Joaquín Valdés es el decano del INCALIN, el Instituto de Calidad Industrial creado por la UNSAM y el INTI. En esta entrevista, recuerda los momentos de su creación y traza el futuro de los patrones de medida y los estándares industriales.
Agencia TSS – El Instituto de Calidad Industrial (INCALIN) fue creado en 1995 a partir de un convenio entre el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la UNSAM, con el objetivo de atender las necesidades de mejora de la producción nacional. La optimización requiere que cada industria realice mediciones, normalizaciones y ensayos en sus procesos productivos basados en estándares de la industria. Pero ¿quién define esos estándares?
Joaquín Valdés, licenciado en Física y doctor en Ingeniería, es el decano del INCALIN y, hasta el año pasado, fue uno de los 18 miembros del Comité Internacional de Pesos y Medidas (CIPM, por sus siglas en francés), el organismo intergubernamental encargado de estandarizar las unidades de medida. El CIPM fue fundado en 1875 en París con el objetivo de homologar patrones de medida para la industria y el comercio internacional. Sus miembros son metrólogos elegidos según sus antecedentes y recomendados por sus pares. En esta entrevista, Valdés recuerda los primeros pasos del INCALIN, cómo se diseñó su oferta educativa y por qué cambiaron los patrones que determinan qué es un kilo y un metro.
¿Por qué se creó el INCALIN?
A mediados de los noventa se empezaba a hablar de calidad en la Argentina y algunas universidades lanzaron los primeros posgrados en gestión, sobre todo a partir de la norma ISO 9000. Eso era calidad de pizarrón, pero la calidad en la industria no es solo la gestión. El producto tiene que salir con la calidad que uno quiere y, para eso, permanentemente hay que hacer ensayos —mecánicos, eléctricos, químicos o físicos—sobre lo que se fabrica. Eso implica medir, porque los pilares de la calidad industrial son las mediciones y los ensayos. Por aquellos tiempos, en Alemania se comenzaba a hablar de un concepto resumido en las siglas MNPQ, de medir, normalizar, probar y calificar. Entonces, pensamos que, con el apoyo del INTI y del Polo Tecnológico Constituyentes, donde además de la UNSAM y el INTI estaban la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el CITEFA (hoy, CITEDEF, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa), se podía crear un instituto universitario dedicado a estos temas. El INCALIN nació como un instituto de la UNSAM por convenio con el INTI e inspirado en otros como el Balseiro y el Sabato.
¿Cómo se planteó la oferta educativa?
Cuando empezamos surgió una duda: si ofrecer carreras de grado y posgrado o, simplemente, capacitar a técnicos para que aprendieran a calibrar. Lo más demandado era la formación de gerentes, así que primero lanzamos los posgrados. Posteriormente, los gerentes que formábamos, o los directores de planta y responsables de los laboratorios de las empresas, nos empezaron a demandar técnicos. Así nacieron las diplomaturas. A la carrera de grado la teníamos en mente desde el principio, pero no teníamos un edificio acorde con lo que se necesitaba. Finalmente, ya con el campus de la UNSAM en funcionamiento y con la idea de que en algún momento íbamos a ocupar algún espacio, que esperemos que sea pronto, decidimos lanzar la Ingeniería Industrial. Este año, con un criterio similar, lanzamos la Ingeniería en Alimentos. Un diferencial de la UNSAM es que se apunta no solo a la enseñanza, sino también a la investigación, y por eso acá se realizan investigaciones con personal del INTI que además dicta clases en nuestra universidad. Esto genera un intercambio muy rico, pero queremos ir por más, por lo que vamos a lanzar un doctorado en calidad e innovación industrial único en el país. No será un doctorado que produzca publicaciones, sino que genere nuevos productos e instrumentos de medición destinados a la calidad, la metrología y los ensayos. Para esto esperamos contar no solo con el apoyo de la UNSAM y del INTI, sino también del Gobierno, que está por lanzar un plan nacional de calidad.
¿Cómo es el perfil de los alumnos del Instituto?
Nuestros alumnos son muy especiales porque no son estudiantes jóvenes, sino gente que trabaja en empresas. En estos 20 años tuvimos más de 1500 egresados y casi el 90 % provenía del sector empresario. El resto es personal del INTI o de otras instituciones, como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y la CNEA.
¿Qué distingue a las ingenierías del INCALIN de las que se dictan en otras universidades?
