Científicas, becarias y directoras de institutos de investigación se dieron cita en el Centro Cultural de la Ciencia para reflexionar sobre los logros alcanzados en igualdad de género y las luchas que aún quedan por conquistar, entre ellas, el techo de cristal y la desigual distribución de las tareas de cuidado.
Agencia TSS – “Cuando ingresé al CONICET, la cuestión de género ni siquiera era un tema. No nos dábamos cuenta de que nos estaban discriminando. Me acuerdo que, cuando estudiaba en la facultad, el titular de Química Analítica Cuantitativa, en la primera clase, nos miró y dijo ‘qué bueno que haya muchas mujeres porque cuando abandonan son buenas cocineras’. Y nadie dijo nada, algunos rieron y seguimos la clase”, contó la presidenta del CONICET Ana Franchi, durante una jornada que se realizó este lunes en el Centro Cultural de la Ciencia.
El simposio “La igualdad de género en las instituciones de ciencia, tecnología e innovación y de educación superior: avances, reflexiones y propuestas” convocó a científicas, becarias, gestoras y directoras de institutos de investigación para conversar sobre la problemática de desigualdad de género en el sistema científico. Fue organizado por el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en CTI del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT) y la Cátedra Regional UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina. Las charlas y debates se extendieron durante toda la jornada y participaron referentes nacionales e internacionales de distintos campos del conocimiento.
“Cuando una toma conciencia de lo que son esas barreras, se puede empezar a actuar y a generar políticas propositivas que ayuden a las mujeres y diversidades a poder ocupar los espacios que se necesitan, sobre todo en determinadas coyunturas, como cuando deciden maternar”, dijo a TSS Celeste Saulo, directora del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y primera mujer en ser elegida para estar al frente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) desde el próximo año. “En la OMM me va a tocar un enorme trabajo porque Argentina tiene un grado de avance que no se refleja en otros países, así que espero poder trasladar al mundo la experiencia que fui ganando en el SMN”, afirmó.
En 2014, Saulo también se convirtió en la primera mujer en dirigir el SMN en los 140 años de existencia que llevaba el organismo. El camino para ella, como para tantas otras, no fue fácil. Sufrió discriminaciones de carácter salarial, padeció una gran baja de productividad en comparación con sus colegas varones cuando comenzó a maternar y, al asumir en el SMN, tuvo que ponerse al frente de un personal mayormente masculinizado con numerosos integrantes provenientes de la Fuerza Aérea. “Fue todo un aprendizaje liderar en un contexto donde tenía un 30% de personal militar bajo mi responsabilidad”, señaló.
Sin embargo, gracias a la implementación de diversas políticas con perspectiva de género –porque, como señalaron varias exponentes no basta con que haya más mujeres en gestión, sino que es necesario tener perspectiva de género- la situación fue cambiando. Saulo contó que hoy en el SMN “hay 56% de varones, 44% de mujeres y 0,4% otres”. Pero el dato más llamativo es que, a diferencia de lo que sucede en gran parte del sistema científico, en los cargos directivos del organismo las mujeres son más: representan el 62%.
En cambio, en la mayoría de las universidades e institutos de investigación del país, una de las desigualdades que aún persisten es el llamado techo de cristal o efecto tijera, donde las mujeres son mayoría en la base de la pirámide jerárquica pero van disminuyendo a medida que se suben escalones. En el CONICET, por ejemplo, mientras las becarias son un 62%, en los cargos más altos, las investigadoras superiores son solo un 27%.
“Hay desigualdades históricas que permanecen, no solo en lo que respecta al techo de cristal, sino también en lo que se llama segregación horizontal. Hay disciplinas, como las ingenierías, en las que hay muy pocas mujeres, y otras en las que hay más pero que son áreas menos remuneradas. Es cierto que hemos tenido progresos y el número de mujeres que dirigen organismos científicos va creciendo: hace unos años eran una de cada 10 y hoy son 3 de cada 10. Pero son 3 de cada 10 en un sector que tiene un 60% de mujeres”, reflexionó Guillermina D’Onofrio, directora Nacional de Programas y Proyectos del MINCYT.
