Investigadores de la Universidad Nacional de Entre Ríos construyeron un dispositivo que permite capturar al mosquito vector de la leishmaniasis visceral e implementar un sistema de monitoreo a través de su uso.
Agencia TSS – La leishmaniasis es una enfermedad producida por un parásito del género Leishmania que se transmite por la picadura de un mosquito milimétrico, más conocido como jején. Su manifestación más grave es la leishmaniasis visceral, que puede ser fatal. Se caracteriza por la inflamación del hígado, pérdida de peso, lesiones en la piel y desnutrición, entre otras complicaciones. No tiene cura, por eso es fundamental un diagnóstico temprano que permita tratar los síntomas a tiempo, junto con la implementación de estrategias de prevención y vigilancia.
Como el mosquito flebótomo vector de la forma visceral (Lutzomyia longipalpis) aparece en lugares con temperaturas superiores a los 24 grados centígrados, una de las provincias más afectadas del país es la de Misiones. Allí, en la ciudad de Posadas, la Red de Investigación de las Leishmaniasis en la Argentina (REDILA) lleva a cabo un monitoreo mediante el uso de trampas denominadas CDC, importadas de Estados Unidos, bastante grandes y pesadas.
Para optimizar la tarea, investigadores de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) construyeron dispositivos que funcionan con el mismo mecanismo pero, a excepción de las baterías, están fabricados con tecnología local, de manera que si el prototipo pasa la prueba de validación, se pueda reproducir en forma rentable. Además, cuenta con varias ventajas: son más pequeños, livianos, sus baterías son más duraderas y son cuatro veces más baratos.
“Las trampas importadas cuestan alrededor de 400 dólares y calculamos que las nuestras van a estar alrededor de 100 dólares. Es una disminución importante en el costo y eso va a permitir que se puedan poner más trampas para monitorear más zonas”, afirma a TSS Patricia Riobó, investigadora del Laboratorio de Bioelectricidad de la Facultad de Ingeniería de la UNER y directora del equipo, que también trabaja en el monitoreo de la Enfermedad de Chagas desde hace más de dos décadas.
En el mundo, hay unos 500.000 casos nuevos por año de leishmaniasis visceral y más del 10 por ciento resultan fatales. En la Argentina, según el Boletín Epidemiológico 2010 del Ministerio de Salud de la Nación, solamente en ese año se produjeron 20 casos de l. visceral: 17 en la región Noreste (14 corresponden a Misiones) y 3 en Capital Federal.
Los perros son los principales reservorios del mosquito, que es el único transmisor de la enfermedad. Si bien Entre Ríos no es una zona muy afectada, se ha detectado la presencia del vector en Chajarí, al norte de la provincia, mientras que en Concordia hay casos de perros infectados. “Los flebótomos vienen bajando por la zona de desmonte”, señala la investigadora.
Capturados
La trampa construida por los investigadores de la UNER mide unos 60 centímetros de largo y tiene incorporado un LED, cuya luz atrae a los mosquitos. Cuando los diminutos insectos se acercan, son succionados por un pequeño ventilador y quedan atrapados en una bolsita adherida al dispositivo.
“En general, las trampas se encienden alrededor de las 19 y se apagan al otro día, a las 7. Los expertos retiran la bolsa todas las mañanas y la llevan al laboratorio, para clasificar los insectos y ver si entre ellos hay Lutzomyia”, explica Riobó sobre el trabajo de REDILA.
Los investigadores también probaron con otros métodos de captura. Por ejemplo, que en lugar de un ventilador, la trampa conste de un adhesivo y los insectos queden capturados en él. Pero tuvieron un inconveniente: con el calor del verano, el adhesivo se hidrataba y se transformaba en líquido. Así que debieron descartar esa modalidad hasta hallar una sustancia más adecuada.
“El objetivo final, además de generar trampas para usar en monitoreos, es que la gente las pueda usar dentro de sus casas, para permitir también una vigilancia desde adentro, como lo viene realizando la REDILA en Posadas desde hace dos años”, cuenta la especialista.
El prototipo ya está listo y resta validarlo, es decir, contrastar sus resultados con los de las trampas importadas para comprobar su funcionamiento eficaz. La validación se realizará en los meses de octubre o noviembre, cuando una temperatura más cálida favorezca la presencia de los insectos. “Podemos fabricarlo nosotros y proveer la cantidad de trampas que los sistemas de monitoreo vayan necesitando, pero la idea es transferirlo también a las áreas gubernamentales que lo requieran, para que lo fabriquen ellos”, indica Riobó.
Por otro lado, la especialista destaca que la implementación de un monitoreo que permita comprobar la ausencia del lutzomyia en una zona determinada sirve también para evitar trabajar en forma ciega y tener que recurrir innecesariamente a estrategias más agresivas, como el uso de insecticidas.
15 ago 2013
Temas: Entre Ríos, I+D, Leishmaniasis, Misiones, Monitoreo, Sustitución de importaciones, Universidades