Sensores ambientales para los barrios

Durante el encuentro de Herramientas Científicas Libres para el Monitoreo Ambiental y Participativo, organizado por los colectivos reGOSH y CoSensores, se realizaron talleres de construcción de sensores ambientales y se instalaron medidores de calidad de aire en la Escuela Técnica de la UNSAM y en un comedor del barrio La Cárcova.

 
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Agencia TSS – Durante un encuentro de casi una semana que comenzó el martes 27 de junio en el campus de la UNSAM, se realizaron una serie de talleres en los que se enseñó, principalmente a investigadores y estudiantes, a construir diferentes tipos de sensores electrónicos para medir variables del ambiente, como la calidad del aire. Se trata de sensores desarrollados con herramientas de hardware y software libre, lo que los hace de bajo costo y permite tener un control sobre el funcionamiento del dispositivo.

Como parte de las actividades, se instalaron medidores de calidad de aire en la Escuela Técnica de la UNSAM y en un comedor comunitario del barrio la Cárcova, en José León Suárez, frente al CEAMSE. También se instaló un medidor en el campus de la UNSAM, que permitirá realizar monitoreos y comparaciones con lo que pasa en La Cárcova.

Las organizaciones a cargo del encuentro fueron reGOSH -la Red de Tecnologías Libres para Ciencia y Educación en América Latina- y el Grupo Sensores Comunitarios (CoSensores), un grupo de investigación en aspectos socioambientales que utiliza herramientas libres.

Durante el encuentro, de casi una semana y que comenzó el martes 27 de junio en el campus de la UNSAM, se realizaron una serie de talleres en los que se enseñó sobre la construcción de sensores ambientales.

“Estos sensores no los armamos porque sí, para tener un dato aislado del ambiente, sino que esta salida (a la Escuela Técnica de la UNSAM) nos permitió ver cuál es la necesidad que existe de medir la calidad del aire que se está respirando en un lugar rodeados de basura y de quemas. Mientras estábamos parados en la puerta del comedor un vecino empezó a quemar basura y se llenó el aire de material particulado, pero, si no lo hace, la basura de acumula”, explicó a TSS Ignacio Borón, investigador del CONICET e integrante de CoSensores. Estos barrios están justo enfrente del CEAMSE pero, paradójicamente, por allí no hay servicio de recolección de basura municipal.

En las primeras mediciones del sensor de aire instalado en La Cárcova se llegó a picos de 100 microgramos por metro cúbico en el aire, mientras que los máximos recomendados por la OMS son de 45. En el sensor instalado en el campus de la UNSAM el máximo fue de 35, aunque durante la noche no hubo mediciones por falta de alimentación eléctrica y conexión a Internet.

Además de los sensores de material particulado en aire, de 2,5 y de 10 micras, en los talleres realizados por reGosh se enseñó a ensamblar y soldar un conductímetro, que se usa para medir los iones disueltos en agua y así inferir la presencia de contaminantes. También un colorímetro, para medir colores y también inferir el tipo de contaminantes que puede haber en el agua, y de un caudalímetro, que convierte el flujo de agua en un voltaje y así se puede inferir el caudal que circula por un conducto. El sensor se completa con un registrador de datos, que permite acumular esa información. Todo se basa en placas electrónicas Arduino, de bajo costo, y en estándares abiertos de datos. El objetivo del proyecto es acompañar a las comunidades que enfrentan problemáticas ambientales, para que cuenten con tecnologías abiertas que les permitan registrar datos sobre contaminación de forma autónoma y veraz.

Las organizaciones a cargo del encuentro fueron reGOSH -la Red de Tecnologías Libres para Ciencia y Educación en América Latina- y el Grupo Sensores Comunitarios (CoSensores), un grupo de investigación en aspectos socioambientales que utiliza herramientas libres.

Los sensores de calidad de aire instalados en la Escuela Técnica, en el comedor comunitario y en el campus de la UNSAM, también tienen sensores de temperatura y humedad, ya que estos factores pueden modificar las mediciones y por eso se utilizan para calibración. Borón explicó: “Según el tamaño que tenga el material particulado puede tener efectos en el sistema respiratorio. Las partículas más grandes pueden ingresar a través de la nariz, pero como son grandes son retenidas en esas primeras partes del sistema respiratorio. Las partículas más chicas, en cambio, pueden llegar a los pulmones, con efectos todavía más graves. Estos sensores permiten medir la concentración de estas partículas y de alguna manera estimar también su tamaño”.

Esta instalación de sensores surgió del proyecto Migrantas, de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM, que busca trabajar con mujeres migrantes del partido de San Martín. Uno de sus ejes de acción fue el ambiental, para lo cual se pusieron en contacto con el instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3IA), también de la UNSAM, para analizar aspectos como la calidad del aire, y a partir de esa idea se pusieron en contacto con el colectivo coSensores.

“Vimos la preocupación y el interés de los vecinos por abordar el problema y tratar de resolverlo. Esta herramienta viene a dar un dato numérico para dar cuenta de lo que los vecinos ya saben: que se quema basura y eso afecta el aire que respiran. Nuestro deseo es que esto fortalezca el reclamo y el intento de resolver la situación, que es muy compleja porque no se puede pensar lo ambiental separado de lo social”, dijo Borón. Y agregó: “Ellos están registrando dónde se junta la basura, qué tipo de vegetación hay, cómo está el arroyo y los canales. Son observaciones muy importantes, de base, para después poder tomar decisiones”.

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