Rodolfo Del Valle es un veterano de la exploración científica en la Antártida. Representante del Grupo Científico Permanente en Geociencias del Instituto Antártico Argentino, habló con TSS sobre cómo se hace investigación en un clima extremo.
Agencia TSS – El Instituto Antártico Argentino (IAA) fue creado por decreto del presidente Juan Domingo Perón en 1951 y en 2003 pasó a la órbita del hoy Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Es el organismo encargado de llevar a cabo y coordinar las actividades científicas que llevan a un mejor conocimiento de la Antártida, en conjunto con la Dirección Nacional del Antártico, de la que depende. En marzo de este año fue inaugurada una nueva sede del IAA, con capacidad para albergar a los más de 100 científicos que agrupa ese organismo y con 1900 metros cuadrados de laboratorios y oficinas, en el campus Miguelete de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Rodolfo Del Valle es representante del Grupo Científico Permanente en Geociencias del Comité Científico para la Investigación Antártica y un veterano de la investigación argentina en el Continente Blanco. En su caso, la Antártida quedó grabada en su cuerpo. Un ejemplo es la prótesis de rodilla que le colocaron por sufrir un congelamiento durante una observación. TSS habló con Del Valle para conocer cómo se investiga en un clima extremo.
¿Cuándo fue por primera vez a la Antártida?
Hace 42 años y desde entonces voy todos los años. Me llevaron por primera vez como geólogo junior pero también como porteador, porque como era grandote y fuerte me cargaban a la espalda las máquinas de perforar y trepábamos las montañas. Explorábamos el cobre diseminado en la isla Livingston de las Shetland del Sur. Por la mineralización resultó evidente que la Cordillera de los Andes es la continuación de la Península Antártica. Los minerales andinos también estaban presentes en la Cordillera Antártica, los Antartandes.
Pero no se pueden explotar esos minerales…
No, no se puede. Ese tipo de exploraciones se hicieron hasta que se firmó el Protocolo al Tratado Antártico (en 1991 se designó a la Antártida como “reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia” y se prohibió cualquier tipo de actividad relacionada con los recursos minerales durante 50 años) y ahora ya no se puede hacer nada de prospección. Y está bien, porque de esa manera se protege el medioambiente, porque toda explotación de recursos minerales es contaminante.
¿Cómo es la vida en la Antártida?
Empecé mis primeras campañas en carpa, con vida de campamento y al principio nos movíamos con trineos de perros y con motos de nieve. Después llegó el progreso y los vehículos más modernos, con tracción 4 x 4, 6 x 6 y tipo oruga. Antes teníamos que navegar con sextante y reloj. Y en invierno allá siempre está nublado. Era un problema porque siempre había discusiones con los guías. Cuando aparecía una estrella entrábamos en discusión sobre qué estrella era. Luego vino el GPS y se solucionó todo. Ahora todos tenemos GPS y se usa mucho por las grietas y la niebla. En invierno hay nieblas muy fuertes. Antes dormíamos en unas bolsas de dormir que eran lastimosas, eran incómodas y húmedas. Se congelaban las colchonetas y se pegaban con la bolsa porque la humedad del cuerpo se evacúa y eso se terminaba congelando. En 1985 fui jefe de la exBase Jubany, que ahora se llama Carlini, y estuve ahí todo el año.
¿Con cuánta gente?
Empezamos siendo 14 y terminamos siete. Hubo accidentes, pérdidas, enfermos y evacuados. Terminamos pocos, fue una campaña muy dura desde ese punto de vista.
¿Cómo afecta el cambio climático a los hielos?
Una parte muy importante de la actividad científica está centrada en la península Antártica y es la zona que más se ha afectado con el calentamiento climático. Se han destruido barreras de hielo enormes que flotaban en el mar hasta a 60 kilómetros de la costa. Se llaman barreras porque antes, cuando se arribaba con buques, los barcos no podían llegar a la costa, se encontraban con una pared de hielo. Cuando los glaciares descienden hacia el mar coalescen, es decir, se tocan lateralmente y el hielo se funde y se amalgama al costado para formar enormes extensiones de hielo. A esas barreras antes las usábamos como autopista. Nos dejaba un avión Twin Otter en una base o en un lugar donde tuviéramos el campamento base y de ahí salíamos en moto hacia el sur hasta el Círculo Polar. Ya teníamos rutas fijas. Las barreras, normalmente se mantienen hasta un cierto límite y luego desprenden grandes témpanos. Pero, cuando se rompe la barrera, el mar queda cubierto por una enorme cantidad de pequeños témpanos. Bueno, pequeños como un edificio, pero son chicos en comparación con los témpanos de barrera, que tienen hasta 500 metros de espesor, flotan más o menos unos 50 o 60 metros sobre el nivel del mar y además tienen la extensión de la Capital Federal o más grandes. Los témpanos de barrera son todos chatos y son característicos. Ese tipo de cosas no se ven cuando se desintegra una barrera. Estuve cuando se rompieron dos barreras y siempre pasó lo mismo, siempre se desgranó. Sin embargo, ahora pareciera como si el efecto del calentamiento climático se hubiese reducido. Los glaciólogos están estudiando glaciares testigo en varios puntos de la Península y dicen que ya no retroceden y que no hay tanta pérdida de masa.
