La rueca se hizo electrónica

Un desarrollo del INTI facilita el trabajo de artesanos e hilanderos de distintas comunidades y localidades de la Argentina. También se está usando en Bolivia y próximamente llegará a Chile.

Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – Una de las principales herramientas que se usa para el hilado es la rueca, que transforma los vellones de lana en ovillos listos para usar. Con la paciencia y la dedicación que implica este trabajo manual se logran hilados que terminan en prendas y tejidos con un encanto especial.

¿Cómo hacer que el trabajo sea más rápido y sencillo, respetando las costumbres de los artesanos y sin que pierda esa esencia artesanal que los hace tan atractivos? Esa fue una de las preguntas guía que motivaron el trabajo de los técnicos del Centro de Investigación y Desarrollo en Mecánica del INTI, que diseñaron una rueca electrónica en base a las condiciones operativas, la necesidad de descanso y la habilidad de quien la usa.

“El trabajo de las hilanderas en ruecas manuales o con usos lleva un gran deterioro físico, ya sea de la rodilla, la cadera, el hombro o la cervical, por la postura”, comenta Gerardo Tribiño, técnico de INTI Córdoba y uno de los diseñadores de las ruecas, y afirma que dichos dispositivos se desarrollaron en parte pensando en resolver ese problema. “Uno de los principales condicionantes al diseño era priorizar siempre la habilidad de las hilanderas, es decir que estas ruecas no pueden ser usadas por alguien que no sabe hilar para que, a diferencia de las ruecas a motor que hay en el mercado, se adapte a las hilanderas y no al revés”.

El proyecto surgió en el año 2008 y hoy cuenta con dos versiones diferentes, ambas diseñadas con motores que regulan el avance y la torsión del hilado, que permitirán reducir el tiempo de trabajo y el esfuerzo físico, sin perjudicar la calidad del producto.

El modelo inicial, denominado Lanin, tiene dos motores y ya va por su sexta versión. El segundo, llamado Tullku –que en quichua significa hilo bien torcido-, fue desarrollado en el año 2011 con un único motor. “Se parece más a las ruecas tradicionales”, explica Tribiño y recuerda que “este modelo se hizo porque había un grupo de hilanderas que no se terminaban de adaptar a la rueca bimotor”.

Para estos desarrollos, los técnicos estudiaron en profundidad cómo funcionan las ruecas tradicionales, teniendo en cuenta la rotación, la torsión y el avance, para entender cómo afectan a la hilatura.

El resultado: dos versiones que no usan pedal; fáciles de enhebrar e hilar con distintos tipos de fibras, como lana, pelos (de guanaco, conejo, llama y vicuña), seda, cachemira y algodón; preparadas también para ser usadas con energía solar -pensada para lugares donde no hay luz eléctrica, ya que funciona a 220v y 12v- y habilitadas para personas con capacidades motrices disminuidas.

“Cada rueca cuesta alrededor 2.000 pesos”, puntualiza Tribiño y les recomienda a las hilanderas interesadas que prueben los equipos antes de comprarlos, para corroborar si se adaptan al uso y con cuál modelo se sienten más cómodas. Para ello, el INTI ha distribuido ruecas en distintas localidades del país, donde artesanas y artesanos interesados pueden probarlas, antes de tomar la decisión de compra.

“Me encantaría que hubiera sucursales en todos lados donde poder probar las ruecas, pero esto es algo más social que comercial”, reflexiona el especialista y destaca el rol que tienen algunas hilanderas que ya están usando la rueca en la difusión de esta herramienta. Además, el INTI también brinda talleres y jornadas de capacitación grupales, donde “el intercambio es muy fructífero”.

Con respecto a la fabricación de estos modelos, hoy hay tres familias en Córdoba que se interesaron en el proyecto y fabrican parte de las ruecas, en lo que Tribiño llama “sistema ruecapartista”. “Hubo varios intentos fallidos de empresas e instituciones que trataron de producirlas, pero no dieron resultado”, confiesa el especialista y advierte que “todavía no hay grandes pedidos, la demanda es pequeña y no hay que crear falsas expectativas a los emprendedores”.

Actualmente, hay alrededor de 65 ruecas en uso en distintas provincias del país, “en su mayoría por artesanas de la puna de Salta y Jujuy», según detalla Tribiño, pero también en Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Córdoba, Buenos Aires y Río Negro.

Y eso no es todo, recientemente las ruecas transcendieron las fronteras nacionales, ya que fueron vendidas a Bolivia (pedidas por un grupo de artesanos en el marco del Proyecto Binacional Alpaca, una iniciativa conjunta de Perú y Bolivia para fortalecer a los pequeños productores de alpaca para su articulación con el comercio justo) y Chile.

 

 


15 ago 2013

Temas: Hilados, INTI, Pueblos originarios, Textil