“No es bueno que el país sea un ensamblador”

El decano de la UTN Regional Buenos Aires, Guillermo Oliveto, habló con TSS de las dificultades del país para revertir el desmantelamiento de los ’90, la escasez de ingenieros y la política energética.

Nadia Luna  
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Agencia TSS – La década del ’90 sigue estando presente en muchos ámbitos del desarrollo nacional. El deterioro de la enseñanza media. El déficit en la balanza comercial energética. La dependencia tecnológica en áreas como la electrónica o la aeronáutica. La escasez de ingenieros. “Estamos en condiciones de fabricar vagones, pero nos ponemos contentos porque los importamos de China”, grafica el ingeniero industrial Guillermo Oliveto, decano de la Facultad Regional Buenos Aires de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN-FRBA).  En una charla con TSS, Oliveto habló sobre la dificultad del país para gestionar estrategias a largo plazo y revertir las consecuencias negativas de la política privatizadora de los ’90.

¿En qué áreas del desarrollo industrial observa dependencia tecnológica?

En electrónica. No hay una fábrica de componentes básicos, los circuitos integrados se importan de China porque ellos lo hacen a medida, por millares y con un costo con el que no podemos competir. Lo que deberíamos hacer, por ejemplo, es programar esos chips y sacar la ventaja del valor agregado. Para eso, necesitamos una definición estratégica del país que queremos. Lo que no es bueno es que el país sea un ensamblador. Nosotros tenemos que generar valor agregado genuino, a partir de la programación y desarrollos asociados.

Según Oliveto, Argentina tiene que generar valor agregado genuino, a partir de la programación y desarrollos asociados
(Foto gentileza Prensa UTN).

Por otro lado, creo que en biotecnología tenemos muchas capacidades para desarrollar, que nos permitirán ser referentes. Pero eso depende de que los programas aislados que tiene el Estado se configuren en un gran plan, porque hay esfuerzos muy interesantes que hacen entidades como la Secretaría de Políticas Universitarias o el Ministerio de Industria, pero a veces parecen como desencajados entre sí.

¿Cómo se podría revertir esa descoordinación?

Creo que lo que falta es una política general que muestre hacía dónde vamos como país, que nos permita visualizar qué tecnologías son más interesantes para desarrollar. Es muy bueno que la ingeniería esté en la agenda del Estado, pero cuando se dice que formemos más ingenieros, la pregunta que nos hacemos nosotros es: ¿ingenieros de qué?. Esa es una decisión estratégica que va más allá de una universidad. A veces, la incertidumbre que tenemos es si estamos formando profesionales para que aporten al desarrollo industrial de la nación o para que se vayan a otro país.

¿Qué políticas públicas se están implementando para reactivar el desarrollo industrial desmantelado durante la dictadura y la década del ’90?

Una política central que creo está empezando a impulsarse es la recuperación de la escuela técnica. Me parece que ahí está la clave, pero se necesita un plan a largo plazo. Lo que se está haciendo hoy es correcto, darle un incentivo económico a un estudiante para que se gradúe o favorecer a quienes eligen estudiar ingeniería a partir de becas como las del Bicentenario. Pero el desafío que viene para el país es plantearse cómo debería ser la educación primaria y secundaria, y cómo debe prepararse al joven para entrar a la universidad y al mundo del trabajo. Hace unas décadas, un egresado de la escuela técnica tenía trabajo. Hoy, esa persona no está capacitada para trabajar en una empresa, tiene que hacer una tecnicatura o algo más, porque las herramientas no son suficientes. Además, en los ‘90 se rompió la cultura del esfuerzo y esto hizo que a los jóvenes les cueste más mirarse a sí mismos como ingenieros.

Oliveto: «Una política central que creo está empezando a impulsarse es la recuperación de la escuela técnica.
Me parece que ahí está la clave, pero se necesita un plan a largo plazo» (Foto gentileza Prensa UTN).

