Mirta Iriondo es la flamante decana de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la UNC y ex funcionaria del Ministerio de Defensa. En diálogo con TSS, plantea por qué un país defensivo debe impulsar desarrollos tecnológicos para consolidarse soberano.
Agencia TSS – Durante la década del ’70, a Mirta Iriondo todavía no se le pasaba por la cabeza que iba a terminar siendo una experta en el área de Defensa. Menos aún que iba a compartir gran parte de su vida profesional con militares. En abril de 1977, Mirta fue secuestrada y llevada a los campos clandestinos de detención «El Vesubio» (Buenos Aires) y «La Perla» (Córdoba). Sobrevivió y se exilió en Suecia. Allí, cosechó varios títulos: ingeniera en Física Aplicada, licenciada en Física Teórica y doctora en Matemática Aplicada a la Tecnología. Y un día, volvió. Era la década del ’90 y conseguir trabajo en el ámbito académico o de investigación no era sencillo. Hasta que por una amiga le llegó la posibilidad de trabajar en el Instituto Universitario Aeronáutico, situado en su Córdoba natal, dependiente de la Fuerza Aérea. “La primera vez que entré al Instituto fue bastante fuerte”, recuerda Mirta. “Pero tuve una muy buena experiencia con el brigadier que en aquel momento era rector del instituto y trabajé allí por varios años”. También, comenzó a ejercer la docencia en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Tiempo después, el 24 de marzo de 2007, el destino le presentó a la entonces ministra de Defensa de la Nación, Nilda Garré. Fue durante el acto de entrega de La Perla a las víctimas y familiares de ese campo de torturas. Después de conocer su historia y trayectoria profesional, Garré le ofreció ser Directora General de Planificación Industrial de su cartera. Aceptó. Años más tarde, ocupó el cargo de Subsecretaria de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del Ministerio. “Y no me arrepiento. Haber trabajado con la Dra. Garré fue muy desafiante, es una persona que le imprime mucha velocidad a las cosas y yo también soy de ese estilo, así que fue una experiencia sumamente enriquecedora mientras ella estuvo en la gestión. Posteriormente, cambió el estilo y la gestión empezó a ser desgastante para mí, así que decidí volver a la vida académica”, cuenta Mirta.
Hoy, es la flamante decana de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FaMAF) de la UNC. En esta charla con TSS, habla sobre la importancia de impulsar desarrollos tecnológicos para la defensa y la soberanía de la nación, y la necesidad de una mayor articulación entre esta área y la investigación académica.
TSS – ¿Hay dependencia tecnológica del exterior en el área de Defensa?
Sí, hay una enorme dependencia del exterior, a pesar de que hace unos cincuenta años atrás teníamos ciertas capacidades de desarrollo tecnológico. Pero eso hace muchos años que desapareció. En la carrera tecnológica, la competencia es constante y el área de defensa es uno de los lugares donde más se nota esta dependencia tecnológica. Lo que hay que hacer es buscar nichos donde se puedan hacer desarrollos tecnológicos que sean sustentables, pero no es una tarea sencilla.
TSS – Claro, porque no solo hay que recuperar todo lo que se perdió, sino que al mismo tiempo hay que ponerse al día con los avances tecnológicos que van apareciendo.
La tecnología avanza con una rapidez impresionante. Además, hay países que han apostado siempre a la carrera armamentista, que son países agresivos y apuestan al desarrollo tecnológico enormemente. Si uno pretende alcanzarlos desde el punto de vista tecnológico se hace bastante complicado. Entonces, lo que hay que plantear es qué tipo de sistema de armas necesita un país defensivo para ser soberano. Un sistema de armas no refiere solo a armas en el sentido convencional de la palabra, también refiere, por ejemplo, a un radar de uso militar o un avión de transporte de tropas. Y a partir de ahí, hay que empezar a ver no solo qué sistemas se pueden desarrollar en el país, sino cuáles son los elementos (o subsistemas) críticos de ese sistema que otros países no nos van a vender, como sensores infrarrojos o un sistema de radares. La radarización del país es un ejemplo claro de un sistema de armas totalmente necesario para la defensa y el ejercicio de la soberanía sobre nuestro territorio, al que también se le puede dar un uso subsidiario, como puede ser el control de narcotráfico. Estos sistemas poseen contramedidas electrónicas, que nos permiten defender al radar de posibles ataques de misiles al evitar que sea detectado. Si compramos radares militares del exterior, y en algún momento necesitamos defendernos del país que nos los vendió, o de alguno de sus aliados, ellos conocerían cuáles son nuestros datos de frecuencia y podrían atacar y destruir los radares. A eso se le llama subsistema crítico, elementos que deben ser de desarrollo nacional.
TSS – ¿Y las políticas públicas en Defensa han impulsado este tipo de desarrollos a lo largo de los años?
Desde mi punto de vista, hubo un salto importante en la gestión de políticas públicas en desarrollo tecnológico cuando asumió la Dra. Nilda Garré. Aunque ya había antecedentes de decisiones acertadas en este campo, como la asignación a INVAP del desarrollo de radares primarios y secundarios por parte del Presidente Néstor Kirchner en 2004, es durante la gestión de Garré en donde se comienza con la profundización institucional de la política de recuperación y desarrollo de las capacidades tecnológicas para la defensa. En la época anterior a los ’90, el Ministerio de Defensa tenía un sector dedicado a la planificación industrial, en el que trabajaban alrededor de cincuenta ingenieros que controlaban numerosas industrias, como la fábrica de aviones (FADEA, recientemente recuperada por el Estado) o la industria pesada en general. Durante la privatización de los ‘90, todos esos grupos de técnicos desaparecieron. Cuando yo asumo como directora de Planificación Industrial en el Ministerio de Defensa, no había ingenieros, porque solo se controlaba la parte financiera y legal de las empresas residuales que habían quedado. Por eso, una de las primeras decisiones que toma Nilda Garré es volver a generar grupos técnicos para poder empezar a tomar decisiones y trabajar junto con el Estado Mayor Conjunto, al que su gestión colocó en el centro para poder coordinar las acciones y los esfuerzos de las tres Fuerzas Armadas. También, se creó la Subsecretaría de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico para articular todos los esfuerzos que estaban dispersos en las fuerzas e integrar a las universidades en los desarrollos tecnológicos para defensa.
