Científicos argentinos de diversas instituciones fueron intimados por una ONG a retractarse por un artículo en el que cuestionan el concepto de reasilvestramiento y su implementación en el país. Ante dicho conflicto, impulsaron un debate para discutir qué modelos de conservación deberían aplicarse en el territorio nacional.
Agencia TSS – Científicos argentinos de diversas instituciones fueron intimados con una carta documento por parte de la Fundación Rewilding Argentina. ¿El motivo? Cuestionar la estrategia de conservación conocida como “rewilding” (en castellano, reasilvestramiento), en un artículo de opinión publicado en la revista científica Mastozoología Neotropical y firmado por 120 especialistas. En la carta documento, la ONG solicita “su inmediata retractación pública, en relación a las afirmaciones calumniosas vertidas en contra de cada uno de quienes trabajamos en la Fundación Rewilding Argentina”.
El hecho es visto con preocupación por la comunidad científica ya que, como señala una declaración firmada por el consejo directivo del CONICET CENPAT, “el debate de ideas en conjunto con la adecuada evidencia debe ser considerado una valiosa fuente de información para quienes participan en la elaboración de planes y estrategias de conservación de la fauna silvestre” y no debería llevarse a un plano judicial. El grupo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA), entre otros, también manifestó su preocupación y señaló: “que se busque opacar su voz por el simple hecho de ser discordante con agendas de conservación fijadas por ONGs internacionales es una indicación de que hoy, más que nunca, el sistema científico es un instrumento fundamental para el establecimiento de políticas soberanas”.
Los proyectos de reasilvestramiento impulsados por la Fundación Rewilding Argentina y cuestionados por los científicos son dos: el de reintroducción del ciervo de los pantanos en El Impenetrable, en Chaco, y el de reintroducción del huemul en Santa Cruz (con tres ejemplares provenientes de Chile). Con respecto al del ciervo de los pantanos, la Dirección Nacional de Conservación de Parques Nacionales convocó hace dos semanas a una mesa técnica con diversos expertos y, luego de escuchar sus argumentos, rechazó el proyecto y lo consideró inviable.
A raíz de este conflicto, la Red Universitaria por la Crisis Climática (RUCC) organizó este lunes la charla-debate “Políticas públicas de conservación: Modelos en disputa”, que se realizó en el edificio Cero + Infinito de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA). Allí, especialistas de diversas instituciones vinculadas a la conservación se refirieron a la denuncia recibida por parte de la Fundación Rewilding Argentina, pero remarcaron que la idea no es detenerse en el conflicto sino usarlo como puntapié para discutir qué modelos de conservación deberían aplicarse en nuestros territorios, señalando la importancia de que esas discusiones estén basadas en evidencia.
“En la Argentina, las iniciativas que involucran el rewilding han tenido un aumento abrupto en los últimos años. Creo que dichas iniciativas deben ser consensuadas y basadas no solamente en la evidencia científica disponible, sino también en la inclusión de comunidades locales humanas que se verán directamente afectadas por esos proyectos. La conservación de la biodiversidad debe tener la máxima prioridad, en eso estamos todos de acuerdo, pero tiene que ser consensuada, discutida y planificada”, expresó Mercedes Guerisoli, investigadora del Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (IADIZA-CONICET) y primera autora del artículo denunciado.
Otro de los oradores presentes fue Juan Emilio Sala, coordinador de la iniciativa Pampa Azul e investigador del CONICET CENPAT. El biólogo explicó que, a grandes rasgos, hay dos grandes modelos de conservación en discusión. El primero se centra en la estructura de los ecosistemas e incluye debates sobre cómo deberían ser las áreas de conservación. Dentro de este modelo, hay quienes confieren a las especies un valor intrínseco y consideran que todas son igualmente importantes. También establece una clara distinción entre humanos y naturaleza, y postula la necesidad de restaurar los ecosistemas para que se parezcan lo más posible a cómo eran antes de la intervención humana.
El segundo modelo, en tanto, tiene una mirada más funcionalista y establece conceptos como el de “servicios ecosistémicos”. Esta mirada considera que los ecosistemas pueden perder alguna especie pero si la función se mantiene, eso no representa un problema. Intenta romper la dicotomía entre naturaleza y sociedad introduciendo modelos de mercado, lo que muchas veces puede llevar a considerar la naturaleza como un commodity más. “Ambos son modelos desarrollados en el hemisferio norte e impuestos de distintas maneras por algunas ONG en el hemisferio sur, como si nosotros no tuviéramos capacidad de pensar nuestros propios modelos. Por eso, es importante discutir esto, porque discutir los conceptos es discutir las prácticas”, señaló Sala.
