Memolli: “La Argentina no puede mostrar sometimiento en una disputa territorial”

Mariano Memolli trabajó durante 27 años en la Antártida y fue director nacional del Antártico durante más de una década. Este médico especializado en inmunología habló con TSS sobre la importancia de la investigación y la soberanía científica en el territorio austral. También criticó la estrategia diplomática del Gobierno con respecto a Malvinas.

Por Vanina Lombardi  
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Agencia TSS — En 1989, Mariano Memolli trabajaba en el hospital privado Antártida, hasta que un día vio un aviso en el diario en el que se solicitaba personal para trabajar en el Continente Blanco. “Estaba económicamente muy mal porque me debían seis meses de sueldo. A los 15 días de haberme anotado —tras ver un anuncio en el diario— me llamaron y me recibió el teniente coronel —Luis Roberto— Fontana, que era farmacéutico y fue quien hizo el enlace entre el coronel Hernán Pujato y —el ex presidente Juan Domingo— Perón, cuando se fundó la base San Martín. Me llamaba la historia, me llamaban los grandes y me empezó a gustar”, recuerda este médico especializado en inmunología que por entonces fue contratado para trabajar como médico, pero a quien antes de partir le anunciaron que iría como jefe de base. Allí estuvo casi dos años ininterrumpidos, hasta 1991. Más de una década después, en el año 2003 y gracias a su experiencia en territorio, fue designado titular de la Dirección Nacional del Antártico, cargo que ocupó hasta mediados de 2016.

¿Qué logros destacaría de su gestión en la Dirección Nacional del Antártico?

Uno de los mayores logros es haber potenciado las instalaciones científicas. No se pudo hacer en todas las bases porque poco antes —durante la presidencia de Eduardo Duhalde— se separó por decreto la logística de la ciencia y la conducción política en la Antártida, que quedaron en ministerios diferentes. Eso complejizó mucho la gestión, entre otras cosas porque la planificación quedó a cargo de Cancillería y la ejecución en el Ministerio de Defensa. Así, se hacía muy difícil manejar todo junto con presupuestos separados. Pese a eso, las compras se hicieron, se construyeron laboratorios, la superficie destinada a la campaña paso de 40 metros programados a más de 400 metros, y se diagramó la reconstrucción del rompehielos Almirante Irizar, con una capacidad superior para albergar científicos, que ahora inaugura otra gestión.

Eso se pudo hacer gracias al trabajo de años anteriores…

Y… así son las políticas de Estado. Está bien que otra gestión continúe el trabajo de la anterior, lo que está mal es que no se reconozca o que se diga que lo anterior se hizo mal, pero resulta que cuando inauguramos las cosas son buenas. Entonces, así como me parece bien que un presidente ponga en funcionamiento de nuevo el rompehielos, aunque el 90% de esa reconstrucción se haya hecho antes, sí está muy mal que no se considere que es una política de Estado. También soy crítico de que su relanzamiento haya sido una cuestión militar y no se haya visto la presencia de los científicos como los reales destinatarios de ese rompehielos, porque eso es ocultar la soberanía científica.

«Está bien que otra gestión continúe el trabajo de la anterior, lo que está mal es que no se reconozca o que se diga que lo anterior se hizo mal», dice Memolli.

¿Qué implica la soberanía científica si hablamos de la Antártida?

Desde que la Argentina empezó a tener una motivación antártica, destinó ese espacio del continente a la investigación científica, por lo menos 40 años antes de que se designara como territorio consagrado a la paz y la investigación “de los confines del mundo”, como lo llamaron inicialmente. La Argentina tiene un modelo pacífico, con la ciencia como eje, para el afincamiento de familias y efectivización de la soberanía, bajo el precepto de que la ocupación militar no da derechos, a diferencia de los principios colonialistas que sí plantean la ocupación militar como un eje de la ocupación de un territorio. Cuando hablamos de soberanía antártica, nos referimos tanto a la Antártida como a todos los espacios del territorio marino circundante: las islas subantárticas, Georgias y Sándwich, y nuestras Islas Malvinas. Cuando la Argentina tiene presencia efectiva en la Antártida y habla de la soberanía efectiva en el Atlántico Sur y en la Antártida, un poco da vuelta ese mapa en el que el norte está arriba y el sur abajo, porque dice: nosotros también somos un país que es potencia en la Antártida. ¿Cómo lo demostramos? A través de nuestra presencia científica, porque la Argentina no es un país colonialista. En el territorio antártico existen recursos pero no es solo eso, es también un lugar para habitar y desarrollarse.

