Una investigación paleogenómica liderada por un biólogo argentino del Instituto Pasteur, en Francia, aporta evidencia sobre que la lepra se hallaba en América mucho antes de la colonización europea, de manera contraria a lo que se creía. A partir de la extracción de ADN de restos humanos antiguos encontraron indicios sobre cómo se dispersó la enfermedad a lo largo del continente.
Agencia TSS – El biólogo argentino Nicolás Rascovan, director de la Unidad de Paleogenómica Microbiana en el Instituto Pasteur, en París, Francia, utiliza técnicas de ADN antiguo para estudiar cómo las enfermedades infecciosas emergieron, se dispersaron y evolucionaron a lo largo de la historia humana. Un grupo liderado por Rascovan encontró evidencia genética de que Mycobacterium lepromatosis, una de las bacterias que causa la lepra -y que fue descubierta recién en 2008-, ya estaba presente en América mucho antes de la llegada de los europeos. “Analizamos casi 800 muestras, entre restos antiguos y casos clínicos modernos, y recuperamos ADN de esta bacteria en individuos precolombinos de Canadá y Argentina. Eso nos permite decir que era una enfermedad endémica del continente, con varios linajes en circulación desde hace más de mil años. También descubrimos que la mayoría de los casos actuales están en México y el sur de Estados Unidos, y que probablemente una de estas cepas fue llevada a Europa, donde hoy infecta ardillas rojas en Reino Unido e Irlanda”, le dijo Rascovan a TSS.
M. lepromatosis es una bacteria distinta a su par M. leprae, una microbacteria que causó estragos en Eurasia y que es la variante que trajeron los europeos a América, donde también causó muchos contagios.
Más allá del dato puntual, el trabajo busca ser un aporte a una discusión más amplia sobre qué enfermedades existían en América antes del contacto con Europa, algo de lo que se sabe bastante poco. “El estudio lo hicimos en conjunto con comunidades indígenas de Canadá y Argentina, que participaron en el diseño y la interpretación de los resultados”, explicó Rascovan.

El trabajo -que implicó el análisis filogenético de 389 muestras antiguas y 408 contemporáneas- es fruto de una colaboración entre alrededor de 50 personas, de diferentes instituciones, nacionalidades y disciplinas. La investigación había arrancado en 2017, a partir del re-análisis de datos disponibilizados de ADN antiguo en publicaciones. “Me puse a buscar ADN de patógenos en sets de datos que ya estaban disponibles públicamente. En la misma noche ocurrió el hallazgo sobre la peste del Neolítico (que se publicó en 2018) y el de esta bacteria (microbacterium lepromatosis) en una muestra de Canadá de hace entre 1000 y 2000 años”, dijo Rascovan. Este segundo descubrimiento implicaba saber que esta bacteria de la lepra ya estaba en América hace miles de años y ese fue el punto de partida de la investigación.
La investigación sobre ADN antiguo implica extraer material genético de restos humanos arqueológicos, a partir de huesos y, especialmente, de dientes. En esos restos, además puede haber ADN también de patógenos, si la persona, por ejemplo, estaba infectada con uno antes de morir.
En la investigación participaron comunidades indígenas, tanto de Canadá como de la Argentina, a las cuales se les pidió consentimiento para hacer el estudio y se las mantuvo informadas a lo largo del proyecto. Inclusive, una integrante de una de las comunidades de Canadá es coautora del paper.

¿Enfermedad endémica?
En 2020, Rascovan le propuso a María Lopopolo, estudiante de doctorado en su laboratorio en el Instituto Pasteur de París, estudiar como proyecto el hallazgo de la M. lepromatosis hace 1300 años. “La idea era indagar sobre cuál era la diversidad de este patógeno en América en el pasado y también hoy en día, entonces empezamos a analizar muestras arqueológicas pero también de pacientes actuales. Ella se puso a analizar datos publicados, como había hecho yo antes. Y también nos pusimos en contacto con Charlotte Avanzi, otra de las primeras autoras del proyecto, que venía haciendo screenings de biopsias de pacientes que tenían signos de lepra”, recuerda el investigador.
Si bien no había indicios de que pudiera haber lepra en América antes de la llegada de los europeos, casi todos los casos de la bacteria, M. lepromatosis reportados habían sido de América, con lo cual había sospechas de que quizás era una enfermedad endémica del continente. “Ahí está el gran poder del ADN antiguo: te puede demostrar que algo estaba en un lugar en un momento particular”, dijo Rascovan.
“El ancestro común de las dos lepras lo estimamos entre 700.000 años y 2 millones de años. Eso explica que hubo una diversificación en algún continente, uno se inclina a pensar en Asia o África. Es mucho tiempo antes que el homo sapiens estuviera como especie, entonces podía estar también en algún animal. Hoy los datos que tenemos no permiten discernir un escenario preciso”, explicó Rascovan.

En América, las muestras encontradas y analizadas en el norte y el sur del continente son de dos linajes distintos (encontraron otros tres más), que se dividieron hace alrededor de unos 2000 años según estiman los investigadores. “Es una dispersión que ocurrió en algunos siglos, bastante rápida para unos 10.000 kilómetros de distancia. Puede haber sido por humanos, lo cual explicaría una red de contactos bastante intrincada a lo largo de todo el continente. La otra posibilidad es que haya sido a través de animales. Ya sea un escenario zoonótico o antrópico, nos invita a pensar y a querer seguir investigando para ver como se dispersó a lo largo de todo el continente en solo unos siglos”, dijo el investigador.
En la Argentina, la comunidad mapuche-tehuelche Traun Kutral, en Las Grutas, Río Negro, colaboró con la investigación con el aporte de material genético de sus enterratorios. “Consideramos que es necesario que se nos consulte en nuestros territorios y espacios sagrados, donde están los cuerpos de nuestros ancestros, y que seamos parte de esa ciencia y no prisioneros de ella”, dijo Fernando Ledesma, representante de Traun Kutral.
En 2020, Rascovan, que ya residía en Francia, ganó el concurso para un puesto de investigador en el Instituto Pasteur en París y tuvo la posibilidad de armar su propio laboratorio. Las investigaciones sobre ADN antiguo no solo buscan trazar la historia de ciertas enfermedades, sino también aportar nueva información para entender mejor la epidemiología y las efermedades infecciosas actuales. Otro de los objetivos es estudiar la historia de los pueblos originarios de América y más particularmente del Cono Sur y de la Argentina, como parte de una red de investigación paleogenómica entre Argentina y Chile.
Esto le permite al investigador estar muy al tanto de la situación que atraviesa la ciencia local a raíz del desfinanciamiento del área por parte del Gobierno. “La situación es devastadora. A nivel de país, al destruir de manera sistemática el sistema de ciencia y tecnología, están generando un impacto que va a durar décadas o mucho más y la imposibilidad de que no se pueda recuperar lo perdido en mucho tiempo. Genera mucha impotencia ver gente que la está pasando muy mal y muchas de esas personas son amigos, colegas, un sistema científico que me formó y al que gracias a él estoy donde estoy, gracias a la educación pública gratuita que recibí en Argentina. Ver este nivel de destrucción me genera una angustia muy profunda”, finalizó.
22 ago 2025
Temas: ADN antiguo, Biología, Enfermedades, Genómica, Lepra, Paleogenómica




