Sol, puna y termas

Investigadores del INENCO en Salta han diseñado un edificio bioclimático con diversas estrategias de energía no convencional, que se está construyendo en Termas de Pompeya y con el que esperan fomentar el turismo de la zona.

Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – San Antonio de los Cobres, en Salta, es una de las zonas con mayor radiación solar en el mundo. Algo que la convierte en un lugar ideal para aprovechar este recurso energético. Allí, a cuatro kilómetros del pueblo, brota en medio de la puna una terma natural cuyas aguas hipertérmicas, alcalinas, hipotónicas y ricas en algas verdes se mantienen entre los 35 y los 52 grados centígrados. Además, tendrían cualidades balneoterápicas, para la piel y los dolores reumáticos, por ejemplo.

El problema es que la calidez de la terma contrasta con el viento y el frío característicos de esta zona de puna, que aún en verano registra heladas y temperaturas que rondan entre los 10 y 12 grados. Además, en este pequeño paraje llamado Pompeya, ubicado a 3.800 metros sobre el nivel del mar, no hay ningún tipo de servicio: ni luz, ni agua potable, ni gas.

Aún así, las particularidades climáticas se suman a las geológicas, ya que se trata de una zona volcánica. Un destino atractivo no solo para turistas curiosos –que pasan en el tren de las nubes o en viaje de Purmamarca a Chile– sino también para investigadores y estudiosos de las ciencias de la Tierra.

“El lugar es ideal para hacer algo con arquitectura bioclimática”, asegura Silvana Flores Larsen, doctora en física del Instituto de Investigaciones en Energía No Convencinal (INENCO) de la Universidad Nacional de Salta y el CONICET y coordinadora de un equipo interdisciplinario –que incluye arquitectos, geólogos e investigadores del Instituto Geonorte– con el cual desarrolló un proyecto para la construcción de un “centro termal interpretativo recreativo y social en termas de Pompeya”.

A fines del año pasado, esta iniciativa obtuvo el financiamiento del  Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y ya se ha puesto en marcha. Por su parte, la Municipalidad de San Antonio de los Cobres se sumó a este proyecto: actualmente se ocupa de llevar adelante la obra y las tareas de construcción en el lugar, y luego se encargará de la administración.

El proyecto incluye la construcción de un edificio bioclimático –que trabaja el diseño, los materiales y la orientación en relación con el clima– de 110 metros cuadrados, energéticamente auto-sustentado e integrado al entorno. “Está pensado para que no se vea como algo traído de Marte, sino que está mimetizado con el paisaje”, destaca Flores Larsen y detalla que para la construcción de este edificio se utilizarán piedras volcánicas de la zona (ignimbritas y lavas basálticas) y diversas estrategias energéticas, sin necesidad de utilizar electricidad.

Por ejemplo, para iluminarlo pensaron en usar energía solar fotovoltáica y para calentarlo no solo tuvieron en cuenta la orientación que tendrá el edificio, también usarán la misma agua caliente que viene bajo tierra.

“A eso le sumamos un muro de tipo Trombe en una de las fachadas”, agrega Flores Larsen y explica que se trata de un muro de piedra negra que lleva un vidrio delante, que hace que la radiación lo caliente a 60 o 70  grados y trasmita el calor hacia el edificio. Además, las paredes llevarán una aislación de telgopor: “se hace una especie de sándwich, piedra, telgopor, piedra, para el que hay que usar muy bien los espesores porque con ellos se maneja la variación de temperatura que habrá dentro de la casa”, grafica la especialista.

Con esta iniciativa, se busca logar la permanencia del turista en San Antonio de los Cobres, para generar un mayor ingreso económico en los sectores de alojamiento, gastronómico y artesanal en la localidad, así como ofrecer una nueva alternativa recreativa para fortalecer los vínculos familiares de quienes viven en la zona.