Agustín Campero: “Acá no se hace borrón y cuenta nueva”

El secretario de Articulación del MINCYT habló con TSS sobre la continuidad de la gestión anterior, la necesidad de una mayor federalización, el financiamiento, la situación de las universidades y el futuro de los sectores espacial y nuclear.

Matías Alonso  
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Agencia TSS – El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT) se caracterizó por ser el único ministerio que, tras el cambio de Gobierno de diciembre pasado, conservó a su titular. Sin embargo, por debajo de Lino Barañao, cambió buena parte de la segunda línea de gestión. Uno de los funcionarios que ingresó en esta esfera es Agustín Campero, que asumió en la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica, que antes lideraba Alejandro Ceccatto, hoy al frente del CONICET. De extensa militancia en el radicalismo, Campero ya se había postulado para encabezar ese ministerio detrás de la fallida candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín. Economista de formación, durante su carrera en la gestión fue secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Universidad Tecnológica Nacional Regional Buenos Aires y secretario de Investigación de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Desde su nueva función, Campero habló con TSS acerca de los objetivos que se plantea y de la evaluación que hace sobre las políticas que se están llevando adelante.

¿Cuáles son sus objetivos como secretario de Articulación del Ministerio?

La vara está muy alta porque en el Ministerio, y, particularmente, en esta secretaría, se han hecho bien muchas cosas. Por ejemplo, la coordinación transversal a partir de áreas temáticas y entre distintas instituciones se hizo muy bien. Ahora le queremos dar un impulso muy fuerte a la federalización, ya que la ciencia y la tecnología en la Argentina están muy centralizadas, siguen la tendencia de la distribución de los habitantes y de la riqueza económica. Mucha gente que termina doctorados en las universidades del interior se viene para Buenos Aires y por eso queremos fortalecer las instituciones, las instalaciones y el equipamiento disponible en esas regiones, para que los talentos científicos que se generan se queden ahí. Además, tenemos una política muy agresiva de datos abiertos. Estamos parados sobre una gran cantidad de información de investigadores, de instituciones, de equipamiento y de los mismos proyectos de investigación. Si la abrimos y la compartimos, podemos tener un mejor aprovechamiento de la infraestructura por parte del sistema. Otro gran objetivo que tenemos tiene que ver con la política de género. Si bien más de la mitad de los investigadores de la Argentina son mujeres, son muy pocas las que ocupan lugares de dirección de organismos.

Incluso en este mismo ministerio.

Sí, este ministerio es un ejemplo y estamos llevando a cabo iniciativas para cambiar eso. También queremos alentar más investigaciones relacionadas con la problemática de género, ya que no hay muchas en la Argentina. De hecho, parte de esa política de género es que los padres también tengan la posibilidad de cuidar a los chicos apenas nacen y durante los primeros meses de su desarrollo.

¿Eso sería a través de una licencia paga por paternidad?

Vamos a poner todo en consideración. Lo queremos hacer de un modo sistemático y a partir de datos de la realidad.

«La base para alcanzar los objetivos que tenemos está en el plan Argentina Innovadora 2020 y tenemos previsto hacer
otro plan de cara al año 2030″, dice Campero.

¿Tienen previsto algún mecanismo para incrementar la relación del MINCYT con otras instituciones?

Uno de nuestros grandes objetivos es tratar de fortalecer la relación entre ciencia y política. Queremos contribuir a que los otros ministerios tengan expertos en áreas de ciencia. El Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICYT) es un ámbito para fortalecer esa relación. Ahora vengo de una reunión en la que se presentaron dos redes nuevas: la Red de Gestión de Riesgo de Desastres Naturales y la Red de Cambio Climático y Sustentabilidad. Lo que hacen es agrupar a todas las instituciones científicas para que actúen, en el primer caso en la preparación para hacer frente a los riesgos generados por desastres climáticos y, en el otro, para enfrentar el cambio climático de un modo sistemático. Nosotros organizamos la parte científica de todas las instituciones y la ponemos a disposición de quienes actúan en la emergencia, que son otros ministerios. Otro instrumento que es excelente y está a cargo de nuestra secretaría es el Programa de Evaluación Institucional, que ayuda a que las instituciones puedan hacer su propia autoevaluación y luego un plan de mejoras. Esa es una muy buena forma de contribuir a que el sistema avance.

En 2013, el Ministerio presentó el Plan Argentina Innovadora 2020, un documento con lineamientos para ciencia, tecnología e innovación. ¿Qué pasará con ese plan? ¿Tienen previsto algún cambio?

No. La política científica y tecnológica tiene que ser una política de Estado, y, por eso, a sus principales lineamientos se les dio continuidad, y quienes llegamos el 10 de diciembre nos integramos a un equipo, que es el de Lino [Barañao], con mucha responsabilidad. Eso significa que acá no se hace borrón y cuenta nueva, sino que hay que tratar de darle un nuevo impulso y algunos nuevos matices a lo que se venía haciendo. La base para alcanzar los objetivos que tenemos está en ese plan y tenemos previsto hacer otro de cara al año 2030.

Pero sí hubo cambios en materia de política tecnológica, como haber detenido la construcción de Atucha III y el desarrollo del Arsat-3.

No es que se pararon, sino que se reprogramaron las actividades. Los objetivos tecnológicos son los mismos, y diría que, desde nuestro punto de vista, son todavía más ambiciosos. Lo que sí sucede es que hay una realidad macroeconómica que hay que enfrentar y solucionar, y que la Argentina está solucionando. No nos gusta opinar sobre lo que hacen otros ministerios, no nos corresponde. En lo que hace al nuestro, la tecnología nuclear es una de las áreas estratégicas y eso sigue. En lo demás, hay un problema de reprogramación.

