por el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, para el Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP), pero no recibió el apoyo que ha recibido COVAX.

Vacunación y asimetrías globales

Dosis administradas. Se considera una sola dosis por cada 100 habitantes. Gráfico: Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud.

El lugar de América Latina

En América Latina, considerada la región más desigual del mundo, el promedio de vacunación por el momento es de una dosis cada 100 habitantes, mientras que en América del Norte es de siete dosis por cada 100. A su vez, la situación es muy dispar entre los países de la región. Son poco más de una decena los que empezaron a vacunar, entre los que se cuentan la Argentina, México, Chile, Brasil, Bolivia, Ecuador, Panamá y Costa Rica, y más recientemente se sumaron Colombia, Perú, Uruguay y El Salvador.

Mientras tanto, la vacuna Soberana 02 de Cuba está entrando en la fase final de ensayos. Algunas vacunas parecen más apropiadas para la región que otras, como la de AstraZeneca, que no es cara (unos 3-4 dólares por dosis, contra los 50 que cuesta la de Moderna) y es fácil de almacenar (a diferencia de la de Pfizer, por ejemplo, que precisa una refrigeración de -80°C). Además, México y la Argentina la están produciendo de forma local para los países de la región.

Según el informe de la RAIIS, un factor que dificulta el acceso a las vacunas es la falta de mecanismos de cooperación regional. “La pandemia irrumpió en un escenario de fragmentación en la integración y profundizó las crisis económicas y políticas que venían atravesando los países. La UNASUR ya no estaba más y no hay un actor regional que haya podido asumir el liderazgo para articular acciones colectivas”, explica Herrero. De todos modos, señala que hubo algunos intentos. El Sistema de Integración Centroamericana (SICA) trabajó en fortalecer estrategias de vigilancia colectiva y el MERCOSUR movilizó fondos para comprar insumos sanitarios.

Para la investigadora, retomar el camino de la integración regional es clave para reducir asimetrías en el acceso a las vacunas y convertir a la región en un jugador de peso en el escenario global. “No tengo dudas de que si la región estuviera más articulada y se aplicaran los mecanismos que ya tenemos, como el MERCOSUR, el SICA y la CELAC, eso serviría para mejorar la capacidad de compra conjunta, negociar precios y compartir rutas para agilizar la distribución. De esta manera, se aprovecharían mejor las fortalezas de cada país para potenciar las capacidades regionales”, finalizó Herrero.


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