Fabio Grigorjev fue el empleado número uno de la filial que Motorola instaló en Córdoba en el año 2001. Desarrollador tecnológico desde hace más de dos décadas y fundador de dos firmas de software, habló con TSS sobre los desafíos de uno de los pocos sectores dinámicos de la economía argentina y el impacto que tendrá la inteligencia artificial en nuestras vidas.
Agencia TSS – Fabio Grigorjev fue el empleado con el legajo número uno en la filial de la estadounidense Motorola que se instaló en Córdoba en el año 2001. Desarrollador tecnológico desde hace más de dos décadas, es el fundador y copropietario de dos firmas dedicadas al desarrollo de software: Taller Technologies y AdaptiO. La primera nació en el año 2009 y cuenta con cerca de 50 empleados y oficinas en Lima (Perú), San Francisco (Estados Unidos) y Sofía (Bulgaria), además de la sede central cordobesa. La segunda es más nueva y está conformada por cinco jóvenes que funcionan en un esquema de sociedad.
En una extensa charla con TSS, Grigorjev no sólo habló sobre sus empresas, el negocio del software local y la tecnología, sino que también expuso su perspectiva sobre algunas cuestiones centrales del mundo del futuro y el trabajo en una sociedad cada vez más moldeada por la hiperconectividad y el arribo de la inteligencia artificial.
Adaptación constante
Tras su paso por Motorola, en el recorrido de Grigorjev hubo varios emprendimientos y trabajos antes de Taller y AdaptiO. Entre ellos, la representación local de Bluetooth, un consorcio de varias empresas, incluida Motorola. “Salir de Marqués de Sobremonte [barrio de la Ciudad de Córdoba], a Boston y a Harvard fue un salto muy grande, pero empecé a ver que éramos de clase mundial y podíamos hacer software desde la Argentina”, dice.
Para Grigorjev, fue fundamental la llegada de Motorola para que Córdoba lograra ser uno de los polos informáticos del país. “Al igual que lo fue la Fábrica Militar de Aviones para la industria automotriz”, dice. Y agrega: “La etapa pre Motorola era muy artesanal, con muchísimo esfuerzo y hasta héroes, reconociendo cosas que se hicieron en Córdoba, incluso fantásticas”, pero aclara que con la firma estadounidense se comenzó con el desarrollo profesional de software y a trabajar en forma mancomunada entre procesos, herramientas y personas para lograr productos de calidad internacional.
El desarrollo de la industria informática cordobesa se disparó desde principios de siglo y hoy el sector es uno de los principales exportadores y generadores de puestos de trabajo de calidad de la provincia. Además de otras ventajas que señala Grigorjev, como el hecho de no contaminar. El crecimiento ha sido tan intenso que en el presente tiene un déficit de aproximadamente 3.800 profesionales sólo en la provincia de Córdoba. “En un tiempo en donde a la gente le cuesta encontrar trabajo, a la industria le cuesta encontrar trabajadores”, enfatiza.
Estos logros tienen un camino por detrás. Córdoba fue la primer provincia del país que en 2004 declaró como industria al software. A fines de ese mismo año se sancionó, a nivel nacional, la Ley N° 25.922, de Promoción de la Industria del Software, cuyos resultados fueron muy positivos. “Yo he hecho empresas en otros lugares del mundo, como Perú. Cuando tenés la herramienta [la Ley del Software] no sé si se la aprecia tanto, pero cuando falta se nota. Sin tener una ley a la industria le falta una pata”, sostiene. El empresario cordobés señala, como indicador de la relevancia que este sector ha tomado en su provincia, el hecho de que el actual secretario de Industria de la gobernación, Pablo De Chiara, viene de la industria informática. De Chiara fue presidente del Cluster Tecnológico Córdoba hasta 2013.
“No va a ser sostenible durante mucho tiempo un país vendiendo materia prima, vendiendo granos sin procesar”, enfatiza Grigorjev, para quien hoy debemos tener presente que Córdoba no es sólo producción sojera o metalmecánica, sino también software.
Leones y odontólogos
“No basta con generar valor, tenemos que apropiarnos de parte de ese valor”, lanza Grigorjev en la conversación para cortar con la complacencia de los logros alcanzados hasta ahora. “Se genera software de altísima calidad [en la Argentina] pero solo queda el dinero. El conocimiento se lo llevan las empresas grandes, y se llevan también a la gente”, explica.
