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Agencia TSS – La biomasa es aquella materia orgánica, de origen vegetal o animal, susceptible de ser aprovechada de diversas maneras. Estos elementos de materia orgánica también se pueden integrar a otros productos no orgánicos, como combustibles o plásticos. En el marco de la edición Centro Sur del simposio Bioeconomía Argentina, que tuvo lugar en el en el Polo Científico Tecnológico de Palermo entre el 12 y 13 de diciembre pasados, se debatió sobre las posibilidades que ofrece el procesamiento de biomasa. Allí, representantes de diversas instituciones públicas explicaron el uso que hacen de este recurso y cómo se lo puede integrar en diferentes productos.

Mirta Aranguren, en representación del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA), perteneciente a la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y al CONICET, mencionó las posibilidades que otorga la incorporación de harina de madera en materiales estructurales mezclados con plástico para mejorar las propiedades de tensión y durabilidad. Además, se refirió a uso de aceites vegetales, como el de ricino, para la elaboración de resinas poliméricas que también se pueden espumar y usar para hacer aislaciones térmicas o acústicas.

Jorge Hilbert, en representación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), expuso sobre los biocombustibles y su desarrollo en el país. El ingeniero agrónomo planteó la problemática que plantea el hecho de que se trata de un recurso de baja densidad energética y alta dispersión geográfica, lo que le otorga mucha relevancia al costo de la logística dentro de su producción. Para Hilbert “ya quedó descartada” la dicotomía entre biocombustibles y alimentos: “Al concepto moderno de producción de energía a partir de biomasa se lo piensa como un lubricante para el resto de las producciones –le dijo a TSS–. El biocombustible no solo no compite, sino todo lo contrario: permite potenciar y aumentar la producción de alimentos, lo que le da sustentabilidad al negocio, provoca una mayor inversión en tecnología e incrementa la producción en general. Hoy, el mundo tiene un problema de sobreproducción de alimentos, ya que se tiran alrededor de 1.700 millones de toneladas por año”.

María Cristina Añón (miembro del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos CIDCA-CONICET), se refirió al uso de la biomasa en la elaboración de alimentos funcionales y para su uso en cosmética. Con este último fin, en el CIDCA lograron extraer antioxidantes del tallo del sorgo dulce por medio de un procesamiento con acetona y etanol.

Representantes del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) presentaron un relevamiento sobre el desarrollo de biodigestores en la Argentina, que encontró 105 en funcionamiento, cuando se pensaba que solo había alrededor de 60. Según el estudio, el 85 % de los biodigestores privados se usan solamente para tratamiento de efluentes y no para producción de gas, por lo que el metano es liberado a la atmósfera sin otro uso. De las instalaciones que sí usaban el gas solo el 12 % lo convierte en energía eléctrica. Frente a esta evidencia, Gabriel Sternik, del Centro de Investigación y Desarrollo en Biotecnología del INTI, le dijo a TSS que “muchos hicieron biodigestores para sacarse de encima el problema del tratamiento de efluentes, por lo que los hicieron como pudieron. Pero también hay casos que nos llamaron la atención, como el de Colonia Jaime, en Santiago del Estero, una comunidad de 80 personas que genera gas con un biodigestor para abastecer a un comedor comunitario”.