Bacterias: motor de la industria

Investigadores del Instituto de Tecnología en Polímeros y Nanotecnología de la UBA obtienen una nanocelulosa a partir de bacterias. El proyecto tiene diversas aplicaciones industriales y surgió por pedido de una pyme que buscaba reemplazar un aditivo en la producción de lubricantes.

Por Matías Alonso  
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Agencia TSS – La pyme West Lubricantes quería reemplazar los aditivos que utilizaba como espesantes en su producción, basada en el uso de aceite mineral. Con ese objetivo se contactó con investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la iniciativa desembocó en la creación de un consorcio público-privado que recibió financiamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT).

Nanocellu-Ar es el resultado del proyecto que reunió al ITPN –un instituto de doble dependencia (UBA-CONICET) creado en 2013 y que funciona en el edificio de la Facultad de Ingeniería en la avenida Las Heras, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– el CONICET y la pyme West Lubricantes. El consorcio recibió financiamiento del programa EMPRETECNO del MINCYT para la creación de una empresa de base tecnológica que desarrolle el potencial de una nanocelulosa bacteriana. La iniciativa deberá convertirse en una empresa o una nueva línea de producción dentro de la empresa West Lubricantes.

La celulosa es un espesante que se usa en muchas industrias y suele ser extraída de la madera, que está formada también por hemicelulosa y lignina. Para separar estos elementos es necesario usar ácidos y sustancias alcalinas muy fuertes, que son contaminantes del medioambiente. West Lubricantes buscaba alternativas más ecológicas para los insumos que utiliza como espesantes de aceite.

La bacteria Acetobacter Xylium produce una fibra nanocelulosa de 40 nanómetros de espesor con potencial aplicación en distintos usos industriales. Esta bacteria consume azúcares que se obtienen de residuos de otras industrias y permitió obtener un polímero biodegradable.

La bacteria Acetobacter Xylium produce una fibra nanocelulosa de 40 nanómetros de espesor con potencial aplicación en distintos usos industriales.

Analía Vázquez, investigadora del ITPN, habló con TSS: “Entramos en contacto con la empresa hace dos o tres años, cuando el ambiente científico-tecnológico era muy favorable a las relaciones entre los centros de investigación y las empresas que buscaban innovador, ya que existía bastante financiación por parte del MINCYT”.

El proyecto de investigación ha encontrado múltiples destinos para la nanocelulosa bacteriana. Al ser biodegradable y biocompatible, puede ser usada como espesante en alimentación (para reemplazar el agar-agar o la goma xántica) y tiene potencial aplicación en la fabricación de papeles de alta resistencia, membranas acústicas, envoltorios comestibles para alimentos, parches para recuperar la piel de quienes sufrieron quemaduras o úlceras y como insumo para la elaboración de venas artificiales, entre otros.

Además, empresas del sector petrolero han mostrado interés en este polímero para su posible uso con fluidos de fractura y recuperación de hidrocarburos en pozos de extracción y también se está analizando su potencial para la elaboración de membranas para filtros de aguas contaminadas.

Cada una de estas líneas está siendo estudiada en diferentes institutos y universidades de la Argentina, como el Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), de la Universidad Nacional de La Plata; el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA), de la Universidad Nacional de Mar del Plata; la Universidad Nacional de Lomas de Zamora; el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein; y la Universidad de Perugia (Italia).

El financiamiento del EMPRETECNO permitió comprar equipamiento para una planta de producción dentro del parque industrial La Cantábrica de Morón, en la provincia de Buenos Aires. “En este momento estamos poniendo a punto la planta piloto y escalando la producción para analizar la cantidad que podemos fabricar”, explica Vázquez. También estamos trabajando en el plan de negocios definitivo para saber cuál es el costo de lo que vamos a fabricar”, agrega. Actualmente, el equipo de investigación mantiene reuniones semanales con diferentes empresas interesadas en adquirir el producto.

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