Energía: Eficiencia para gastar menos

Durante un encuentro en la Facultad de Ingeniería de la UBA se debatió sobre el consumo de energía en la Argentina, donde el sector residencial es el segundo más demandante después del transporte. También se discutió sobre el impacto de la normativa que cataloga la eficiencia energética en electrodomésticos e inmuebles.

Por Matías Alonso  
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Agencia TSS — Los problema de generación y abastecimiento de energía han sido una constante en la Argentina durante décadas y, especialmente, en épocas de crecimiento de la actividad económica. En el encuentro Eficiencia Energética, realizado en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA) en el marco de las actividades desarrolladas por los Programas Interdisciplinarios de la UBA sobre Energías Sustentables (PIUBAES) y Desarrollo (PIUBAD), se debatió sobre el consumo de energía en la Argentina y la normativa sobre electrodomésticos e inmuebles, para catalogar su consumo energético y promover el uso de artefactos y construcciones más eficientes.

Carlos Tanides, investigador del Grupo Energía y Ambiente (GEA) de la FIUBA, explicó que, en los últimos 20 años, tanto Estados Unidos como Europa se mantuvieron estables en la cantidad de energía consumida, aún con un aumento del 30% en su PBI. En tanto, China e India apenas tuvieron aumentos de la demanda de energía con subas de su PBI cercanas al 50%. Tanides mostró que, en la Argentina, que también tuvo un consumo estable pese al aumento de su PBI hasta 2011, el sector residencial es el segundo consumidor de energía, luego del transporte y antes que la industria. También destacó que la energía que se usa para climatizar viviendas en nuestro país es más que lo producido por la energía nuclear y la hidroeléctrica juntas.

Consultado por TSS sobre si el aumento de las tarifas de servicios públicos había contribuido a bajar los consumos, como había planteado el Gobierno, Tanides contestó: “La demanda de energía es inelástica con respecto a las tarifas, son procesos más largos. Hay industrias que tienen mucho uso de energía que están haciendo inversiones para mejorar su eficiencia o hacer cogeneración, pero las tasas de financiación están muy altas y estamos en un momento muy inestable de la macroeconomía que complica todo”.

La etiqueta de eficiencia energética que comenzó a utilizarse en algunos productos en 1999.

Actualmente, el etiquetado de eficiencia es obligatorio en heladeras, lámparas, lavarropas, acondicionadores de aire, cocinas, termotánques y calefactores de convección, entre otros artefactos, mientras que en algunos es voluntario. La escala de valoración va desde la letra G (la menos eficiente) a A+++.

Durante el encuentro, Pablo Paisan, gerente de División de Normalización del IRAM, organismo que diseñó la norma de la etiqueta de eficiencia energética, que comenzó a utilizarse en algunos productos en 1999 y que este año tendrá algunas revisiones, explicó que en heladeras “en 2005 el promedio de eficiencia de los productos era de la categoría E, mientras que para el año 2010 pasó a B. Esta mejora se debió, en parte, a que mucha gente comenzó a tener en cuenta el consumo de los productos que compraba y podía controlarlo de una forma fácil gracias a la etiqueta. Con estas categorías se establece un mínimo de eficiencia necesario para que un producto pueda ser vendido en el país. Por ejemplo, desde el año 2013, se estableció que no podrían venderse lavarropas de eficiencia menor a B.

Franco Almada, responsable de Normalización y Certificación del fabricante Alladio, habló sobre el potencial impacto en el consumo entre un equipo clase A y uno A+++. “Si se reemplazara el casi millón de lavarropas que hay en la Ciudad de Buenos Aires implicaría un ahorro de 857 millones de pesos anuales y el equivalente a la energía producida por la central nuclear de Embalse en 20 días”, sostuvo.

El encuentro Eficiencia Energética fue realizado en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), en el marco de las actividades desarrolladas por los Programas Interdisciplinarios de la UBA sobre Energías Sustentables (PIUBAES) y Desarrollo (PIUBAD).

Almada también mostró las implicancias de la conectividad a Internet de estos dispositivos. En los nuevos lavarropas con WiFi que vende Alladio, la empresa tiene acceso a la información sobre su uso y afirmó que la usan para mejorar los programas de lavado y conocer las costumbres de los usuarios. Señalando un mapa, dijo: “Ahora hay 5433 lavarropas conectados en todo el país. Si seleccionamos, por ejemplo, uno que está en Pilar, podemos ver qué programa usa, en qué horario y cuántos kilos de ropa está cargando, entre otros datos”.

Durante el encuentro también expuso la arquitecta y docente investigadora de la UBA Gabriela Casabianca, quien se refirió al programa de etiquetado de eficiencia en edificios, que se está poniendo a prueba en algunas ciudades. “Una casa bioclimática tiene un consumo de energía de una sexta parte de lo que consume una casa tradicional”, afirmó Casabianca. «Se esta trabajando para que la etiqueta pueda ser transferible y entregada junto con la escritura de las nuevas casas a construir. El certificado contempla la energía que se usa en climatización, en agua caliente sanitaria, en iluminación y si se hacen aportes de energía a través de energías renovables, como paneles solares en los techos. El etiquetado se está implementando en la ciudad de Rosario y hay pruebas piloto en Buenos Aires, San Miguel de Tucumán, Salta y Bariloche”, agregó.

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