Un proyecto busca reemplazar el uso de agroquímicos de amplio espectro en cultivos mediante el diseño de moléculas de ARN que permitan limitar el uso de intensivo de los pesticidas tradicionales para eliminar plagas. El trabajo se basa en el desarrollo de una plataforma bioinformática, a partir de un trabajo conjunto entre el INTA, el CONICET, la empresa APOLO Biotech y la Fundación Sadosky.
Agencia TSS – Los pesticidas químicos tradicionales suelen ser de amplio espectro y, por ejemplo matan los hongos que son nocivos para las plantas pero también otros que son beneficiosos para su crecimiento, además de su alto grado de toxicidad en muchos casos. La empresa APOLO Biotech trabaja en el diseño de ARN (molécula similar al ADN que posibilita la síntesis de proteínas) con el objetivo de reemplazar y limitar el uso intensivo de los pesticidas tradicionales que se usan para eliminar plagas. Se trata de un desarrollo en conjunto con el Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (IABIMO), del INTA y el CONICET, y con la Fundación Sadosky, para crear una plataforma bioinformática que permita diseñar estos ARNs.
Esta plataforma permite almacenar y analizar los datos genómicos de secuenciaciones masivas para luego diseñar el ARN específico para la necesidad de un cultivo y su problema a solucionar. Esto permite, también, que se pueda adaptar el pesticida a necesidades cambiantes de la producción. La plataforma también permite el uso de inteligencia artificial para poder diseñar ARNs de forma automática.
El proyecto “Diseño de ARNs exógenos como bioinsumos para el reemplazo de pesticidas sintéticos en la Agricultura” forma parte de una convocatoria de la Fundación Sadosky con el objetivo de vincular empresas con grupos de investigación para desarrollar soluciones informáticas para la industria. Ricardo Medel, responsable de la vinculación científica del proyecto en la Fundación Sadosky, le dijo a TSS: “Se presentaron unos 20 proyectos y nosotros seleccionamos 17, a los que acompañamos durante un año y medio para desarrollar las soluciones”. Hoy, la convocatoria no está abierta porque la Secretaría que reemplazó al Ministerio de Ciencia no asigna presupuesto para financiarlo.

Entre otros beneficios, también se busca que los ARNs diseñados sean inocuos para el ser humano y para otras especies que son benéficas, como el caso de las abejas, entre otras. El investigador del proyecto por parte del IABIMO, Diego Zavallo, explicó a TSS que “se buscan genes que sean candidatos de distintos patógenos como hongos, virus o bacterias, para diseñar, mediante la informática, ARN que sirva para controlar la expresión de genes de esos patógenos y así controlar su crecimiento”.
La plataforma bioinformática también puede contrastar el efecto del ARN diseñado contra diferentes especies que se encuentran en el ambiente, y así saber si las afecta o no y qué tan específico para la especie que se quiere atacar es el ARN diseñado. El tipo de ARN que están diseñando tienen mucha efectividad en hongos, por ejemplo, pero menos en bacterias, ya que tienen otro tipo de inmunología, por lo que el próximo paso de proyecto es encarar nuevos diseños de estas moléculas que se puedan aplicar en bacterias.
“La tecnología funciona de forma similar a las vacunas de ARN mensajero, como las que diseñaron empresas como Pfizer y Moderna, por ejemplo. Pero los animales tenemos otros mecanismos de inmunidad, diferentes a los de las plantas. Sabiendo cómo funcionan esos mecanismos podemos diseñar las moléculas de ARN que son eficientes para controlar la expresión del gen que es necesario para evitar que un insecto, hongo o bacteria se desarrolle”, explicó Zavallo.
El producto se aplica como un spray en campo. Para esto es necesario generar muchas cadenas de ARN, lo que históricamente fue muy costoso de hacer, pero en APOLO producen sus propias enzimas y así bajaron mucho los costos, lo que termina siendo beneficioso para el productor agropecuario.
La convocatoria de la Fundación Sadosky consiste en un aporte de diez millones de pesos de financiación para los sueldos de los científicos que trabajan en el proyecto y las instituciones participantes, y el aporte de un gestor de proyecto de la fundación que facilita el trabajo conjunto entre los empresarios y los científicos. La propiedad intelectual de la plataforma informática es compartida entre el INTA, el CONICET, la Fundación Sadosky y la empresa, por lo que si alguien quisiera usarlo debería acordar una licencia de uso con estas organizaciones. Hoy la empresa está en negociación con el resto de los actores sobre la forma de licencia que usarán.

Ahora se entregó la primera versión productiva en la que APOLO Biotech puede usar la plataforma para diseñar sus productos apuntados a patógenos particulares y ya tienen 50 proyectos, algunos con pruebas de laboratorio, y otros en pruebas a campo. En la empresa estiman que el uso de ARNs exógenos se convertirá en una alternativa a los agroquímicos tradicionales.
La empresa todavía no está vendiendo productos porque es una tecnología nueva que todavía no tiene regulación. Este tipo de productos sí son vendidos en Estados Unidos por la empresa Greenlight biosience que tiene uno enfocado al control de un escarabajo. https://www.greenlightbiosciences.com/ “Estamos en conversaciones con SENASA para ver cómo hacer la reglamentación y regulación de esta tecnología. Creo que cuando se apruebe va a ser revolucionario para el agro porque son soluciones muy específicas y amigables para el ambiente. Cuando comés una manzana te estás comiendo muchos ARNs diferentes y tu cuerpo los degrada muy fácilmente”, dijo Zavallo.
“Este proyecto fue muy positivo porque logramos el objetivo de crear el producto que la empresa necesitaba para mejorar su producción y además se mejoró mucho la vinculación entre el instituto de investigación y la empresa de biotecnología. Además nosotros ganamos experiencia sobre cómo gestionar proyectos de una complejidad interesante”, afirmó Ricardo Medel, de la Fundación Sadosky.
La falta de financiamiento de la secretaría que reemplazó al ministerio está complicando las ejecuciones de proyectos porque las últimas cuotas de los convenios no están siendo abonadas todavía, ya que el Estado no está haciendo los depósitos, por lo que está en deuda con los investigadores. En algunos casos lo quiere cubrir la empresa pero eso requiere de un convenio aparte y su trámite administrativo.
A partir de este proyecto, dos de los investigadores del INTA terminaron pasando a trabajar dentro de la empresa. “Surgió la oportunidad de entrar a trabajar en APOLO y la posibilidad de ver tus investigaciones plasmadas en un desarrollo tecnológico, en un producto, que es algo que me interesa y por eso mi carrera fue dirigida al INTA, pero claramente la desfinanciación del sector científico un poco me llevó a esto y creo que será muy difícil reconstruirlo. Los chicos que se están recibiendo ahora no sé que van a hacer, algunos se irán del país”, se lamentó Zavallo.
18 abr 2025
Temas: Bioinformática, Biotecnología, CONICET, Fundación Sadosky, IABIMO, INTA