Biofármaco contra el cáncer ginecológico

Investigadores del CONICET y del Instituto Leloir lograron buenos resultados en ensayos de laboratorios para el tratamiento de tumores ginecológicos. El desarrollo se basa en un adenovirus modificado y fue licenciado a una empresa que continuará las pruebas que, si resultan exitosas, podrían derivar en un producto para tratar estos tipos de cáncer en combinación con otras técnicas tradicionales.

Por Matías Alonso  
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Agencia TSS – El desarrollo de un adenovirus modificado genéticamente por investigadores del CONICET  y el Instituto Leloir podría ser una herramienta efectiva contra diferentes tipos de cáncer ginecológico. trabajo fue patentado y luego licenciado a una empresa estadounidense, Unleash Inmuno Oncolytics, formada principalmente por empresarios de origen argentino, que buscará avanzar en los estudios clínicos y llegar a desarrollar un producto.

En cánceres ginecológicos como el de ovario, vagina, vulva, útero y cuello de útero, las alternativas suelen ser extraer el órgano afectado o atacar las células enfermas con quimioterapia y rayos. Sin embargo, en ciertos casos la enfermedad vuelve a aparecer. En la Argentina, cada año se diagnostican alrededor de 4.000 casos nuevos de cáncer de cuello de útero y mueren aproximadamente 1.800 mujeres a causa de la enfermedad, según datos del Ministerio de Salud de la Nación de 2014.

El desarrollo del grupo de investigadores del Instituto Leloir se realizó con muestras in vitro de cáncer de ovario, cervix, útero y peritoneo, que estaban tanto en fases iniciales del cáncer como metastásico y los resultados fueron alentadores, ya que se logró eliminar a las células tumorales. Luego se combinó este virus con técnicas de quimioterapia tradicionales y se acentuó el efecto curativo en conjunto sin generar nuevos efectos secundarios.

El modelo preclínico en este tipo de enfermedades tiene una complejidad especial porque que no es fácil testear en ratones virus que infectan células humanas, como este adenovirus, ya que no se comportan de la misma forma. De todas maneras, se logró hacer un modelo que demostró que si un animal tiene tumores en ambos lados de su cuerpo y solo se le inyecta el virus en uno de ellos, la respuesta se da en ambos tumores por el aumento de la respuesta inmunológica del animal.

Osvaldo Podhajcer, director del Laboratorio de Terapia Molecular y Celular (LTMC) del Instituto Leloir y responsable del desarrollo (en la foto de portada junto a María Verónica López), le dijo a TSS: “Se trata de un biofármaco basado en una plataforma de virus oncolíticos, que tiene efectos sobre tumores sólidos y células obtenidas de tumores de ovario de cavidad peritoneal, que puede ser combinado con quimioterapia tradicional. “Cuando se logra que el virus exprese genes que estimulan la respuesta inmune, eso permite bloquear el crecimiento de un tumor. Se trata de una terapia genética con virus anticancerígenos no es una vacuna profiláctica sino terapéutica, es para personas que ya tengan la enfermedad desarrollada y la usen como parte de su tratamiento”, dice el director del LTMC.

El desarrollo se basa en un adenovirus bautizado AR2011, al que se le han hecho cambios en el genoma que hacen que sea muy diferente del que se usa para vacunas, por ejemplo. En este caso, se han echo muchos cambios genéticos, entre ellos, el uso de dos genes que modulan la respuesta inmunológica. Estos genes se seleccionan a partir de la biología de la respuesta inmunológica a estos tipos de cáncer. Se descubrió que el gen CD40N estimula la respuesta de memoria duradera, y el gen 41BBN estimula la llegada de linfocitos T fitotóxicos que atacan la célula maligna, y la acción combinada de ambos mejora el tratamiento. Además es un virus que se puede multiplicar solo, algo que no pasa en su uso en vacunas.

Imagen del adenovirus a través del microscopio. Foto: Instituto Leloir.

“El laboratorio con el que hicimos el convenio para continuar el desarrollo tiene inversores argentinos que quisieron buscar en el país proyectos con posibilidades de tener impacto global, y se pusieron en contacto con el CONICET y el Instituto Leloir. Ahora que el virus fue licenciado se han incorporado becarios para completar los estudios, pero será la empresa la que se encargue de las pruebas clínicas. La intención primordial de la empresa es hacer un producto biofórmaco escalable a nivel industrial. Ya están listos para la etapa clínica y están juntando los fondos para encararla. En nuestro país se podrían llegar a llevar a cabo las fases 1 y 2, aunque también en Estados Unidos, ya que esto no se habló directamente”, explicó Podhajcer.

El desarrollo contó con financiamiento de la Agencia I+D+i, de la Fundación Bunge y Born y del CONICET, además de un aporte importante de la Organización de Amigos del Instituto Leloir para la Investigación en Cáncer (AFULIC), una asociación basada en Río Cuarto, Córdoba, que hace más de 20 años apoya proyectos similares, especialmente aquellos dedicados a los virus oncolíticos.

“Antes, la inmunoterapia era solo el uso de anticuerpos, y hoy es el uso de CAR-T (terapias con células T), de virus oncolíticos, de células madre y combinación entre todas las cosas. En líneas generales, al combinar varios tipos de biofármacos que apuntan a diferentes puntos del tratamiento de un cáncer, no se aumenta la toxicidad ni los efectos que tiene la quimioterapia tradicional sobre las células sanas. Nosotros no hemos visto toxicidad en el uso de adenovirus, más allá de que puede pasar que el paciente responda o no al tratamiento. Esto hace que cada vez más se quieran usar este tipo de terapias combinadas con dosis muy bajas de quimioterapia”, explicó Podhajcer.

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