Más de 170 organizaciones forman parte de una red de clubes que agrupan a jóvenes en edad escolar con docentes, para llevar a cabo proyectos científicos y tecnológicos que les permitan acercarse al mundo de la investigación y el desarrollo de tecnología.
Los clubes de ciencia son organizaciones donde se reúnen jóvenes en edad escolar con docentes por fuera del colegio para llevar a cabo proyectos tecnológicos y científicos que les permitan acercarse a la resolución de problemas de utilizando tecnología y ciencia por caminos alternativos a la enseñanza formal. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (Mincyt) creó hace dos años la Red de Clubes de Ciencia, que agrupa a 173 organizaciones de la Argentina que compiten en diferentes eventos como una forma de reforzar el compromiso de sus integrantes, que suelen acercarse voluntariamente a los clubes por recomendaciones de docentes o tras realizar búsquedas en Internet sobre algún tema de interés.
TSS se acercó al club Albert Einstein para conocer cómo trabajan en este tipo de organizaciones. El método consiste en identificar una problemática social, después hacer la investigación del estado del arte y más tarde generar un producto tecnológico que pueda solucionar la problemática. Entre sus proyectos hay un biodigestor termalizado que genera gas en base a materia fecal de perro. “El disparador fue que (Mauricio) Macri (jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires) dijo que juntaban 70 toneladas de materia fecal de perros por día y nosotros sabíamos que de eso se podía sacar un montón de energía gratis”, explica Marcela Pellegrino, una de las coordinadoras del club. Con este proyecto y gracias al aporte de material de dos perros grandes, hoy producen siete minutos de gas por semana. Además, también realizaron otros proyectos, como una baliza láser que brinda una referencia a los conductores en días de niebla, un rociador para extinguir incendios y un surtidor de energía solar, ya que vieron que durante la inundación de La Plata en abril de 2013 mucha gente se quedaba sin carga en sus teléfonos celulares debido a la falta de red eléctrica durante muchos días, lo que generaba grandes problemas para la distribución de la ayuda.

Los clubes de ciencia ofrecen una manera más dinámica y amable para el aprendizaje de temas de ciencia y tecnología y para la formulación de proyectos, consideran sus integrantes. Patricio Rogado, ingeniero del club, expresa que “la pizarra, el borrador y la tiza tienen dos siglos y me parece que todos estamos reclamando otra forma de enseñanza”.
La Red de Clubes de Ciencia del Mincyt organiza competencias donde cada club presenta sus proyectos. Estos encuentros son también una oportunidad para que conozcan otros proyectos y diferentes realidades que se viven en la Argentina. “En La Pampa pudimos ayudar a un grupo que recién empezaba en un proyecto de juguetes solares”, explica Mario, otro de los integrantes del club Albert Einstein. Y agrega: “Ellos conectaban el panel directamente al motor, por lo que no tenían la eficiencia que estaban buscando; entonces pudimos recomendarles baterías que podían usar, reguladores y los mejores tipo de paneles para ese proyecto”.
Además, la Red de Clubes de Ciencias promueve que los chicos participen del “Proyecto Chingolo”, un trabajo colaborativo entre la Universidad de Buenos Aires y el Conicet, que busca demostrar que los cantos de estas aves tienen diferentes acentos dependiendo de la región donde anidan.
La falencia con la que se encuentran este tipo de clubes repite lo que pasa en el resto del sistema científico nacional: que sus proyectos suelen estar bien formulados técnicamente, pero no tienen un plan de negocios detrás, lo que dificulta su impacto en la sociedad y en la problemática que se busca resolver.
01 sep 2014
Temas: Clubes de ciencia, Innovación, MINCyT