El secretario de Ciencia y Tecnología de Formosa, Julio Aráoz, habló con TSS sobre las iniciativas que llevan adelante en sectores como el nuclear, alimentos y biocombustibles. Las dificultades que enfrenta la provincia en el marco de las asimetrías en el territorio argentino, la reducción presupuestaria a nivel nacional y la suspensión de proyectos tecnológicos como el de Atucha III.
Agencia TSS – El ingeniero Julio Aráoz es el secretario de Ciencia y Tecnología de Formosa. Este organismo, creado en 2011, tiene la responsabilidad de llevar adelante proyectos como la instalación de un Polo Científico y Tecnológico, programas en áreas como tecnología de alimentos y biocombustibles, y las gestiones para la puesta en marcha de iniciativas en el sector nuclear en conjunto con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), como la nueva planta de Dioxitek para refinación de uranio –que implica el cierre de la actual en Córdoba– y un hospital de medicina nuclear que ya se encuentra con un 80% de progreso de la obra y con los equipos adquiridos en 2015 y almacenados en un depósito.
Aráoz habló con TSS sobre las dificultades que implica articular políticas de ciencia y tecnología en una provincia que, tras obtener su autonomía en 1955 –y que eligió a su primer gobernador recién en 1958– enfrentó serias dificultades de infraestructura, socioeconómicas y de integración de las diversas comunidades originarias. El funcionario considera que la ciencia y la tecnología pueden ser una herramienta para generar desarrollo en la provincia del norte argentino, que apuesta al sector nuclear como un eje de esa estrategia.
¿Cómo es el proceso de instalación de Dioxitek en Formosa?
La provincia puso a disposición de la CNEA el ámbito y el apoyo político para poder desarrollar el proyecto en Formosa, porque hubo que pasar por audiencias públicas y también hubo sectores antinucleares que se opusieron. Se hicieron todos los pasos previstos en la Ley General del Ambiente, que es una ley provincial, y se aprobó. De modo que nosotros tuvimos la decisión política de poder emplazar el proyecto en Formosa y acompañar a la CNEA, que a través de Dioxitek, que es una empresa del Estado argentino, licitó la construcción de la planta. Pero el proyecto no solo abarca la planta, sino también la instalación de un centro de medicina nuclear dentro de un predio de 567 hectáreas en el que hemos construido nuestro Polo Científico, Tecnológico y de Innovación, y donde la CNEA cuenta con 60 hectáreas para sus proyectos. En la génesis de ese proyecto se definió un área para la radicación de empresas de base tecnológica y la primera de ellas fue Dioxitek. La obra ha cambiado su ritmo de ejecución porque no escapa a las restricciones presupuestarias que afectan al sector nuclear. Entonces, al bajar el presupuesto, lo que se hace es alargar el plazo de ejecución, por eso hoy no podría contestar con exactitud cuándo se pondrá en marcha la planta.
¿Qué beneficios obtiene Formosa por tener esta planta en su territorio?
Formosa es una provincia joven y se ha invertido mucho en desarrollar la infraestructura para poder cumplir con un plan estratégico. Como somos una provincia que no tiene generación eléctrica consideramos que aliarnos estratégicamente al sistema nuclear argentino era ponernos del otro lado del mostrador. Somos conscientes del nivel que ha alcanzado el desarrollo nuclear en la Argentina y es una tecnología en la cual nosotros creemos firmemente. Vimos la posibilidad de desarrollar medicina nuclear en Formosa y en el futuro tal vez integrarnos con una planta de generación. Sin embargo, tras el cambio de Gobierno nacional hemos padecido el desconocimiento de la inversión a realizar y tenemos que rediscutir la importancia de tener un centro de medicina nuclear cuando no hay nada en todo el norte grande. El último que hay yendo hacia el norte está en Entre Ríos, en Oro Verde, y de ahí para arriba no tenemos. El tercer punto tiene que ver con que nosotros entendemos que, cuando uno forma parte de las actividades nucleares, aumentan las capacidades de radicación de tecnólogos, ingenieros y científicos. Hablando en criollo, aumenta la densidad de cerebros por unidad de superficie. Eso pasa y nosotros entendemos que el sector nuclear ha demostrado que tiene criterios estratégicos de mediano y de largo plazo y nos interesan ese tipos de plazos. Por eso pensamos que tener una planta de purificación de uranio de clase mundial, una de las más importantes en su tipo, nos va a permitir el desarrollo de la actividad industrial y de la química en particular. Y lo otro es que, originalmente, se preveían 230 trabajadores calificados para las dos líneas de producción. Por eso nos metimos en semejante baile, porque no ha sido fácil enfrentar denuncias, incluso internacionales, ya que generó un conflicto con Paraguay que costó muchísimo remediar.
