Una silla para ponerse de pie

Ingenieros de la UTN en Mendoza desarrollan una silla de ruedas con bipedestación eléctrica y diversos mecanismos de comando, como las señales cerebrales. El objetivo es crear una empresa que fabrique dispositivos de rehabilitación.

Nadia Luna  
__

Agencia TSS – Las personas que deben movilizarse en sillas de ruedas necesitan permanecer en posición vertical con cierta frecuencia. Para esto existen los bipedestadores, que son sillas de ruedas que también brindan la posibilidad de desdoblarse para que la persona pueda ponerse de pie, siempre sujetada a la silla de forma segura. Si bien los bipedestadores son comunes en el mundo desde hace tiempo, todavía no se fabrican en la Argentina y los importados se consiguen en precios que parten desde los 100.000 pesos y pueden llegar hasta los 800.000 pesos.

Un equipo de ingenieros del Instituto Regional de Bioingeniería (IRB) de la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Mendoza (UTN-FRM) trabaja en el desarrollo de una silla de ruedas bipedestadora de fabricación nacional. La idea es que tanto la silla como la función de bipedestación se manejen a través de comandos eléctricos, en vez de manuales. Además, evalúan la posibilidad de asociar diversas tecnologías de control, para que pueda adaptarse a distintos tipos de discapacidad. El objetivo final es crear una empresa de base tecnológica dedicada a proveer dispositivos de rehabilitación económicos e innovadores.

“El manejo de una silla de ruedas eléctrica generalmente se realiza mediante un control manual tipo joystick. El problema surge cuando la tiene que usar una persona que no puede mover los brazos. Por eso, queremos asociar otro tipo de mecanismo para que el usuario pueda mover la silla, por ejemplo, girando la cabeza o a partir de señales que emita su cerebro. Asimismo, en caso de que la persona pueda mover los brazos, pero no tenga precisión en los movimientos, la idea es utilizar una tablet con un software que presente íconos grandes, para que sea más sencillo comandar la silla”, dice a TSS el ingeniero en electrónica Federico Graciá, integrante del equipo del IRB, del que también forman parte otros tres ingenieros y un técnico en electrónica.

«Implementamos un sistema de tijeras paralelas que permite que, aunque la persona cambie de posición, el centro de gravedad se mantenga siempre en la zona de la espalda”, explica Graciá.

El proyecto comenzó a tomar forma hace tres años, cuando presentaron la propuesta a la convocatoria EMPRETECNO del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCYT), cuya finalidad es crear empresas de base tecnológica (EBT).

Así, el equipo obtuvo un subsidio por $ 2,5 millones que le permitió adquirir insumos y bienes de capital para desarrollar la silla bipedestadora (la contraparte es DASUTEN, la obra social de la UTN). El año que viene, cuando finalice el plazo acordado y con el producto ya terminado, se realizará una auditoría para determinar si el proyecto cumplió el objetivo.

“Ahora estamos trabajando en el desarrollo de la bipedestadora, pero la idea es conformar una empresa que se dedique a productos de rehabilitación de todo tipo”, indica Graciá. “Estamos terminando la estructura de dos prototipos, que incluye el asiento, el respaldo, la acción de bipedestación y lo que sería la etapa de potencia de la silla, que tiene que ver con el manejo de los motores y las ruedas”, agrega.

La innovación del primer prototipo radica en la posibilidad de asociarle diversos tipos de control. Una opción es comandar el dispositivo mediante una interfaz cerebro-máquina, que monitorea las señales cerebrales del usuario mediante un mecanismo similar al que se utiliza para realizar un electroencefalograma. Por su parte, la innovación del segundo prototipo tiene que ver con brindar una mayor estabilidad y seguridad a la persona cuando se utiliza la bipedestación.

Los próximos objetivos del equipo son terminar los dos prototipos en desarrollo y armar otra serie de modelos para
probar distintas formas de comando.

“Cuando una persona se para, su centro de gravedad cambia. En el caso de alguien que está en una silla en movimiento, su centro de gravedad se corre hacia adelante y esto hace que pierda un poco de estabilidad. Por eso, implementamos un sistema de tijeras paralelas que permite que, aunque la persona cambie de posición, el centro de gravedad se mantenga siempre en la zona de la espalda”, explica el ingeniero.

Para el armado de los prototipos, los desarrolladores utilizan tecnologías de última generación, como impresora y escáner 3D, equipos de electroencefalografía para analizar las señales del cerebro, software de diseño en 3D y cortadoras láser. Si bien la fabricación se hace en el país, muchos de los componentes —como en el caso de la electrónica— son importados.

Los próximos objetivos del equipo son terminar los dos prototipos en desarrollo y armar otra serie de modelos para probar distintas formas de comando. “Queremos estandarizar los prototipos y también adaptarlos para niños. Además, tenemos que capacitarnos en la creación y el manejo de una empresa, que es algo nuevo para nosotros”, apunta Graciá. Una vez que el desarrollo esté listo, la idea es funcionar como proveedores de obras sociales, más allá de que, si un usuario particular quiere adquirir el producto, también lo podrá hacer.