Los animales más colaborativos tienen menos cáncer

Las especies de mamiferos con un comportamiento más cooperativo tienen menos prevalencia de tumores, según un hallazgo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y el CONICET. Es la primera vez que se vinculan caracteristicas de estilo de vida con las posibilidades de desarrollar esta enfermedad, que en las especies más competitivas podría ser adaptativa en términos evolutivos.

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – ¿Por qué en la evolución la selección natural ha dejado la posibilidad de que surja el cáncer y de manera tan distribuida? ¿Los roles y relaciones entre los individuos de una especie influyen en la salud y la supervivencia grupal? Esas fueron algunas de las preguntas que motivaron una investigación de un grupo multidisciplinario de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN/UBA) y el CONICET, mediante el cual detectaron que las especies cooperativas de mamíferos tienen menos prevalencia de cáncer que las especies con mayor competencia intraespecífica.

“Hicimos un análisis de correlación que a nadie se le había ocurrido hacer y somos los primeros en encontrar que hay una asociación en lo que llamamos características de estilo de vida, cooperativo o competitivo, y el cáncer”, afirma Matías Blaustein, del Departamento de Biología de Sistemas y Filosofía del Cáncer del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología traslacional (IB3/FCEN/UBA).

El trabajo fue publicado en la revista científica Science Advances: “Es una revista muy prestigiosa, en la que de los 17 mil artículos que se publicaron desde su creación, hace 10 años, solamente hay cuatro o cinco de autores netamente argentinos”, destaca Blaustein, y detalla que el equipo con el que llevó a cabo esta investigación está compuesto por siete especialistas en distintas disciplinas como Biología Molecular y Evolutiva, Física, Matemática y Estadística.

En conjunto, hicieron un análisis comparativo en el que examinaron tres bases de datos globales (con información de animales de zoológicos) y, a través de un modelo matemático, vincularon el riesgo de mortalidad por cáncer, la prevalencia y aparición de neoplasias en general, y la prevalencia de neoplasias malignas, en particular, con distintas variables de comportamiento social, como la vida en grupo, la crianza colectiva y el tamaño o la cantidad de crías por camada. Así, detectaron que especies como las de elefantes, ballenas y búfalos, que priorizan el cuidado comunitario, presentan menor frecuencia de tumores. Por el contrario, felinos y cánidos, con camadas numerosas y competencia temprana por alimentos y recursos, registran mayores tasas de la enfermedad.

“Ante el ataque de un león, por ejemplo, todos los búfalos adultos protegen en grupo a todas las crías. De manera similar, las orcas y ballenas más adultas son las que guían al resto sobre dónde puede haber alimento o les enseñan técnicas de caza. Hay un mecanismo cooperativo de ayuda y cuidados mutuos que se da en muchas especies”, ejemplica Blaustein. Y agrega que estos hallazgos se diferencian del enfoque reduccionista, que es el enfoque epistemológico predominante en la mayor parte de las disciplinas de las ciencias naturales. “En general, ese enfoque reduce el individuo que tiene cáncer a su tumor y a sus genes, a sus proteínas y, en todo caso, a qué tipo de farmacoterapia se puede aplicar en los tratamientos”, dice Blaustein.

Un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN/UBA) y el CONICET detectaron que las especies cooperativas de mamíferos tienen menos prevalencia de cáncer que las especies con mayor competencia intraespecífica. Foto: Diana Martinez Llaser, Gentileza Exactas-Comunicación (Créditos: CC By 3.0).

 

Fenoptosis y el efecto hidra

En el campo de la biología del cáncer hay dos hipótesis que buscan entender por qué algo que interrumpe en la vida del organismo se ha conservado en la evolución. Una de ellas es la teoría de la pleiotropía antagónica, que se refiere a la existencia de variantes genéticas que pueden tener efectos positivos en determinadas etapas de la vida pero negativos en otras. La segunda, no necesariamente excluyente de la anterior, considera que el cáncer es neutral a los ojos de la selección, porque en general ocurre en estadios avanzados de la vida, cuando la mayor parte de los organismos ya se han reproducido.

Sin embargo, tal como busca probarlo esta investigación, hay una gran cantidad de ejemplos biológicos en los cuales que aumente la mortalidad de al menos parte de la población, en lugar de ser algo malo, resulta ser algo bueno en términos de ecología de poblaciones o en términos evolutivos. ¿Cómo se explica eso? Para responderlo, recurrieron al denominado «efecto hydra», basado en el mítico personaje griego de mil cabezas que las reproducía y multiplicaba cada vez que le cortaban una. De manera similar, aunque el desarrollo de cáncer es negativo para el individuo, parecería tener efectos positivos para la especie en su conjunto.

 

La investigación encontró que especies como las de elefantes, ballenas y búfalos, que priorizan el cuidado comunitario, presentan menor frecuencia de tumores que otras más competitivas.

“En biología del cáncer, nadie había puesto en común el efecto hidra y cáncer. Entonces, esa fue nuestra propuesta y fuimos a buscarlo en modelos matemáticos”, afirma Blaustein y destaca que, de ese modo, no solo encontraron que las especies más cooperativas tienen menos incidencia de cáncer, sino también que, en algunos contextos muy competitivos, el cáncer podría tener un rol adaptativo que nadie había encontrado. A eso lo denominaron “fenómeno de fenoptosis”, en línea con el concepto de apoptosis, que se refiere a la muerte celular programada de una célula que se muere porque estaba infectada o porque estaba por convertirse en una célula tumoral.

“La muerte de esa célula programada es mala para la célula pero buena para el organismo. Lo mismo aplicaría para el cáncer en una población animal: la fenoptosis sería una muerte programada del organismo, que es mala para el individuo que muere pero no para el conjunto de la población, a la que le genera una ventaja e incluso hace que sea más adaptativa en términos evolutivos”, concluye Blaustein.


21 nov 2025

Temas: Biología, Cáncer, CONICET, FCEN. UBA, Salud, Tumores

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