Vidrio, papel y adherencia

Con excedentes de dos mercados diferentes, de mandioca y biodiesel, investigadores del INTI lograron desarrollar un novedoso bioadhesivo para pegar papel sobre vidrio. Es totalmente biodegrable y genera menos contaminación.

Vanina Lombardi  
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Agencia TSS – Uno de los usos más conocidos de la glicerina es en perfumería, pero definitivamente no es el único. Este compuesto es un subproducto del biodiesel, que en Argentina se fabrica con soja, y cuya producción aumentó un 539 por ciento en tan solo dos años, de 2007 a 2009, cuando pasó de 180 mil toneladas a 1,15 millones, respectivamente, según un informe del INTA  de 2012. En el mismo documento se estimaba que dicha progresión se mantendría durante 2010, cuando la producción se ubicaría en torno a los 2,5 millones de toneladas, lo que implicaría un crecimiento anual del 117 por ciento.

¿Qué otros destinos podría tener la glicerina que surgiera en esta industria? Al equipo del Sector de Adhesivos y Selladores del Centro del INTI-Caucho en Buenos Aires, coordinado por Omar Ferré, se le ocurrió combinarla con harina de mandioca, un tubérculo que se cultiva en la región norte del país, en busca de un bioadhesivo muy particular, ya que ha sido específicamente desarrollado para pegar papel sobre vidrio. Es decir, que está destinado a todo tipo de industrias que comercialicen productos envasados en dicho material, como por ejemplo la vitivinícola.

Omar Ferré, coordinador del equipo del Departamento del Caucho del INTI en Buenos Aires.

“Es el producto más novedoso que hemos desarrollado, lo presentamos en 2013 en Inglaterra”, comenta Ferré y destaca que “inicialmente pensamos en productores muy pequeños del norte, que tienen una economía casi de subsistencia, que cultivan la mandioca, la consumen y si tienen algún excedente lo venden en el mercado como alimento. Entonces, les propusimos agregarle valor a ese excedente”.

El resultado: un producto de bajo costo que puede ser preparado en cada industria (ya que este debe ser usado en el mismo momento, pues no puede ser almacenado por mucho tiempo), usando las mismas máquinas que se usan en la actualidad con adhesivos sintéticos.

Además del costo, otra de las ventajas que presenta este producto es que puede ser removido con agua a temperatura ambiente (a diferencia de los adhesivos sintéticos que se usan en la actualidad, que necesitan ser retirados con agua caliente) y sin necesidad de usar detergentes o jabones contaminantes. Del mismo modo, como el papel se desprende prácticamente solo del vidrio, tampoco es necesario que el personal le dedique muchas horas de trabajo a esta tarea, al momento de higienizar los envases para reutilizarlos.

Glicerina, Hidróxido de Sodio y almidón de Mandioca conforman el pegamento biodegradable desarrollado por el INTI que
al superar el exigente «test del balde», lo convierten en un producto ideal para la industria vitivinícola.

Ahora bien, una de los destinatarias de este adhesivo es la industria vitivinícola. El problema es que los bodegueros necesitan que sus productos, sobre todo los de alta gama, superen el denominado “test del balde”, que consiste sencillamente en mantener una botella sumergida en agua durante una hora sin que se le salga su identificación. Los investigadores del INTI pensaron en una solución para este requerimiento y lograron que este bioadhesivo supere la prueba del balde y luego de una hora y media de estar sumergido, entonces sí, el papel se remueve sin mayores esfuerzos, con agua natural.

“Es biodegradable, es muchísimo más barato que los sintéticos, su fabricación es muy simple, se puede hacer con muy poco equipamiento y se requiere muy poca experiencia técnica para elaborarlo… Este producto ya debería estar en el mercado”, concluye Ferré.