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Agencia TSS – Tras haber obtenido dictamen en la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados, el proyecto de ley del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 será tratado el próximo martes 19 en el recinto y, de ser aprobado, se convertirá en ley, ya que en octubre del año pasado había obtenido consenso en el Senado. El plan marca los lineamientos estratégicos que deberá seguir el desarrollo de la ciencia y la tecnología en la Argentina durante esta década y se convertiría en el primero tras Argentina Innovadora 2020.

El plan presentado será financiado mediante el mecanismo implementado en la ley de Financiamiento de la Ciencia,  (27.614), que estipula un incremento de la Función Ciencia y Técnica del presupuesto nacional no menor al 20% cada año hasta llegar a que represente el 1% del presupuesto total en 2032. Este año la ciencia representó el 0,34 % del presupuesto y el próximos será 0,39%.

El plan está divido en cuatro objetivos de agenda: los desafíos nacionales, agenda territorial, agenda transversal y agenda de cambio institucional, y dentro de cada uno de ellos hay desafíos como reducir la pobreza, la vulnerabilidad socioambiental e impulsar el desarrollo del sector aeroespacial. El plan fue creado en un trabajo conjunto muy fuerte entre el Ministerio de Ciencia y el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT), que está integrado por representantes de todas las provincias, ya que uno de los principales objetivos es lograr una mayor federalización de la ciencia y repartir más equitativamente el instrumental científico y los recursos humanos.

El equipo encargado de formular el plan estuvo a cargo de Diego Hurtado, secretario de Política Científica y Planificación en la cartera de Ciencia, quien le dijo a TSS: “Desde que llegamos en diciembre de 2019 empezamos a trabajar en este plan porque el Gobierno anterior descontinuó el plan 2020. Si ese plan se hubiera seguido trabajando se podría haber continuado y mejorado dependiendo de las cosas que funcionaron o no, pero Como se descontinuó tuvimos que empezar de cero. La pandemia nos retrasó pero dejó muchos aprendizajes y lo interesante es que pudimos trabajarlo con los gremios, las empresas, la economía popular y todos los sectores de ciencia a nivel nacional y de las provincias”.

El plan contiene los lineamientos generales de ciencia y también existe el plan operativo que detalla las formas de cumplir los objetivos. Si los planes se cumplen o no dependerá de las decisiones que tome el Poder Ejecutivo que deba aplicarlo. “Se supone que sí se aprobó como ley, no importa quién gobierne el plan se cumple, y además esta es la ley de financiamiento”, aclaró Hurtado.

El proyecto tardó tres semanas en ser aprobado en el Senado y tuvo solo un voto en contra, por lo que muchos pensaban que podía convertirse en ley rápidamente. Sin embargo, las pujas preelectorales y la poca actividad del Congreso hicieron que no se tratara. En las primeras reuniones de comisiones de Diputados hablaron 17 personas a favor del proyecto, tanto diputados del oficialismo como de la oposición, así como miembros de las instituciones de ciencia y solo dos personas hablaron en contra, los investigadores Sandra Pitta, y Fernando Stefani, quienes se refirieron a que era engorroso leer el proyecto. Esto llevó a que diputados del PRO dijeran que, al no haber consenso, el proyecto necesitaba más debate y no se pudiera aprobar el dictamen en la primera reunión y se extendiera durante todo el año.

El dictamen de la Comisión de Ciencia y Tecnología finalmente pudo ser aprobado el 5 de septiembre con los votos de siete diputados del oficialismo y de los diputados Facundo Manes (UCR) y Danya Tavela (Evolución Radical), de la oposición. Según la diputada Mara Brawer (FdT), “la demora para su aprobación tuvo que ver con una decisión política de la oposición de no aprobar ninguna ley que viniera del Ejecutivo. El 90% de los que fueron a hablar a las reuniones tuvieron opiniones muy positivas, incluidas las secretarias de Ciencia de Jujuy y Mendoza, que son opositoras. Se pudo ver que hay acuerdo con las provincias y que personas de distintos signos políticos apoyaban el proyecto. Por eso Manes, como presidente de la comisión, decidió aprobarlo y dijo ‘basta de chicanas y especulación política, la Argentina tiene que tener un plan’”.

Uno de los focos de la discusión para el armado del plan estuvo en identificar la demanda de conocimiento de las diferentes provincias y sus capacidades para generar ciencia en su territorio. “La federalización es un problema estructural socioeconómico, no lo va a arreglar la ciencia y la tecnología, que sí tiene muchísimo para aportar para que se pueda avanzar en un proceso real de generalización y para empezar federalizando los recursos y la inversión”, le dijo Hurtado a TSS.

“Usualmente, los planes estratégicos eran resoluciones del MINCYT, se planificaba a mediano y largo plazo pero las decisiones eran del Ejecutivo. En este plan se optó por la participación de distintos actores sociales como las insitituciones de todas las provincias del sistema científico, las universidades, el campo laboral y las cámaras empresarias. Fue una construcción participativa y consensuada de lo que debe ser una política pública. Esto da previsivilidad para su aplicación, algo fundamental para poder desarrollar ciencia”, agregó Brawer.