Franchi también señaló los avances que hubo en las últimas décadas en materia de equidad de género. En 1995 ella creó, junto con sus colegas Diana Maffía y Silvia Kochen, la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT), y realizaron un primer relevamiento. Por entonces, las mujeres en el sistema científico eran menos: alrededor de un 40%. Sin embargo, ese es un número que hoy muchos países, no solo latinoamericanos sino también europeos, no han siquiera alcanzado, ya que se estima que a nivel mundial las mujeres en ciencia rondan apenas el 30%.
“Algo que me parece importante remarcar es que en estos encuentros siempre hablamos las que llegamos y habría que entrevistar también a las que se fueron porque uno de los principales obstáculos es que, el momento en que una tiene que hacer su doctorado e ingresar a la carrera de investigación, suele ser cuando también deciden tener hijos. Y sabemos que no es lo mismo una mujer con hijos que un varón con hijos”, dijo Franchi, en referencia a que el peso de las tareas de cuidado sigue cayendo más en mujeres y diversidades.
En ese sentido, mencionó algunas políticas que se tomaron en los últimos años dentro del CONICET para paliar un poco la desigualdad. Entre ellas, se comenzó a pagar un plus por guardería para las becarias, sumaron lactarios en casi todos los CCT (nodos del CONICET en distintas regiones del país) y construyeron un jardín de infancias en el CENPAT de Puerto Madryn. La científica también comentó algunas políticas vinculadas a sancionar y evitar casos de violencia de género, entre las cuales está el hecho de que si un investigador tiene dos o más denuncias no puede presentarse para ser director de tesis ni para dirigir un instituto.
La física Adriana Serquis, presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), recordó que cuando ella estudiaba en el Instituto Balseiro tenían una bicicleta a la que bautizaron “tetacleta”, ya que la compartían con otras compañeras para atravesar el predio hasta la guardería e ir a amamantar a sus bebés. Para ella, uno de los grandes desafíos que quedan por delante es lograr que todos los avances conseguidos se puedan sostener en el tiempo. “Que no queden en letra muerta va a depender de que cada uno, cada una, cada une los pueda empezar a implementar en su trabajo cotidiano”, sostuvo.
Serquis también llamó la atención sobre la falta de relevamiento que existe respecto a las personas LGBTI que integran el sector científico, y señaló que las estadísticas que hay todavía son binarias. Además, agregó que hay que seguir combatiendo los micromachismos cotidianos que terminan haciendo que muchas mujeres abandonen sus carreras. “Algo que sigue pasando es que mujeres y diversidades siempre tenemos que dar examen y demostrar que somos mejores para poder acceder a un lugar, y que nuestras respuestas se tengan en cuenta. Eso es algo que no se ve y que muchas veces menoscaba nuestras creencias sobre nosotras mismas”, subrayó.
La bióloga Nacira Muñoz, primera mujer en ocupar el cargo de vicepresidenta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), reflexionó en el mismo sentido. “No es fácil llegar a lugares de toma de decisión y por eso es muy importante que nos veamos en esos espacios”, afirmó, luego de contar que cuando el actual presidente del INTA Mariano Garmendia le propuso el cargo y le preguntó si se veía como vice, ella respondió: “¡Me re veo!”.
En tanto, la ingeniera nuclear Verónica Garea, presidenta de la Fundación INVAP, señaló que el ámbito de las ingenierías sigue estando muy masculinizado. Por eso, aprovechó el espacio para convocar a las jóvenes a que se animen a incursionar en el sector. “Elegir una carrera es elegir una forma de vivir, y la vida que podés llegar a tener eligiendo una carrera en ingeniería es fabulosa porque es una profesión extremadamente creativa. Te pasás todo el tiempo resolviendo problemas, inventando cosas nuevas y llevando el conocimiento a la vida cotidiana de las personas. ¿Qué cosa más divertida puede haber? Hay mucho lugar para las mujeres en la ingeniería compleja del siglo XXI”, finalizó.
22 sep 2023
Temas: Brecha de género, Ciencia y género, CONICET, Género, MINCyT, Techo de cristal