Así, se comenzó a salir de lo que son decisiones coyunturales y se empezaron a pensar acciones de largo aliento, donde uno pueda plantear lo que se llama hoja de ruta tecnológica, con objetivos a largo, mediano y corto plazo. Uno de los primeros planes fue el SARA, el sistema aéreo robótico argentino, con el cual empezamos a incorporar lentamente desarrollos nacionales en áreas que se consideran críticas. También, comenzamos a buscar nichos que nos permitieran, en vez de competir, complementarnos con nuestros vecinos, como Brasil, que es el país con mayor desarrollo tecnológico en la región. La colaboración entre los países de la UNASUR en este tema es fundamental porque los costos militares son muy altos.
TSS – ¿Y existe actualmente una integración entre los países de la UNASUR para desarrollar este tipo de tecnologías críticas para la defensa de la región?
Poco todavía. Se ha venido trabajando en el tema, pero entre la decisión política de presidentes y ministros de Defensa y la acción concreta a veces hay muchos escollos. Hay un plan para hacer un avión de entrenamiento, el Unasur I, entre Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, pero para mi gusto va muy lento. Lo que tenemos de ventaja competitiva es la parte satelital y la de radares. En ambas INVAP, empresa estatal que, entre otros desarrollos, fabricó el satélite ARSAT-1, que será lanzado al espacio el próximo octubre, y los radares primarios y secundarios que se están instalando en el país, es una empresa líder en América Latina en este y otros aspectos.
TSS – En lo que respecta a la capacitación de los profesionales de la Defensa, ¿qué aspectos cree que podrían mejorarse?
Lo que este sistema necesita es una modernización, especialmente de la parte normativa. Cuando se habla de modernización, se piensa en renovar máquinas y laboratorios, pero hay algo que siempre queda un poco rezagado, lo más importante de la tecnología: el recurso humano. La tecnología es cultura, de manera que introducir cambios tecnológicos implica introducir cambios culturales. Ese proceso es complejo y uno lo puede vivir en cualquier empresa, no solo a nivel militar. Cuando se trae una maquina moderna, es necesario que el operario se capacite, que las rutinas cambien y todo eso está relacionado con la normativa. Hay cosas muy obsoletas que tienen que cambiar para mejorar la articulación con las universidades, por ejemplo. Las fuerzas armadas tienen una cultura propia, mientras que el investigador científico tiene otra cultura muy distinta.
TSS – ¿Cómo se puede incentivar la articulación entre ambos “mundos”?
Una de las cosas que nosotros hicimos fue sacar una línea de subsidios que no tuviera que ver directamente con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, porque en general las líneas de financiamiento de este último no pueden ser utilizados con fines “bélicos”. Por ende, no pueden destinarse a desarrollos de defensa porque, aunque sean para uso defensivo, son considerados bélicos. Así que generamos una serie de subsidios y fue muy interesante porque se empezó a incorporar gente de distintas universidades.
TSS – Como decana de la FaMAF, ¿qué iniciativas planea impulsar para favorecer la articulación entre la investigación científica y los desarrollos en Defensa?
En la FaMAF ya contamos con investigadores que trabajan en proyectos en el área de Defensa. Por ejemplo, se está trabajando con INVAP en el desarrollo de una cámara que se va a usar para los helicópteros del Ministerio de Seguridad y para los drones del proyecto SARA. También tenemos un trabajo en conjunto, aunque más a nivel académico, con el Instituto Universitario Aeronáutico. Lo que queremos hacer ahora en la FaMAF es fortalecer la oficina de vinculación tecnológica, para hacer más hincapié en el desarrollo tecnológico. La idea es que el docente pueda ser evaluado no solo como parte de un grupo de investigación sino también como desarrollista. Esto es algo importante porque en la universidad se plantea que, aparte de la docencia, el docente tiene que hacer investigación o extensión. El desarrollo queda como subsumido entre ambas y creo que hay que colocarlo en el lugar de jerarquía que debe tener, junto a las investigaciones propiamente dichas.
TSS – ¿Cree que es posible mantener políticas de defensa a largo plazo, más allá de los cambios que se den en el gobierno de turno?
Todas las políticas de desarrollo tecnológico para defensa son de largo aliento. Entonces, uno siempre tiene que estar pendiente de qué pasa con cada proyecto si cambia el gobierno, porque muchas veces también se modifican las políticas estratégicas. Yo creo que hay aspectos que tienen que ver con el desarrollo del país que deberían trascender los cuatro años de gestión de un gobierno. Nosotros hemos logrado algunas cosas en Defensa, como el plan de radares, que comenzó en 2004 y todavía continúa. Y el plan SARA, que va a empezar a desarrollarse ahora y tiene una hoja de ruta tecnológica de diez años. Pero, lamentablemente, la voluntad política y el presupuesto están relacionados con los gobiernos que vamos a tener los próximos años. Así que habrá que ver qué sucede a partir del año que viene.
16 sep 2014
Temas: Defensa, FAMaF, Mirta Iriondo, Radares, SARA