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Agencia TSS – “No se puede pensar una Argentina distinta sin el aporte de las ciencias sociales”, afirmó el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT), Daniel Filmus, durante el cierre de las jornadas de reflexión y debate sobre los resultados obtenidos a través de la convocatoria PISAC Covid-19, uno de los proyectos de investigación en Ciencias Sociales más ambiciosos iniciados durante la pandemia, del que participan más de 200 investigadores de 18 instituciones académicas de todo el país, organizados en seis subredes según áreas temáticas. “Tenemos que lograr avanzar en las investigaciones al tiempo en que vamos desarrollando las políticas públicas e ir corrigiéndolas mientras las vamos aplicando”, dijo Filmus durante el encuentro. El titular del MINCYT recordó que, inicialmente, el Programa de Investigación de la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC) surgió en el año 2009, en respuesta a un ministro (el entonces titular de la cartera de Ciencia, Lino Barañao) que por entonces afirmaba que “las ciencias sociales eran más especulación que ciencia”.

La convocatoria PISAC COVID 19 fue lanzada en el año 2020, por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), con el objetivo de desarrollar investigaciones en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas que pudieran aportar datos relevantes para enfrentar la crisis provocada por la pandemia. Tras dos años de trabajo, los resultados fueron presentados en una jornada de reflexión y debate que se desarrolló este martes, en el Centro Cultural Kirchner. El encuentro reunió a más de 600 participantes presenciales, entre investigadores y funcionarios, expositores, comentaristas y oyentes, y fue seguido por más de 1700 personas de manera remota, por el canal virtual.

“La decisión de este Gobierno fue generar evidencia y trabajar en conjunto con cientistas sociales, para pensar escenarios, conductas y situaciones, y poder tomar decisiones. No hay nada más importante para un investigador, que su trabajo pueda tener impacto en el bienestar de la sociedad. Eso es algo que tenemos que valorar muchísimo pero que también hay que institucionalizarlo, para que no solo dependa de las personas o de la sinergia entre dos ministerios”, afirmó la ministra de Salud, Carla Vizzotti, durante el encuentro.

El antropólogo social Alejandro Grimson, quien también es asesor presidencial, coincidió en la relevancia de potenciar el vínculo entre las Ciencias Sociales y los tomadores de decisión. “Creo que toda esta producción plantea un desafío gigantesco, que es el de la traducción entre esos dos mundos, si bien hay personas que son una suerte de híbrido entre la gestión pública y el trabajo político”, afirmó.

A diferencia de otras convocatorias PISAC, esta última dedicada al COVID 19 se caracterizó por vincular a investigadores de todas las provincias del país para fortalecer su impronta federal, por promover liderazgos jóvenes en los proyectos y por garantizar la participación y los enfoques de género en los equipos de trabajo. De hecho, por primera vez en una convocatoria de este tipo, más del 50% de los grupos de investigación estuvo coordinado por mujeres.

“La Agencia entendió que la promoción tenía que ir más allá de convocar y financiar, también tenía que generar un ámbito de diálogo entre los que estaban viendo la situación con su perspectiva histórica y teórica, y quienes estaban tomando decisiones en un momento tan difícil”, agregó Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i, y comentó que también armaron mesas de diálogo, muchas veces virtuales, en las que participaron legisladores y ministros, para escuchar las conclusiones que los distintos equipos de trabajo iban aportando.

Percepciones y respuestas sociales a la pandemia

“Ante el futuro próximo, desde las ciencias sociales no solo tenemos la enorme responsabilidad de poder interpretar las problemáticas sociales y colectivas, sino también de hacer recomendaciones de políticas públicas para que efectivamente, esta realidad que desde la interpretación puede ser valorada como negativa, también pueda ser transformada”, le dijo a TSS Roberto González, profesor e investigador de la Universidad Nacional de Villa María, director responsable del proyecto sobre femicidios en contexto de pandemia, factores de riesgo, respuesta institucional y políticas públicas de nueve provincias de la República Argentina.

Ese proyecto se encontraba incluido dentro del eje de trabajo sobre seguridad, violencia y vulnerabilidades. Otros ejes abordados fueron: identidades políticas, comunicación, género y experiencias en los territorios; transformaciones sobre el mundo educativo y perspectivas sobre sus desigualdades; mundo del trabajo y transformaciones en las desigualdades laborales y de ingresos; Estado y políticas públicas, bienes públicos y bloques regionales; y Salud, tareas de cuidado y relaciones de género.

“Este PISAC nos permitió multiplicar los vínculos entre diversas agencias universitarias y no universitarias de todo el país”, agregó el investigador del CONICET Ramiro Segura, que es profesor en las universidades nacionales de La Plata y de San Martín, y considera que la relación entre políticas públicas y resultados directos de las investigaciones es una interfaz “fundamental”, que se debe seguir “potenciando y enriqueciendo”.

En su trabajo para esta convocatoria, Segura buscó comprender cómo fue la experiencia social de la pandemia en áreas periféricas de ciudades del interior del país, y junto a su equipo de investigación detectaron que la política pública tuvo un conjunto de ideas más o menos sedimentadas sobre cómo enfrentar la pandemia, qué significaba estar en casa y cómo es la vida en la ciudad, que no necesariamente se correspondían con la experiencia social y con los espacios que habitaba una parte importante de la sociedad.

Otro dato relevante sobre el comportamiento, en este caso en zonas rurales, lo aportó el equipo coordinado por la investigadora Valeria Hasan, de la Universidad Nacional de Cuyo, que detectó que el confinamiento en determinadas zonas no fue tal, ya que las personas estuvieron muy poco recluidas, lo que generó maneras diferentes de relacionarse y propició actividades distintas. “Si bien no estuvieron confinadas como estuvimos en las ciudades, en la zona rural de Mendoza no podían trasladarse como lo hacían eventualmente, lo que produjo actividades nuevas de la economía popular, una manera diferente de cuidarse, del cuidado de sí y del cuidado de las otras personas y grupos”, ejemplicó Hasan, que estudió las narrativas emergentes en la vida cotidiana desde los estudios feministas.

Otro caso es el de las creencias y representaciones sociales vinculadas con la pandemia, los cuidados que había que tener o no y las medidas más apropiadas a seguir. Al respecto, el grupo coordinado por Javier Balsa detectó que la mayoría quería mayores cuidados y no menos, como se construía desde los medios y la opinión pública. “Las Ciencias Sociales pueden ayudar a la ciudadanía a tomar conciencia de cómo está pensando la mayoría, cómo piensa la minoría y adónde está la legitimidad de las medidas. Ese es uno de los puntos más importantes: reconocer las conductas positivas que desarrolló mucha gente, valorarlas y apostar a un debate ciudadano más intenso”, afirmó el investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). En base a los resultados que obtuvieron, Balsa considera que uno de los errores durante la pandemia y la pospandemia fue no abrir instancias de debate, académico y con la ciudadanía. “¿Qué habría que hacer y qué tendríamos que haber hecho? No lo discutimos antes y tampoco abrimos instancias para discutirlo después, no lo abrió el Gobierno ni los medios de comunicación masivos, pero tampoco supimos abrirlo desde las instancias académicas ni de participación militante”, concluyó.