La vida de Galileo Galilei es un ejemplo del vínculo problemático entre ciencia y religión. El investigador Michael Segre reflexiona sobre su figura y sobre por qué lo considera “el primer científico”. Además, cuestiona la planificación en ciencia y tecnología.
Agencia TSS – Michael Segre, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad Gabriele d’Annunzio (Italia), afirma que las universidades no anima nlo suficiente a la crítica, que tienen que volverse más abiertas y que, en este sentido, siguen siendo un espacio “medieval y tribal”. Segre —que fue docente en la Universidad de Múnich y miembro del Centro de Estudios del Renacimiento Italiano en la Universidad de Harvard en Villa I Tatti (Italia)— estuvo en la UNSAM invitado para participar del ciclo de debate Incitaciones a los Clásicos, que organizan en conjunto la Escuela de Humanidades, el programa Lectura Mundi y el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES). El historiador es autor denumerosos libros y artículos, como In the Wake of Galileo (1991) y “Peano’s Axioms in their Historical Context” (1994). En la UNSAM brindó la conferencia “El caso Galileo, 400 años después”. Especialista en la figura del que considera “el primer científico”, Segre dice que “Galileo tuvo que atravesar una controversia que hoy todavía está irresuelta, aunque la Iglesia católica diga lo contrario. La solución que dio el papa Juan Pablo II fue una ilusión”.
¿Por qué seguimos hablando tanto sobre Galileo 400 años después?
Hay muchas razones. Galileo fue el primer científico de la historia y estuvo involucrado en el primero y más famoso escándalo relacionado con ciencia y religión. Eso fue hace 400 años, cuando Galileo fue enjuiciado y sentenciado a un arresto domiciliario de por vida, una condena con la que la Iglesia cargó durante siglos, pero todavía hay mucho por hacer. Hubo una tentativa de cerrar el caso entre 1979 y 1992, impulsada por el papa Juan Pablo II, y no funcionó. La Iglesia católica cree haber resuelto la controversia, pero es una ilusión porque la solución no fue tal y todavía existe preocupación por este problema, entre otras cosas, porque no hubo diálogo suficiente. Esto no es algo aislado: si no se resuelve este caso, es difícil resolver otros. Hoy hay muchas tensiones entre ciencia y religión, que emergen todo el tiempo: procreación, aborto, eutanasia y muchos temas relacionados con la bioética.
Pero son temas que pueden generar tensiones entre diversas creencias…
Cada religión tiene diferentes respuestas para estas cuestiones y no en todas son tensiones. En noviembre tendremos un congreso internacional en Chieti (Italia), en el que juntaremos a representantes de distintas religiones con científicos para tratar de hablar de la relación entre ciencia y religión en busca de soluciones para manejar estas tensiones que, en mi opinión, se alcanzan a través del diálogo. De hecho, el que introdujo el diálogo fue Galileo. Fue capaz de dialogar con todos, hasta con sus oponentes. Deberíamos encontrar el modo de hablar con nuestros adversarios, y eso, por supuesto, requiere cierta forma civilizada de comunicarnos entre nosotros, de escucharnos. Esa fue la gran lección de Galileo. De hecho, la ciencia está construida sobre el diálogo, como debería estarlo toda sociedad civil.
Lo paradójico es que, al final, él no fue escuchado, ¿no?
¡Exacto! Esa es la gran enseñanza: él no fue escuchado, pero los que más sufrieron por eso fueron los que no lo dejaron hablar. Si uno no deja que los oponentes hablen, de algún modo sus mensajes van a aparecer y eso lo terminará lastimando a uno. Es lo mismo en ciencia, porque hay algunos científicos que son más políticos que científicos, que buscan poder. Eso es muy común hoy, porque buscar poder alienta ciertas cosas y desalienta otras, en vez de un diálogo abierto y honesto. Incluso, en la comunidad científica actual hay más deshonestidad intelectual que tiempo atrás. Galileo fue un gran promotor de la honestidad y la transparencia.
Galileo pudo desarrollar sus investigaciones gracias al apoyo de los Medici. ¿El caso sirve para reflexionar sobre cómo evolucionó el financiamiento de la ciencia?
En ese momento funcionaba con patrocinios y ahora también. Actualmente, hay una contribución general de los gobiernos para apoyar a estudiantes y científicos. La sociedad en general está más involucrada que hace algunos siglos y eso es mucho mejor. Pero, al mismo tiempo, siempre ha existido algún político o patrón que dice que ciertos campos son más importantes que otros. Por ejemplo, en Italia hubo un ministro de Finanzas que dijo que de la cultura no comemos. Y, entonces, la cultura no era una prioridad. Por supuesto que no coincido porque nuestra civilización está basada en la cultura. El conocimiento científico debería ser fomentado en todas las direcciones porque nunca se sabe desde donde pueden surgir respuestas.´No se puede planear la ciencia porque no se puede planear el futuro.
Sin embargo, existe consenso sobre la necesidad de tener una estrategia antes de invertir en investigación.
La elección estratégica es un juego de planeamiento. Yo creo que la investigación debería ser libre, pero siempre sujeta a la crítica, para poder evitar errores. Es decir, si a un científico le pagan por hacer su trabajo, entonces, su investigación debería estar disponible para la sociedad de científicos, para que pueda ser analizada críticamente, para que haya un debate que permita detectar qué puntos se pueden mejorar y cuáles es necesario rechazar. Todo el tiempo debería haber un espacio para el diálogo y la crítica.
Los países en desarrollo tienen una situación diferente, en general, con menos recursos. ¿Considera que en esos tampoco se justifica planificar la inversión en ciencia y tecnología?
Por supuesto que hay políticos que alientan el desarrollo de ciertos campos en todos los países, pero ellos pueden ser más o menos corruptos. Es difícil decirlo, pero creo que debería ser lo más libre posible.
¿Y en cuanto al desarrollo tecnológico? Galileo era científico y tecnólogo. Hoy, muchos las consideran dos cuestiones separadas, mientras que otros creen que el conocimiento es uno solo.
La tecnología depende de la ciencia tanto como la ciencia de la tecnología. Son dos cosas diferentes, pero tienen que trabajar en armonía. Algunos países pueden favorecer el desarrollo de ciertas tecnologías o su importación para resolver ciertos problemas específicos, como el hambre, y eso es bienvenido. Pero, nuevamente, en lo que concierne al desarrollo científico, debería ser sin dirección porque todas las ramas del conocimiento contribuyen a la evolución de la ciencia y de la tecnología.
20 oct 2016
Temas: Ciencia y religión, Galileo Galilei, Historia de la ciencia, Política científica y tecnológica