Lo que nos distingue es la metrología. En cada país existe un instituto nacional de metrología, que es la referencia para las mediciones y patrones locales, que a su vez deben estar internacionalmente reconocidos. Esta es la fortaleza del INCALIN. Los patrones han ido evolucionando y hoy el metro patrón ya no es una barra que está en París. Actualmente, está basado en la mejor medición de la velocidad de la luz y se realiza con láseres muy especiales. En el INTI está uno de esos láseres especiales con los que cada país realiza su metro, así como el tiempo se mide con un reloj atómico. Varios institutos nacionales de metrología tienen convenios como el que la UNSAM tiene con el INTI. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos trabaja con la Universidad de Colorado y tienen un instituto en conjunto, el JILA, que albergó a tres ganadores del Premio Nobel. La investigación en metrología está muy relacionada con la física y la química de frontera.
Pasado y presente
¿Cómo surgió el Comité Internacional de Pesos y Medidas y cómo llegó a ser uno de sus miembros?
En 1875, como subproducto de la Revolución Francesa, Francia hizo una convocatoria mundial para unificar el sistema de unidades. Por necesidades comerciales, pero también científicas y tecnológicas, era necesario tener un lenguaje común. A esa reunión concurrieron solo 17 países, entre ellos, la Argentina, y entonces se decidió crear una Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM, por sus siglas en francés), que en principio iba a tener los patrones del kilogramo y del metro. Esa oficina iba a estar supervisada por un comité internacional de 18 miembros —el CIPM—, que se reuniría todos los años y, cada cuatro, convocaría a todos los países adherentes, que hoy son más de 100, a la conferencia general de pesos y medidas, en la que se votarían las propuestas del comité internacional. El delegado del país va a la conferencia general cada cuatro años, pero el CIPM no implica una representación de cada país, sino que es una representación a título personal en la se elige a las personas por sus antecedentes. Tiene 10 comités consultivos, a los que van expertos de todos los institutos de metrología del mundo. A mí me tocó presidir el de acústica, ultrasonido y vibración. Este año dejé mi lugar después de 16 años, porque cada cuatro se renueva una parte.
¿La tecnología impulsa cambios en la forma de medición?
Sí, ahora estamos cerca de un cambio muy importante. A partir de 2018 no habrá mediciones basadas en artefactos físicos. Todas las unidades van a estar basadas en constantes fundamentales. Hoy, la única que queda es el kilogramo patrón. Desde hace más de 10 años se están realizando experimentos para poder reemplazarlo. Es necesario porque la definición dice que un kilo es la masa de la pesa que está allí en París y era necesario encontrar algo que fuese más estable. Como para el metro se utiliza la velocidad de la luz, el kilogramo probablemente tenga como referencia la constante de Planck, que proviene de la mecánica cuántica. Hay dos experimentos en marcha para esto. Uno es un kilogramo eléctrico: en un platillo de una balanza electromagnética se pone un kilogramo y, en el otro, una bobina por la cual circula una corriente eléctrica en un campo magnético que genera una fuerza electromagnética que compensa la fuerza de atracción gravitatoria del kilogramo. En la parte eléctrica es donde aparece la constante de Planck. El otro experimento es el del kilogramo atómico, que consiste en contar cuántos átomos hay adentro de una esfera de silicio de un kilogramo. En este caso, el problema es que la esfera puede tener imperfecciones o contaminación con átomos de otros elementos, por lo que el desafío es que tiene que ser un silicio lo más perfecto posible.
¿Qué tendencias percibe en lo que hace a la calidad industrial?
Lo que se denomina la cuarta revolución industrial. Hoy en día, Internet vincula a las personas, y, en un futuro próximo, todas las máquinas van a tener que ser compatibles con Internet. Las fábricas van a tener el proceso productivo totalmente interconectado, lo que permitirá un control instantáneo de lo que se está produciendo. La calidad industrial va a ser algo verificable en el momento. Hoy se saca una muestra, se la mide y, posteriormente, el instrumento de medición va a un laboratorio para ser calibrado. Lo que se quiere lograr es que los patrones estén lo más cerca posible de la máquina y, en lo posible, embebidos en ella. Se busca que los sensores de medición estén incluidos en chips que puedan emitir señales al exterior, lo que implica una nueva metrología y un nuevo concepto de calidad industrial.
13 oct 2016
Temas: Calidad, INCALIN, Ingeniería, INTI, Metrología, UNSAM