Esta reprogramación, que va a tomar muchos meses, de acuerdo a lo declarado por otros funcionarios, ¿no puede hacer que, por los recortes de financiamiento, algunos científicos puedan volver a emigrar?

Yo creo que no, porque no hay corte de financiamiento para los científicos. En esos casos hubo un problema con proveedores, si vamos al caso de Atucha, con proveedores en el sector de la construcción, pero no hay una amenaza para el plantel de científicos ni en el caso de Atucha III ni en el de Arsat. Hoy estuve con el vicepresidente de Arsat, con quien estoy en contacto porque estamos a cargo la red de Internet del sistema científico. Hay otra red paralela a la nuestra, que es la de las universidades, y que ahora queremos integrar a través del tendido de fibra de Arsat. Tenemos que volver a reunirnos para ver cómo complementamos mejor las redes y damos un mejor servicio. Lo primero que le preguntamos a la gente de Arsat cuando nos encontramos fue por el Arsat-3. Lo que pasa es que, hasta hace un mes, Arsat-2 todavía no había vendido ningún servicio. Entonces, la cuestión de la reprogramación es por eso. Ahora viene un trabajo muy grande para que Arsat gane plata y se capitalice a partir de los servicios de su satélite.

«Vamos a hacer contribuciones para la forma de evaluar a tecnólogos o gente que no está acostumbrada a ser evaluada
con la forma tradicional de los papers», sostiene Campero.

Las universidades nacionales iniciaron medidas de fuerza porque deben funcionar durante 2016 con el mismo presupuesto de 2015. En medio de esta situación, ¿ esta secretaría puede hacer algún aporte a los laboratorios de las universidades para que costeen sus insumos?

Voy a relativizar eso que dicen las universidades, ya que vengo de ahí y conozco de memoria ese mundo. Por un lado, hay un problema que nos impacta a todos y es la suba de los costos de los servicios que todos usábamos y sabíamos que estaban muy por debajo de su costo real. Eso justamente generó una crisis y un déficit muy grande. Pero quienes terminan cubriéndolo son los más pobres, que no son los que más se beneficiaron de los subsidios. Por otro lado, desde el Ministerio hubo una buena política ante la expectativa de devaluación, que se daba por descontada, de no hacer erogaciones en dólares. Con lo cual, mucho del financiamiento para este año conservó su valor. Desde que asumimos hubo una decisión muy sabia de no hacer ejecución de gastos en dólares, que iban a significar que se hiciera una convocatoria a licitación que se abría antes de la devaluación y se cerraba después, con la consiguiente pérdida de valor. Por supuesto que sabemos que hay algunos PICT (proyectos de investigación científica y tecnológica) que se quedaron en la mitad de la compra de algún equipamiento, pero eso se analizará caso por caso.

¿Cuál es su evaluación del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC) y de los Proyectos de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS)?

La evaluación de los dos instrumentos es muy positiva. El FONARSEC anduvo muy bien. Eso sirvió y va a continuar, por supuesto. Los PDTS no solamente van a continuar, sino que los vamos a impulsar mucho más. Vamos a hacer contribuciones para la forma de evaluar a tecnólogos o gente que no está acostumbrada a ser evaluada con la forma tradicional de los papers. Tengo el vicio de que, además de ser economista, vengo de trabajar en una facultad de ingeniería, así que eso es una preocupación central y, para mí, es un tema crítico en el sistema científico y tecnológico argentino.

¿Están pensando en nuevos instrumentos de financiamiento?

Hay otros instrumentos en los que estamos pensando y que tienen que ver más con política pública. Estamos muy interesados en que se avance con el desarrollo de proveedores argentinos que se puedan insertar en cadenas internacionales de alta tecnología en las cuales la Argentina tiene muchas competencias. Todo lo que tiene que ver con métodos innovadores de agricultura o agroindustria en general es un objetivo, y la Argentina tiene una posibilidad espectacular. La industria farmacéutica tiene también una gran oportunidad y todavía está por debajo de sus posibilidades de inserción en cadenas internacionales. También estamos muy pendientes del desarrollo de proveedores argentinos para la industria espacial internacional. La Argentina es uno de los siete u ocho principales países de producción de tecnología espacial, y eso fue gracias al desarrollo histórico de gente que viene de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), de lo que fue el Proyecto Cóndor, de INVAP y de la Comsión Nacional de Actividades Espaciales. Todo ese conjunto es extraordinario: hay que aprovecharlo y potenciarlo. Hay que desarrollar proveedores nacionales para que exporten servicios y vengan divisas, ya que tenemos las puertas abiertas de América Latina y de Europa para hacerlo. De Europa nos vienen a ver porque tenemos el know-how sobre cómo cruzar la tecnología satelital con los métodos de la agricultura de precisión. Son pocos en el mundo los que saben hacerlo y nosotros lo hemos logrado.

Hace poco mencionó que pretenden que el porcentaje del PBI aportado por el Mar Argentino pasé de un 1,5 % a un 10 %. ¿Cómo piensan hacerlo?

Esto se basa en la iniciativa Pampa Azul, un proyecto que fue aprobado por el Congreso el año pasado. Queremos que la ciencia pueda aportar para el desarrollo de la industria. Por ejemplo, algo que está muy alicaído en la Argentina es la industria pesquera. La Argentina está exportando merluza a mercados desvalorizados porque no hay trazabilidad o certificados de calidad. Por supuesto, esas son barreras paraarancelarias de otros países, pero la Argentina está en condiciones, con muy poco, de poder introducirse en nuevos mercados. La acuicultura es otro sector con gran potencial y estamos arrancando con una experiencia piloto en Tierra del Fuego. También está la industria de energía, tanto la tradicional, porque sabemos que hay petróleo en el Mar Argentino, como de energías alternativas, en la que hay mucho potencial.