Envases con señales

investigadoras de la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI), en Bahía Blanca, crearon etiquetas que cambian de color cuando son expuestas a temperatura ambiente o a altas dosis de rayos untravioleta. El desarrollo podría usarse para controlar que se cumpla la cadena de frío en alimentos y medicamentos, entre otras aplicaciones.

Por Matías Alonso  
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Agencia TSS – No es raro encontrarse con productos lácteos en la puerta de comercios esperando al sol a que sean llevados a las heladeras y preguntarse si esa exposición a altas temperaturas no les hará perder sus propiedades para ser consumidos con seguridad. Tan solo sería necesario que los envases incorporaran un dispositivo que nos permitieran conocer la historia de lo que pasó con ese envase antes de llegar a nuestras manos.

Con esta idea en mente, investigadoras de la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI) crearon etiquetas que cambian de color cuando son expuestas a temperatura ambiente o a altas dosis de rayos untravioleta (UV), que se podrían pegar en envases de alimentos para asegurar que se cumpla la cadena de frío.

El proyecto surgió como respuesta al Programa Apoyo a Ideas-Proyecto de este instituto de investigación del CONICET y la Universidad Nacional del Sur (UNS), en Bahía Blanca, con el que se buscaba que proyectos de investigación pudieran tener aplicación en la industria.

Las etiquetas desarrolladas por las investigadoras del PLAPIQUI se podrían pegar en envases de alimentos para asegurar que se cumpla la cadena de frío.

La iniciativa se basa en el uso de partículas de dióxido de silicio porosas que permiten la incorporación de diferentes moléculas sobre sus poros y que actúan como “puertas”. Estos mesoporos (poros de entre 2 y 50 nanómetros) contienen un pigmento en su interior, que es retenido por esas puertas. Cuando el material es expuesto al estímulo que se quiere sensar las puertas se abren y el pigmento es expuesto. Los estímulos que están buscando sensar actualmente son los cambios de temperatura, la exposición a rayos UV y los cambios de PH. pero también podría ser la presencia de algún gas en particular o muchos más.

La doctora en Química Loreana Gallo integra este proyecto y le dijo a TSS: “Nuestra idea es comunicarnos con distintas empresas para validarlo y ver si les parece que es factible utilizarlo. Tuvimos una charla con una empresa del agro y les pareció interesante. Por los cálculos preliminares no parece ser algo costoso para las empresas, pero es algo que tenemos que validar en el laboratorio cuando nos enfoquemos en un producto,  ahí vamos poder estudiar bien los costos”.

Cómo funcionan las etiquetas sensibles

El desarrollo utiliza partículas de dióxido de silicio porosas que permiten la incorporación de diferentes moléculas sobre sus poros y que actúan como “puertas”. Estos mesoporos (poros de entre 2 y 50 nanómetros) contienen un pigmento en su interior, que es retenido por estas puertas. Cuando el material es expuesto al estímulo que se quiere sensar la puerta se abre y el pigmento es expuesto. Gráfico: PLAPIQUI.

Otra de las aplicaciones en análisis es poner etiquetas sobre indumentaria para saber si una persona estuvo expuesta demasiado tiempo a la luz ultravioleta del sol en un día de calor. También se podrían usar para detectar contaminación con TACC en productos para celíacos y para fabricar termómetros descartables.

Con este abanico de posibilidades, el grupo de investigación del PLAPIQUI busca empresas interesadas en llevar este desarrollo al mercado. “Nos parece importante poder validar las ideas antes de comenzar una investigación como para poder comenzar nuestro trabajo sabiendo que el producto es interesante, que es necesario para alguien”, explicó Gallo, que integra el Grupo de Reactores Químicos y Tecnología de Partículas de PLAPIQUI junto con Esperanza Adrover. También forman parte de este equipo de trabajo Luciana Castillo, Yanela Alonso y Yamila Victoria Vázquez, pertenecientes al Grupo de Tecnología de Polímeros del mismo instituto.

El producto podría servir para darle más control al consumidor sobre los procesos y cuidados que debe seguir un producto desde la fábrica hasta la mesa. Su uso sería relevante en lácteos, medicamentos, cosméticos y productos congelados, pero serán las empresas las que tendrán que decidir si quieren incorporarlo en los envases de sus productos, o bien el Estado mediante una regulación específica.

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