A su turno, Guerisoli contó sobre los debates que se han venido dando en los últimos años en torno a la estrategia de rewilding o reintroducción de especies en diversos ecosistemas. “Se lo podría definir como un histriónico procedimiento de manejo de la conservación que aún no presenta un consenso ni en su definición ni en su implicancia”, apuntó. De todos modos, para hacer una aproximación al concepto y basándose en la bibliografía existente sobre el tema, señaló que se trata de un proceso de reconstrucción de un ecosistema natural que busca realizarse tras una gran perturbación, mediante la restauración de los procesos naturales y de la red alimentaria completa. El problema, señaló la investigadora, es que definir cómo hacer esa restauración no es sencillo.
“Me voy a inspirar en una analogía mencionada por algunos referentes del rewilding a nivel mundial: es como querer reacondicionar un auto antiguo. Supongamos que tenemos un Renault 12 pero ya no contamos con las piezas originales para hacerlo funcionar. Podríamos introducir piezas de otros modelos similares que consigamos actualmente porque, al ser una máquina construida por el humano, conocemos la función de cada pieza. Sin embargo, en el caso de los ecosistemas de nuestro país, hay mucho que aún no sabemos sobre las piezas que hacen a su función. Entonces, me pregunto si es criterioso querer reacondicionar un ecosistema al introducir piezas ajenas por el solo hecho de querer recuperar una funcionalidad que tampoco conocemos en profundidad”, reflexionó Guerisoli.
Otro de los autores del artículo y disertantes del debate fue Pablo Teta, presidente de la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM). El especialista en taxonomía advirtió que la estrategia de reasilvestramiento simplifica cuestiones que son complejas de determinar y señaló que cualquiera que haya estudiado cómo han cambiado las comunidades de pequeños mamíferos en los últimos diez mil años, puede observar que no ha habido un único ecosistema patagónico, sino que las especies fueron variando debido a numerosos factores climáticos y ambientales. “Entonces, cuando dicen que hay que volver a un ecosistema, ¿a cuál deberíamos volver?, ¿dónde ponemos el corte?”, planteó.
Además, consideró que todavía hay mucho conocimiento que falta generar y puso como ejemplo que en los últimos tres años se describieron diez especies nuevas de mamíferos en la Argentina. “En un grupo donde no tenemos bien definidas las especies, ¿tiene sentido que se traigan poblaciones de otro lugar? Primero, necesitamos generar más conocimiento básico”, remarcó. “En el caso del ciervo de los pantanos, se supone que estuvo en El Impenetrable a partir de evidencias indirectas pero no hay evidencias directas de ello. Además, que una especie haya estado en otra época no significa que hoy las condiciones estén dadas para que estén en el mismo lugar. Los ecosistemas cambian”, agregó.
Por su parte, Ana Mattarollo, coordinadora de Planeamiento y Gestión Ambiental de la Administración de Parque Nacionales, contó que el de áreas protegidas es un modelo de conservación válido pero insuficiente en la actualidad, ya que la pérdida de biodiversidad se aceleró en los últimos tiempos. También señaló que es importante tener en cuenta los diversos saberes a la hora de definir políticas de conservación, incluyendo tanto el conocimiento científico como el de las culturas que habitan en torno a estos territorios.
“No solo hay que discutir el cómo y el dónde se hace conservación, sino también para qué y para quiénes conservamos. Si para la elite que viene a visitarnos o para nuestros pueblos”, afirmó. En la misma línea, Nicolás Lois, becario del CONICET e integrante de la Agrupación Rolando García, se refirió a la necesidad de tener presente que la ciencia es una actividad política y, por ende, no se puede hacer ciencia estando aislados del entorno. “Los científicos no tenemos formación en política científica y sería importante tenerla porque hacer conservación es construir política”, sostuvo.
Finalmente, Mattarollo señaló que, para ella, un aspecto crucial respecto a la conservación de la biodiversidad no se encuentra dentro de las áreas protegidas sino fuera de ellas. “La discusión que hay que dar y que realmente va a traer una mitigación de los efectos de la crisis ambiental no es la traslocación de animales, sino la discusión de una política de producción agrícola y de la extracción de minerales, entre otras actividades”, subrayó la especialista. Y concluyó: “El entorno y el manejo de la tierra también tienen que ser compatibles con la conservación. Si tenemos campos de soja que llegan hasta el borde de nuestras áreas protegidas, es probable que no seamos exitosos”.
Luego de la exposición de cada orador, se abrió el micrófono a los presentes en el auditorio y el debate se extendió por casi dos horas más. El evento completo puede verse aquí.
14 jul 2023
Temas: CONICET, Conservación, Ecología, FCEN. UBA, Reasilvestramiento, Restauración, Rewilding Argentina