A lo largo de su trayectoria también participó en investigaciones en la Antártida…

Sí, me interesaba mucho la investigación en la Antártida e investigué sobre radiación ultravioleta y los efectos sobre la salud humana, en los aspectos sanitarios y nutricionales que tienen que ver con el trabajo que allí se desarrolla, así como también otras cuestiones vinculadas con la salud laboral. También lideré un grupo latinoamericano de medicina antártica y empecé a tener experiencias en bases de otros países. Además, conocía el territorio, que es lo bueno y lo que me permitió llegar a ser director nacional.

Volviendo a su gestión, ¿qué cosas considera que quedaron por hacer?

Siempre hubo problemas en las campañas antárticas y uno desearía haberlo hecho mejor. Compramos la última tecnología para desarrollar investigaciones, pero esas licitaciones se discontinuaron. Es decir, se compró una parte del equipamiento, pero no el complementario, y habíamos dejado fondos para eso. Era equipamiento para trabajar en biología molecular, investigaciones ambientales, biología marina, química marina y oceanografía. En su momento, pedimos que se reunieran los científicos para delinear el equipamiento que necesitaban, pero que fuera transversal a todos los equipos científicos que había en ese momento.

Tras las elecciones, fueron públicas las críticas que le hizo a la nueva gestión del Gobierno…

En primer lugar, elevé una nota aún siendo director, en la que pedía que reincorporaran a los despedidos porque me parecía fuera de lugar que, si yo no había pedido el despido de nadie, otro se arrogara y despidiera por mí. En ese momento, me pidieron que renunciara pero yo dije que ese no era un motivo para hacerlo, pero luego caducó mi cargo, después de 27 años de trabajo ininterrumpido, y me dejaron afuera de todo trabajo.

¿Quería seguir trabajando allí?

Por supuesto, no como director, pero sí en la institución.

«Compramos la última tecnología para desarrollar investigaciones, pero esas licitaciones se discontinuaron», sostiene Memolli.

¿Considera que la soberanía antártica está en riesgo?

Sigo siendo crítico de la declaración conjunta, que en realidad fue un acuerdo, entre los dos vicecancilleres. Me refiero al acuerdo Foradori-Duncan entre la Argentina y el Reino Unido, en el que se acordaron convenios sobre petróleo, turismo e investigación científica, entre otros aspectos, posteriormente ratificado por la canciller Susana Malcorra. Y cuestiono la carta que aceptó el presidente Mauricio Macri, en la que, la primera ministra británica, Theresa May, habla de las «Falkand Islands». Eso es algo que no podemos aceptar. Si yo hubiera aceptado una nota como esa, sin siquiera protestar, me habrían dicho: “Acá termina tu gestión”.

¿Qué implicancias tiene aceptar esa denominación?

En esas chicanas diplomáticas, la Argentina no puede mostrar sometimiento frente a un país con el cual tenemos una disputa territorial. Nosotros teníamos una relación coherente con la delegación del Reino Unido, lo considerábamos como un partido de rugby: en la cancha íbamos a jugar fuerte y los dos íbamos a tratar de ganar, pero afuera podíamos conversar como amigos y tomar una cerveza. Eso era el diálogo por Malvinas: no ceder ni dar un paso atrás pero tampoco utilizar la violencia, ni verbal, ni física, y mucho menos militar, para dialogar.

¿Les resultaba complejo sostener esa posición?

La posición que tenía nuestra Cancillería era de diálogo, pero, a la vez, de firmeza. A veces era duro, porque en foros de habla inglesa en los que se trataba de llegar a un consenso, entre comillas, nos parábarnos delante de 500 personas. En ese contexto, decir: “Esto es ilegal, ustedes están equivocados porque los científicos argentinos no pueden desarrollar su actividad libre y soberana como deberían hacerlo”, podía sonar feo y caer mal, pero era nuestra obligación como funcionarios públicos.

¿Volvió a la actividad médica tras dejar su cargo?

Sí, pero además sigo vinculado con la actividad antártica porque creamos la ONG EcoAntartida y soy docente de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Lanús.

¿Cuál es el objetivo de EcoAntártida?

Queremos apoyar a los investigadores y su producción científica, trabajar mucho con las ciencias políticas y sociales e interactuar con la población. Queremos explicar, a través de talleres, clases abiertas y reuniones con los interesados, qué sucede en la Antártica, el porqué de la soberanía científica y cuáles son las posiciones de los principales países que están allí, con el objetivo de que la población comprenda por qué parte de sus impuestos van a parar a la actividad antártica.

1 comentarios en “Memolli: “La Argentina no puede mostrar sometimiento en una disputa territorial”

  • Evelina Iacattuni

    (20/05/2017 - 19:35)

    El único comento para hacer es que felicito de corazón a nuestros Científicos Argentinos, por todo lo que dieron, por todo lo que trabajaron en las Islas Malvinas. que rechazo todo lo que desmienta sobre la Soberanía Argentina, en las Islas Malvinas…son y será siempre ..Argentinas..

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