Uno de los problemas de producir software a pedido de terceros (software factory) es que el producto final, con todos los conocimientos, patentes y el potencial de comercialización que conlleva se lo apropia quien encargó el trabajo, no quien lo hizo. Esto afecta, incluso, la dinámica interna de los ecosistemas emprendedores de la Argentina, donde conviven pymes tecnológicas, mayoritariamente de capital local, con grandes multinacionales extranjeras. Si bien estas últimas pueden ser un factor dinamizador de la base productiva local, también generan efectos adversos y cuantiosos riesgos. “La empresa chica o mediana está nadando con tiburones. A veces yo me siento el odontólogo de un león que cuando quiere cierra la boca y me come, pero mientras tanto tengo que atenderlo”, dice.
Un caso concreto es la disputa por el escaso personal especializado para esta industria. En los países más desarrollados, cuando una compañía grande detecta en una empresa más pequeña capacidades que desea incorporar, normalmente negocia su adquisición y la suma a su estructura. En la Argentina, lo más frecuente es que tiente a su personal para que se vaya a trabajar con ellos vaciando el principal capital de una empresa tecnológica, su gente.
Hay otro riesgo añadido, “así como las multinacionales se expanden, a veces se van y desaparecen”, comenta Grigorjev, quien para graficarlo hace un gesto señalando con ambas manos el amplio salón lleno de boxes y oficinas en donde se realiza la entrevista. Ese sitio, que ahora es un espacio de coworking para start ups en la periferia de Córdoba, supo ser la sucursal local de Hewlett-Packard, que empleaba a cerca de 700 empleados hasta que en el año 2015 la compañía inició su retiro de la Argentina.
Capturar valor
Taller Technologies es una empresa de desarrollo de software bajo demanda. Además de la exportación de sus servicios, ha tenido entre sus clientes locales a INVAP y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
AdaptiO se especializa en productos de Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés, de Internet of Things) y su combinación con inteligencia artificial, pero no realiza desarrollos para terceros sino productos propios, con foco en la infraestructura de ciudades e industrias inteligentes. Actualmente, tiene dos productos “estrella”: Ilight, un sistema de control remoto de luminaria pública para ciudades basado en sensores integrados a una plataforma de inteligencia artificial –que ayuda simultáneamente a incrementar la eficiencia en el consumo eléctrico y en la provisión del servicio de iluminación–; e Igas, que utiliza sensores, equipos de comunicación e inteligencia artificial para optimizar la distribución de gas propano a los usuarios con tanques domiciliarios, comerciales o industriales. En el futuro, AdaptiO trabajará con Webee, otra empresa cordobesa que dispone de plataformas IoT y con cuya sinergia pretenden potenciarse mutuamente.
Según Grigorjev, “IoT, blockchain, inteligencia artificial y big data empiezan a trabajar juntos y en la nube”. Y considera que la IoT proveerá la gran cantidad de datos que necesita big data y la inteligencia artificial para entender patrones y tendencias, mientras que blockchain aportará un entorno seguro.
“El mundo del futuro estará mucho más conectado, pero será más ecológico, también. En donde todo se administre mejor con la ayuda de máquinas”, se entusiasma el fundador de AdaptiO. Y ejemplifica las razones de su optimismo en las funcionalidades de los dos productos principales de su nueva empresa. Con el sistema de telemetría y predicción de consumo de gas instalado en los tanques que utilizan Igas se consiguen ahorrar entre dos y tres viajes de reaprovisionamiento por año por usuario. Uno de los clientes de AdaptiO, una empresa que cuenta con 100.000 de esos tanques en el país, puede ahorrarse 200.000 viajes cada 12 meses, mejorando, simultáneamente, la satisfacción de sus clientes al asegurar el reaprovisionamiento de gas antes de que se acabe.
En el caso de Ilight la telegestión de luminaria urbana evita “toneladas de dióxido de carbono emitidos y ni hablar de los millones de pesos ahorrados por año”, dice Grigorjev, al disminuir el consumo del sistema de alumbrado público administrando en forma inteligente su funcionamiento.
Con un enfoque similar, en otro emprendimiento de Grigorjev, se está desarrollando un sistema de inteligencia artificial aunado a visión de computadora para fumigación de precisión para agricultura. Según los datos que maneja el empresario, un 20% de las malezas que se tratan con el herbicida glifosato se están volviendo resistentes a él. Con el sistema que se está probando la máquina mapea el terreno y por la diferencia de coloración de las plantas y el suelo puede distinguir los sitios donde se precisa fumigar y donde no, y el producto a emplear en cada caso. De funcionar correctamente, el resultado sería una disminución en el uso de herbicidas, reduciendo el costo para el productor y el impacto negativo para el medio ambiente.