Usted investigó sobre la liberación de metano en el derretimiento de los hielos. ¿Cómo se produce este fenómeno y en qué medida contribuye al efecto invernadero?
En la última glaciación el mar descendió 120 metros debido a que la evaporación en ciertas zonas producía que las nubes depositaran su humedad en zonas como la que hoy ocupa la Antártida. Entonces se iba amontonando un hielo que no se derretía y no regresaba al mar, por lo que el mar iba disminuyendo su volumen de agua y por lo tanto su altura, y quedó expuesta una enorme superficie donde hubo temperaturas muy bajas y quedaron bolsones o depósitos de hielo metidos adentro del suelo. Eso se llama permafrost y está congelado a un nivel bastante profundo, hasta 300 metros de profundidad. Entonces, el metano –que puede ser de origen biológico porque hay organismos que consumen materia orgánica y como subproducto de vida originan metano, o bien de cuencas petrolíferas donde hay hidrocarburos livianos y los gases escapan hacia arriba a través de fisuras– se va concentrando con ese hielo. Dentro de la estructura cristalina del hielo se alojan moléculas de gas a una determinada presión y temperatura. Si el hielo se derrite por temperaturas más altas, este metano, que tiene un impacto en el efecto invernadero 50 veces más fuerte que el dióxido de carbono, se puede escapar. Eso fue lo que estuvimos estudiando durante un tiempo.
¿En qué consiste este tipo de investigación y cómo se realiza?
Para estudiarlo se toman capas de nieve, porque es porosa y almacena el aire. Entonces, cuando se va comprimiendo debajo de una pila de más o menos treinta metros de espesor, se forma escarcha y después, más abajo, hielo. Eso nos permite sacar muestras y, por Carbono 14, se conoce la edad de ese hielo, y por isótopos de oxígeno 16 y 18, la temperatura media en el momento en que cayó la nevada, es decir, cuando se almacenó ese aire. Posteriormente se traza la cantidad de metano y se observa que aumenta cuando aumenta la temperatura y viceversa. Hay una correspondencia directa. Estos métodos han permitido saber que las temperaturas actuales son las más altas de los últimos dos millones de años y que siguen subiendo por influencia del hombre.
Pero usted dijo que el derretimiento de los hielos se está frenando un poco…
Sí, aparentemente sí. Lo que pasa es que, al romperse las barreras que frenaban el avance de los glaciares hacia el mar, el flujo de los glaciares es libre, entonces eso ha provocado una disminución muy grande de volumen de hielo en la zona donde se han roto las barreras.
¿Se puede aprovechar ese metano?
Sí, se podría aprovechar localmente. Además, al quemarlo se transformaría en dióxido de carbono, que es menos pernicioso para el efecto invernadero que el metano.
¿Existe una forma práctica de aprovecharlo?
Sí, hay yacimientos en Rusia y en Canadá que están siendo explotados. Hay lugares donde es mayoritariamente metano, pero otros tienen pentano, por ejemplo.
¿Hay petróleo en la Antártida?
Si hoy sabemos que hay cuencas de hidrocarburos en Sudamérica, también las habrá en la Antártida, que junto a Sudamérica, África, la India, y Australia formaron parte de un supercontinente que se llamó Gondwana. Por ejemplo, la cuenca Austral es homóloga a la cuenca Larsen de la Antártida. La cuenca Austral no tiene mucho petróleo ni mucho gas, pero algo tiene, así que la cuenca Larsen seguramente también. Pero no se lo puede explotar. Es ilegal y nadie lo hace, ya que hoy ni siquiera se puede hacer prospección. Sí se la hizo en el pasado, en cuencas sedimentarias.
¿Cómo es la situación actual en cuanto al crecimiento en la cantidad de bases en la Antártida?
Con tantas bases en la Antártida, hoy está todo el mundo tomando posición y esperando, ya que no hay territorialidad. Nadie pide nada y están todas las aspiraciones congeladas mientras dure el Tratado Antártico, que dedica este territorio a la ciencia y a la cooperación internacional. Después no sé qué pasará, pero las cosas se están haciendo bien y hay una enorme cooperación, así como también se sigue a rajatabla el Protocolo que busca proteger su ambiente.
15 jul 2015
Temas: Antártida, Calentamiento global, Cambio climático, Cooperación, Geología, Instituto Antártico Argentino, Investigación, UNSAM