¿Qué cambia con los anuncios de una posible privatización de Dioxitek y la suspensión de Atucha III?
Es un golpe para los que creemos en esto, porque cuando uno revisa el conglomerado de pymes vinculadas al sector nuclear en la Argentina, ve que no es solamente importante tener una central que genere energía, sino también el desarrollo de pymes con mucha especialización. Recordemos que la central que suspendieron iba a tener una participación de un 75% de la industria nacional. Esto no es solamente participar en una obra, sino que es generar conocimiento, empleo, capacidad de exportación y desarrollo. Esto golpea duramente. Desde la política expresan que se requieren empleos de calidad en la Argentina mientras que se alienta la primarización de la economía, se castiga a la industria y encima se castiga a los sectores que son estratégicos y pueden generar valor en las exportaciones, con productos tecnológicos que incorporan conocimiento. Como política pública de desarrollo para el país se dice una cosa y se actúa al revés. Pero nosotros también entendemos que esto se defiende desde la militancia, porque la soberanía tecnológica es una de las herramientas que nos van a sacar del pantano.
¿Le sorprendió la degradación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT)?
Sí, por supuesto. Ya veíamos cómo de a poco le iban quitando recursos. Teníamos algunos proyectos encaminados con ellos y tendremos que insistir con que en algún momento se vuelva a este eje estratégico, que es la ciencia, la tecnología y la innovación, en el lugar que corresponde. Creo que es lo que nos merecemos todos. En Formosa, con mucho esfuerzo tratamos de seguir adelante con todo lo que es la puesta en funcionamiento del Polo Científico Tecnológico y de Innovación, que fue financiado a través de un acuerdo que hicimos en su momento con el Ministerio de Planificación Federal. Esa obra fue auditada por este Gobierno un montón de veces porque no creían que la pudiéramos hacer y vinieron a buscar a ver si había cosas raras. Pero no encontraron absolutamente nada raro, como en todas las obras que se realizaron en nuestra provincia.
¿Qué proyectos se vieron afectados con la degradación y la reducción presupuestaria en Ciencia?
Ya veíamos viendo cómo bajaban los presupuestos. El MINCYT tenía un menú de opciones en las que participábamos a través del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECYT). Ahora estamos discutiendo el presupuesto porque el propuesto en el marco del COFECYT nos deja dudas, hará difícil cumplir con los proyectos que hay en marcha y por eso es que los representantes provinciales que están en el comité directivo lo han discutido muchísimo. Por ahora solo hay presupuesto para cumplir con los proyectos en ejecución. Ese es el núcleo central en el que nos golpea a todos el recorte. Nosotros tenemos proyectos especiales, que desde un principio sabíamos que por su naturaleza estratégica y política podían correr ciertos riesgos y que tenían cierta fragilidad por definición. Está clarisimo que el nuevo Presupuesto afecta a todas las jurisdicciones provinciales. Nosotros siempre hemos buscado dentro del COFECYT un criterio de equidad territorial, que se crearan instrumentos que permitieran resolver las asimetrías entre las diferentes regiones. Si uno mira las estadísticas, se da cuenta rápidamente adónde está la mayor concentración de universidades y de doctores. Las provincias jóvenes no pudimos consolidar un sistema científico-tecnológico como las más grandes, con una vida institucional más extensa. A eso hay que resolverlo porque si no se profundiza la desigualdad.
¿Estas provincias, como el caso de Formosa, están menos integradas en el planeamiento de ciencia y tecnología?
Todos somos escuchados, pero a todos los pasa la misma tijera. Nosotros tenemos una fuerte participación en el COFECYT pero no alcanza con la buena voluntad. Hay un clima de trabajo realmente bueno y hay una vocación importante para trabajar, pero sin recursos es imposible.