Ecología y economía
Dos de las contribuciones en las que Grigorjev ve un mayor potencial positivo de los “cuatro fantásticos” es en lo referente a la eficiencia ecológica y económica de los dispositivos que se vayan dotando de estas tecnologías. “Con el auge de la energía solar vamos a estar generando mucho caudal al medio día que, paradójicamente, es cuando menos se consume –ejemplifica el responsable de Taller Technologies–. Tenemos que desarrollar la forma de almacenar energía y ahí viene una combinación de IoT y baterías inteligentes que empiezan a conversar con otras cosas, como la red eléctrica, e incluso a negociar precios. No es lo mismo consumir cuando tengo un pico de generación y menos demanda, cuando el kilowatt/hora (Kw/h) debería salir mucho más barato por un juego de oferta y demanda simple”.
En AdaptiO están explorando el concepto de Building Energy Managment System (BEMS) que permitiría, integrando aplicaciones de IoT con aprendizaje reforzado de computadoras, detectar patrones de consumo en los sistemas energéticos de un edificio y buscar su optimización. Grigorjev menciona el caso de un hotel que “podría, por ejemplo, lavar la ropa cuando haya un pico de generación y un valle de consumo. Eso podría tener un doble impacto, económico y ecológico. El KW/H estaría más barato y se aprovecharía mejor la generación”.
¿Y el trabajo humano?
La incorporación de nuevas tecnologías mediadas por inteligencia artificial presenta un desafío enorme para la preservación del trabajo humano. Pero en esto, como en otras cosas, Grigorjev tiene una perspectiva muy optimista, aunque reconoce que “gente extremadamente inteligente” es bastante pesimista.
Grigorjev destaca que, para llevar a cabo una mejora radical de los procesos productivos. “esa responsabilidad no se la podemos dejar solamente a un ser humano, alguien que esté operando la máquina, porque no tiene toda la información para tomar la decisión. Esa información la tienen los dispositivos interconectados a través de IoT y una inteligencia artificial que los esté administrando”. Y agrega: “En un principio, las máquinas van a estar sugiriendo patrones y, en una segunda etapa, estoy seguro, van a estar tomado decisiones por nosotros, cuando los seres humanos nos acostumbremos a que las recomendaciones de las máquinas resultan acertadas. Al principio vamos a estar un poco temerosos pero con el tiempo lo vamos a aceptar”.
En un futuro, el empresario vaticina “una etapa en que los seres humanos no tengan que vivir para mover palanquitas o apretar botones y puedan hacer otra cosas. Los seres humanos invertimos muchísimo tiempo en la administración de recursos de cualquier tipo y creo que las máquinas tienden a ser mucho más eficientes que nosotros en eso”.
¿Y cuáles serían esas otras cosas a las que podríamos dedicarnos los humanos en un mundo donde las máquinas lleguen a hacer la mayor parte del trabajo? “El trabajo está sobreestimado en la vida de las personas, sobre todo el trabajo industrial”, afirma Grigorjev. “El trabajo como lo concebimos ahora, ocho horas trabajando, ocho horas durmiendo y ocho horas‘viviendo’, es algo que tiene relativamente poco tiempo en la humanidad, apenas 200 años. Creo que eso va a cambiar rápidamente en el sentido de que no va a hacer falta trabajar ocho horas. El ser humano tiene una oportunidad histórica de realizarse y pasar a un estado muy diferente, apreciando mucho más las artes, la ciencia, la filosofía y el ocio como generador de humanidad”, agrega.
“Hoy vivimos el ocio con culpa, porque es un precepto también de la revolución industrial, en donde somos un engranaje de todo un gran sistema y esos engranajes empiezan a reemplazarse. Y como estamos acostumbrados a que en una máquina los engranajes que se reemplazan los tiramos, por eso estamos preocupados. Pero está en nosotros reinventarnos”, enfatiza.
“Los que nacimos a principios de los setenta vamos a vivir en los próximos cinco años tantos cambios tecnológicos como los vividos en toda nuestra vida pasada”, pronostica Grigorjev.
11 oct 2018
Temas: Big Data, Córdoba, Inteligencia Artificial, Internet de las cosas, IoT, Sensores, Software, TICs