Estudiantes de ingeniería de la UTN San Rafael, en Mendoza, diseñaron y fabricaron un ventilador pulmonar de muy bajo costo, sencillo de utilizar y de replicar. El desarrollo, que fue premiado en el Concurso INNOVAR, nació en el contexto de emergencia por la COVID-19 pero puede ser usado para otras necesidades.
Agencia TSS – Poco antes de que comience la pandemia, en la Facultad Regional San Rafael de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN-FRSR), en Mendoza, se había creado un laboratorio para que los estudiantes de ingeniería pudieran poner en práctica lo que aprendían en las clases teóricas. “Es un taller donde se materializan las ideas”, dice a TSS el profesor Cristian González. Pero no se materializan de cualquier manera, sino que la premisa es construir con los recursos que estén al alcance: los materiales más económicos y que permiten un diseño optimizado pero sencillo de reproducir.
Recién empezaban a poner a punto el laboratorio cuando llegó la pandemia. El contexto de emergencia sanitaria y escasez de recursos fue ideal para poner en práctica el concepto de fabricar insumos con lo que se tiene a mano. Así fue que estudiantes y profesores de diversas ingenierías de la UTN San Rafael decidieron diseñar y fabricar un ventilador pulmonar sencillo y de bajo costo, y llevaron la idea al flamante Laboratorio de Innovación, Ingeniería y Diseño (LaIn²Di) para materializarla. El proyecto consistió, básicamente, en automatizar un AMBU, es decir, un ventilador manual que suele utilizarse para terapia ambulatoria de emergencia.
“Lo que hacemos acá es identificar una necesidad y encarar un proyecto. Vemos qué es lo que hay disponible y con eso nos tenemos que arreglar. Para nosotros, la innovación tiene que ver con poner el desarrollo al alcance de quien lo necesite. Y nuestro objetivo como docentes es que este concepto, esta forma de hacer las cosas, les genere a los chicos un click mental donde vean que hasta a las cosas que en un principio parecían imposibles de hacer, por falta de infraestructura, equipos o materiales, se les puede buscar la vuelta con los recursos que tenemos”, explica González.
Esquema de componentes de AUREHOLA!
Lo primero que hicieron fue observar los proyectos de ventiladores que fueron apareciendo desde diversos sectores, ya que era insumos muy requeridos para pacientes con formas graves de COVID-19 y empezaban a escasear. “Veíamos que muchos tenían cosas que no eran prácticas. Por ejemplo, había algunos que usaban materiales inoxidables costosos para las carcasas. Otros usaban motores grandes a los que se escuchaba forzados. Así que fuimos tomando nota de todas las cuestiones que queríamos evitar porque implicaban más tiempo, dinero y complicaciones mecánicas. Vale decir que no teníamos presupuesto y estuvimos ‘molestando’ a todo el mundo para poder conseguir los materiales”, cuenta el docente.
Otro objetivo del proyecto era diseñar algo que no planteara muchas dificultades a la hora de armarlo para que fuese factible de fabricarse por alumnos de escuelas técnicas. De esta manera, luego de probar diversos materiales llegaron a un diseño simple de replicar. Los materiales utilizados fueron policarbonato para la carcasa, piezas (caños) de PVC para la palanca y otros elementos internos y un AMBU común, de los que se consiguen en farmacias. Los desarrolladores bautizaron al ventilador con el nombre de AUREHOLA!
“‘Áureo’ hace referencia a la forma áurea, que es como un caracolito y es una de las más eficientes estructuralmente. Y ‘hola’ viene del saludo, quisimos imprimirle algo positivo en el contexto negativo que estábamos viviendo”, dice González. “En ese momento, cotizamos los valores de todos los materiales y el costo fue de unos 10 mil pesos, hoy quizás sería el doble pero sigue siendo muy económico comparado con otros. Me acuerdo que en esos días había salido la noticia de una persona que había hecho el ventilador más económico del país y costaba 30.000 pesos. Después hay otros que no bajan de 100.000 pesos”, indica.
Más allá de la simpleza en el diseño, el ventilador AUREHOLA incluye algunos elementos tecnológicos que permiten configurar con precisión determinados parámetros respiratorios como la frecuencia, la presión pulmonar máxima y mínima, y el volumen de aire inspirado-espirado. También permite el monitoreo de dichas variables desde una computadora que puede estar en otra sala, evitando que los terapistas tengan que ingresar permanentemente a la habitación con el riesgo de contagio que esto conlleva.
En dos meses de trabajo, los investigadores lograron obtener el prototipo definitivo. Contaron también con la participación de médicos que aportaron sus conocimientos para ajustar los parámetros de presión y volumen. La principal dificultad que tuvieron que sortear fue la falta de presupuesto pero fueron consiguiendo recursos a partir de donaciones y descuentos de proveedores conocidos. También reciclaron elementos que tenían en sus casas.
“El prototipo funcional está terminado. Sin embargo, no pudimos implementarlo en un centro de salud porque tiene que haber una aprobación de un organismo regulatorio para que el médico se anime a usarlo sin problemas. Intentamos pasar esa etapa al presentarlo a un concurso nacional que buscaba proyectos para aportar soluciones en contexto de emergencia pero no fuimos seleccionados. Participaron muchas empresas, que tienen otra infraestructura y otros recursos, y justamente el fuerte de nuestro diseño era hacer algo bien simple”, cuenta González. “Luego la pandemia cambió de dirección y los ventiladores ya no se necesitaban con tanta urgencia”.
De todos modos, el proyecto tuvo mejor suerte en otro certamen: la semana pasada AUREHOLA fue uno de los ganadores en la categoría de Proyectos Universitarios y Terciarios del Concurso Nacional de Innovaciones, INNOVAR. “Fue una grata sorpresa y nos motiva a seguir trabajando en otros proyectos similares, ya que el concepto que usamos para fabricar el ventilador se puede traspolar a otros desarrollos”, señala el profesor. Como ejemplos, cuenta que están trabajando en una máscara para uso en talleres metalúrgicos y de pintura, que filtra las partículas nocivas que se respiran en esos ambientes y optimiza las existentes. También están diseñando una plataforma de dron que posea autonomía y capacidad de carga, siempre usando componentes económicos y disponibles.
En cuanto al ventilador pulmonar, González explica que si bien ya pasó la mayor emergencia por COVID-19, sería bueno que el desarrollo llegue a producirse algún día, ya que es práctico para diversas necesidades, tanto en hospitales como en ambulancias. “Lo que vamos a hacer es dejarlo disponible por si vuelve a haber urgencia o si hay personas interesadas en fabricarlo. Mientras, seguimos con otros proyectos pero si aparece alguien que nos quiera apoyar sería lindo poder retomarlo. Para nosotros, AUREHOLA es el inicio de una historia, un ejemplo de lo que podemos hacer”, finaliza.
14 abr 2022
Temas: Ambu, COVID-19, Ingeniería biomédica, Innovar, Respiradores, UTN San Rafael