La Secretaría de Ciencia y Tecnología de Formosa tenía un presupuesto de 13 millones de pesos en 2017 y para este año es de 63 millones de pesos. ¿A qué se debió ese salto?
Hay una decisión política de intensificar la incorporación de conocimiento a nuestras actividades. No nació con la creación de la Secretaría, pero fue un paso más. Formosa tiene poco más de 60 años de vida institucional como provincia, ya que antes pertenecíamos al Territorio Nacional del Chaco. La universidad está cumpliendo 30 años. Estos son indicadores que pueden revelar las dificultades de tener un sistema científico y tecnológico consolidado. La falta de infraestructura, que en gran parte se remedió con la reparación histórica que hizo Néstor Kirchner apenas asumió, permitió un proceso de integración al país que comenzó desde no hace mucho tiempo. A fines de los años 60 recién tuvimos una interconexión vial a través de la Ruta 11. En 1980 pudimos conectarnos al sistema nacional de energía eléctrica con una línea de poca capacidad para toda la provincia y recién en 2011 pudimos integrarnos al sistema nacional con un línea de mayor potencia. ¿Qué política de desarrollo podíamos tener? Las industrias que pudimos conservar dentro del territorio, con todas las crisis que pasaron, estaban sustentadas en la abundancia de recursos naturales, como el quebracho colorado o el algodón. De hecho, yo me inicié como ingeniero en la planta de Alpargatas. No había muchas posibilidades de desarrollo industrial a 1200 kilómetros del puerto de Buenos Aires, de donde teníamos que salir para exportar, sin energía, sin caminos y sin un sistema tecnológico sólido. Sin embargo, se han hecho cosas: hace ya 20 años que funciona una red de Centros de Validación de Tecnología Agropecuaria (CEDEVA) y a partir de un acuerdo con Israel se incorporó el riego controlado en la zona semiárida. Es un paquete tecnológico que después fue transferido a productores pequeños, medianos y grandes. La Secretaría de Estado de Ciencia y Tecnología y la construcción de un polo también son esfuerzos en el mismo sentido.
¿Cuáles son las líneas de desarrollo tecnológico que impulsan en la provincia?
Está la tecnología de los alimentos, a través de los CEDEVA. Nos falta el agregado de valor industrial, porque lo que es el desarrollo de cadenas como la ganadera ya está. En acuicultura hemos trabajado mucho con la provincia de Chaco en el esquema de producción arroz-pacú, que es una innovación que crece mucho y en la que la tecnología del arroz es chaqueña y la del pacú es formoseña. Además, tenemos un instituto polítécnico y la primera carrera que se ha puesto en funcionamiento en este año es una Tecnicatura Superior en Mecatrónica. Tenemos un eje que tiene que ver con los biocombustibles. Para eso tenemos que construir un acueducto para regar los suelos, ya que la zona centro de Formosa tiene estrés hídrico. Esto ya está planificado y para eso nos vinculamos con la estación Tulio Vargas, de Brasil, que nos hizo todo el plan estratégico del desarrollo de la cuenca del bioetanol y conocemos hasta qué variedad de caña de azúcar tenemos que plantar. Este proceso tecnológico está anclado en que la Argentina tiene que incorporar biocombustibles de manera creciente. El acuerdo para la construcción del acueducto fue suscripto durante los últimos meses de la gestión de Cristina Fernández, pero todavía no hemos logrado que el Gobierno nacional lo reconociera y ni soñar con que lo quieran financiar. Hay otro camino que tiene que ver con que se ha invertido mucho en comunicaciones, toda la provincia tiene una red de fibra óptica de más de 2000 kilómetros totalmente iluminada, con data center. Nosotros creemos que ahí hay otro eje a explotar, hemos trabajado mucho con ARSAT, tanto en el despliegue de fibra como con la TDA (Televisión Digital Abierta), pero en los últimos años todo empezó a deteriorarse.
24 oct 2018
Temas: CNEA, Dioxitek, Formosa, Inversión en ciencia y tecnología, Presupuesto 2019, Secretaría de Ciencia, Soberanía tecnológica