Investigadores del INTA trabajan en un sistema que usa especies locales para limpiar líquidos cloacales de pequeñas urbanizaciones en zonas alejadas de las ciudades. Esto permite cuidar los arroyos y las napas freáticas con un sistema de bajo costo y mantenimiento, fácil de construir y que no usa energía eléctrica ni químicos agregados. Pronto se probará en dos proyectos piloto en poblaciones bonaerenses.
Agencia TSS – “El mejor plan de salud es agua corriente y cloacas”, decía el primer ministro de Salud, Ramón Carrillo. Y esto sigue siendo así, aunque se sabe que lo más importante de las cloacas no es solamente alejar los efluentes de las personas, sino también poder hacerles un tratamiento que los haga inocuos para que el agua pueda volver a la naturaleza. Actualmente, se conocen muchos tratamientos que se pueden hacer en pequeña escala para mejorar las aguas y que no terminen contaminando un curso de agua que luego enfermará a otras personas.
Un grupo de investigadores del INTA está estudiando un sistema que usa plantas nativas para limpiar los efluentes cloacales de pequeñas urbanizaciones en zonas alejadas de las ciudades. Esto permite cuidar los arroyos y las napas freáticas de donde luego se extrae el agua para beber, con un sistema que tiene un bajo costo, no usa energía eléctrica ni químicos agregados, y que tiene bajo mantenimiento.
El director del proyecto e investigador del INTA, Ramiro Simonetti, le dijo a TSS: “Venimos trabajando en sistemas de tratamiento biológico como estas tecnologías para sanear las aguas. En este caso, funciona a través de procesos ecológicos naturales y lo que hacemos es diseñar el sistema según el residuo y el caudal que se necesite tratar”.
Ahora se está trabajando con productores que viven y trabajan en el Delta del Paraná. En esa zona, mucha gente no tiene energía eléctrica y las tierras se inundan seguido con las sudestadas. Dado que uno de los factores más importantes del sistema es el caudal de agua que debe procesar, para poder regularlo en el Delta deben hacer un sistema cerrado contenido dentro de tachos y tanques que se pueden encontrar fácilmente en ferreterías y corralones.
El sistema de sanemiento está dividido en dos etapas. Una primaria, en la que se dividen sólidos y grasas mediante decantación y flotación, con la ayuda de biodigestores o tanques sépticos, y una secundaria en la que el agua pasa por un humedal artificial con plantas nativas. Allí, el agua atraviesa lentamente un sustrato de piedras, plantas y bacterias del suelo que van procesando los nutrientes del agua para liberarla limpia y sin bacterias peligrosas. En la escala que están trabajando en el Delta, el gas que genera el biodigestor no alcanza para poder hacer un aprovechamiento de él pero en otras zonas donde hay productores que generan más volumen de residuos orgánicos sí sería posible darle ese uso.

“Nuestro objetivo es que se desarrollen las plantas adaptadas al ambiente y al entorno del lugar, entonces, generalmente dejamos un tiempo para que se estabilice el sistema. Los microorganismos que procesan los residuos son los que naturalmente se encuentran en el ambiente y por eso también usamos plantas nativas. Esto es un plus para nuestra investigación porque los estudios que hay sobre estos sistemas son con otras plantas que no se encuentran en nuestra latitud”, explicó Simonetti.
También es importante que los usuarios sepan qué residuos puede tratar el sistema. Cantidades excesivas a químicos podrían afectar a las plantas o a la vida bacteriana que trata el agua. De todas formas, se trata de sistemas robustos como para que puedan soportar algo de agua con cloro o elementos típicos que podrían usarse en una casa, pero es necesario que los productores que los usan tengan una capacitación previa para no romper el equilibrio biológico.
El proyecto recibió financiamiento de la convocatoria de Ideas-Proyecto de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Provincia de Buenos Aires, y del CONICET, y fondos propios del Instituto de la Producción de Agricultura Familiar del INTA.
Según explicó Simonetti, hoy están “en la etapa de validación de la tecnología, haciendo ajustes y monitoreo con laboratorios del CONICET en los sistemas que ya instalamos, y los adaptamos para que respeten las ordenanzas de cada uno de los municipios en los que funcionan. Una vez que la tecnología esté validada vamos a hacer los manuales paso a paso para que la gente se pueda construir su propio sistema con recursos que se consiguen en cualquier ferretería”.
El proyecto también será probado en dos urbanizaciones, una del municipio de Presidente Perón, con 64 lotes, y otro de Moreno con 109 lotes. Contarán con un humedal en cada propiedad y otro en el espacio común en el que funcionará un comedor comunitario. Lo que se necesita es que los lotes no estén hacinados, ya que estos sistemas ocupan una superficie importante, algo que no supone un problema en zonas rurales.
Este tipo de tecnologías de bajo costo pueden tener un impacto importante en la salud de la población si se cuenta con el conocimiento para llevarlo a cabo. “Estudiar estas tecnologías en pequeña escala es fundamental para poder tener una producción sustentable y generar impacto en el ambiente. Las tecnologías convencionales que existen no es posible que lleguen a todos los productores y es muy importante concientizar sobre el tratamiento de efluentes y, sobre todo, sobre el potencial del tratamiento descentralizado”, cerró Simonetti.
17 nov 2025
Temas: Acceso al agua, Agua potable, CIC, CONICET, INTA, Potabilización de agua, Saneamiento





