¿Renovable si es rentable?

La generación de energía a través de fuentes renovables no solo puede ayudar a cuidar el medio ambiente, sino también generar oportunidades de desarrollo en la industria. Las políticas públicas que se apliquen para su implementación pueden potenciar la participación de empresas locales o, por el contario, dejarlas fuera de competencia. ¿Qué políticas necesita este sector?

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – En medio del debate por las tarifas de gas y luz, y mientras el Gobierno insiste en responsabilizar a los consumidores por el derroche energético, instándolos a abrigarse más durante las noches de invierno y a instalar luces LED en cada rincón del hogar, el problema estructural de la matriz energética de la Argentina va mucho más allá del cambio de hábitos domésticos.

“El Estado tiene que articular para que quienes quieren invertir y hacer negocios puedan hacerlo con iniciativas más limpias, descentralizadas y que generen más empleo. Antes era con diésel o ciclo combinado y ahora con renovables, que es lo que queremos como institución”, sostiene Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), que agrupa a empresas desarrolladoras, y considera que estas tecnologías pueden ser la principal opción para satisfacer el crecimiento de la demanda, no solo porque ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también porque pueden instalarse rápidamente, generan más puestos de trabajo promedio por MWh que las fósiles y permiten diversificar la matriz energética.

“El Estado tiene que articular para que quienes quieren invertir y hacer negocios puedan hacerlo con iniciativas más limpias, descentralizadas y que generen más empleo», dice Álvarez, de la CADER.

A nivel mundial, según datos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), estas tecnologías generaron 9,8 millones de puestos de trabajo en el año 2016, sumando todos los tipos de energías renovables. Entre ellas, la solar fue la que más empleo generó, superando los 3.000 millones de puestos de trabajo, seguida por los biocombustibles líquidos, que alcanzaron los 1.700 millones de puestos.

“Parte de la transformación también es descentralizar la generación y el consumo, racionalizarlo, hacerlo con tecnologías más limpias e involucrar más a la sociedad civil”, dice el especialista, para quien estas tecnologías también pueden ayudar a disminuir la salida de divisas ya que las necesarias para importar parte de los bienes de capital que requerirían proyectos de este tipo serían menores a las que implica la importación de combustible fósiles. Eso pese a que la intervención de la industria local en las licitaciones ha sido marginal y en general relegada a los insumos de menor valor agregado.

Historia renovable

En la Argentina, más del 60% de la energía producida en el país todavía depende del uso de hidrocarburos y, de los 36.505 MW de potencia instalada, apenas menos del 2% proviene de fuentes renovables, según datos del Ministerio de Energía y Minería. ¿Por qué se están comenzando a impulsar y desarrollar ahora? Según el abogado José Carlos Cueva, especializado en Derecho Energético y de los Recursos Naturales, el marco regulatorio del sector eléctrico que se estableció en 1992 “dejaba todo liberado a la actividad privada bajo el principio de libre competencia”.

Sol: Solar. Eo: Eólica. Nu: Nuclear. Hi: Hidroeléctrica. CC: Ciclo Combinado. MD: Motor Diésel. TG: Turbina a Gas. TV: Turbina a Vapor. Fuente: Ministerio de Energía y Minería.

De ese modo, quien generaba energía más barata tenía ventajas sobre el resto. “Por eso, las máquinas más eficientes de ciclo combinado fueron las que tuvieron más desarrollo por el hecho de ser más competitivas”, apunta el especialista.

Las energías renovables son, inicialmente, de capital intensivo. “Después baja, pero la señal que dio el marco regulatorio en aquel momento fue nefasta para ellas”, asegura Cueva y ubicó al primer estímulo para desarrollar energías limpias en el año 1998, con la Ley 25.019, de Régimen de Energía Eólica y Solar, que tenía escasos beneficios impositivos y no contaba con financiamiento ni garantías del Estado.

Las políticas públicas para este sector continuaron casi una década después con la Ley 26.190, un régimen de fomento para el uso de fuentes renovables de energía destinada a la producción de energía eléctrica sancionada en 2006 y reglamentada en 2009, el mismo año en que se lanzó el programa licitatorio denominado GENREN, que fue un antecesor del mecanismo de compra conjunta RenovAr, actualmente vigente. RenovAR ya va por su tercera ronda de licitaciones y busca establecer contratos de abastecimiento a 20 años y en dólares, que se firman con la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA).

Energías renovables: generación de empleo según tecnología

Fuente: IRENA, 2016.

Desde entonces, a través del programa RenovAr, se adjudicaron casi 5.000 MW de potencia: 1.143MW en la Ronda 1, 1.282MW en la Ronda 1.5, 1.409 en la Ronda 2, 634 MW por invitación a la Ronda 2 y otros 600MW por la Resolución 202. Entre ellos, casi 2.500 MW provienen de energía eólica y poco más de 1.700 MW de energía solar. El resto se distribuyen entre biomasa, biogás, hidroeléctrica y biogás de relleno sanitario, en orden de capacidad, de mayor a menor.

“Se bajaron los precios del MW/hora en de 61,3 dólares promedio en la primera ronda a 47,5 dólares en la ronda 2”, afirma Álvarez y advirtió que las fuentes solar y eólica representan el 90% de la potencia adjudicada, pero porque “el pliego estaba pensado para ellas; biomasa y bioenergía corren desde atrás”.

Fuente: CADER.

Quitarle el romanticismo

RenovAr prevé la incorporación de componentes nacionales en el desarrollo de los proyectos adjudicados. Sin embargo, actores involucrados que advirten sobre las limitaciones que implican las últimas normativas para empresas de origen nacional que ya están operando en el sector, en franca desventaja frente a la entrada de competidores internacionales.

“Hay que quitarle el romanticismo a las renovables. Si crecieron es porque generaron un negocio”, dice Álvarez y afirma que, desde el punto de vista productivo, “no hay que correr carreras que no podemos ganar: así como no fabricamos autos completos, no vamos a fabricar la cadena de valor completa de ninguna renovable. Sí podemos agregar mucho más valor del que estamos agregando y para eso hace falta financiamiento adecuado para poder competir con jugadores más grandes, que tienen financiamiento de sus respectivos países más allá de los que obtienen acá, y condiciones de promoción que sean verificables”.

En paralelo, se espera que durante este mes se reglamente la Ley 27.424, de Régimen de Fomento a la Generación Distribuida de Energía Renovable integrada a la Red Eléctrica Pública, sancionada y promulgada a fines de 2017, que regulará la inyección de energía a la red por parte de los pequeños usuarios que adopten algún tipo de energía renovable para sus hogares. En esos casos, según explica Cueva, la ley “no prevé incentivos para costos de instalación, como ocurre en otros países, y establece que la fiscalización estará a cargo de las autoridades locales”.

Para Oscar Balestro, vicepresidente de CADER, “cuando se fijan políticas de Estado, es necesario tener en claro la necesidad de diversificación de la matriz pero también que del otro lado se tienen que hacer negocios sin generar una sobrecarga de la tarifa final, sino tendiendo a ser eficientes. Si no hay negocio, no hay renovables”.

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