¿Se ha podido revertir un poco la escasez de ingenieros?

Creo que eso va a llevar tiempo. Nosotros tuvimos un pequeño aumento en la graduación porque algunos estudiantes avanzados volvieron para recibirse. Sin embargo, nuestra matrícula de estudiantes no creció. También, habría que ver qué pasó a nivel nacional, porque con la irrupción de nuevas universidades puede haber crecido la matricula a nivel general. Lo que sí veo es una mayor cantidad de ingenieros queriendo hacer posgrados y doctorados.

También se produce una segunda deserción, la de los estudiantes avanzados que son absorbidos por el mercado laboral. ¿Cómo se puede contrarrestar eso?

Hay especialidades donde la persona trabaja de ingeniero, pero no es ingeniero porque le faltan algunas materias. A la empresa no le interesa que el muchacho se reciba, porque eso no le genera ningún plus. Y lo que le pasa al muchacho es que deja de ser muchacho, llega a los 40, le cuesta retomar y se frustra. Y para el sistema educativo el muchacho nunca existió. Pero nosotros como universidad no podemos exigir a una empresa que haga recibir a un empleado, eso lo podría hacer una cámara, un consejo profesional o el propio Estado. Se podría convocar a las empresas, sobre todo a las pymes, y otorgarles algún incentivo o baja impositiva que esté relacionada con la nómina de ingenieros que tengan.

Otro gran afectado por el desmantelamiento es el sistema ferroviario. ¿Qué se está haciendo en esa dirección?

Nosotros tenemos un grupo de estudio de transporte y tecnología ferroviaria. Además, la Regional Haedo acaba de poner en marcha la carrera de ingeniería ferroviaria y una tecnicatura en material rodante. Pero esto tiene que estar emparentado con una mirada fuerte del Estado sobre el futuro del sistema ferroviario. Lo que se requiere es una decisión política de ir marcha atrás con todo lo que se destruyó en los ‘90.

“Estamos en condiciones de fabricar vagones, pero nos ponemos contentos porque los importamos de China”, señala el ingeniero industrial Guillermo Oliveto.

Sin embargo, se sigue importando…

Lo que pasa es que se perdió una generación. Todos los talleres ferroviarios se desarmaron. Los vagones y locomotoras se vendieron como fierro viejo. Hubo desguace y rapiña en los talleres ferroviarios y recuperar eso lleva tiempo, tiene que haber una decisión política fuerte detrás. El gobierno está llevando adelante algunas cuestiones, pero me parece que debería haber un empuje más fuerte. Hoy, estamos en condiciones de fabricar vagones, pero nos ponemos contentos porque los importamos de China. No sé si es un contrasentido, porque puede ser un estadio intermedio, pero a mí me gustaría que haya un mayor desarrollo, que volvamos a tener nuestras fábricas de locomotoras, nuestras fábricas de aviones. Hace 50 o 60 años, los brasileros venían a la Argentina a aprender cómo se fabricaba un avión y hoy le compramos aviones a Brasil.

Claro, la dependencia tecnológica no solo se da con las grandes potencias sino también con países de la región, como Brasil. ¿Será porque a la Argentina siempre le costó pensar políticas a largo plazo?

Sí, pero no les pasa solo a los políticos. A los argentinos nos cuesta pensar a largo plazo. Cuando lanzamos el desafío de desarrollar un plan estratégico para pensar la facultad en 20 años, pensábamos: ¿cómo podemos saber cómo va a ser un ingeniero dentro de 20 años cuando no sabemos qué modelo de país vamos a tener dentro de 5? Tenemos vaivenes muy pronunciados, los períodos van siendo cada vez más acotados por el propio dinamismo de la sociedad y porque, muchas veces, no podemos definir políticas de Estado. Por ejemplo, en energía, para que gobierne quien gobierne, la energía no se toque. Pero ese tipo de cosas nos cuesta muchísimo.

Guillermo Oliveto, decano de la Facultad Regional Buenos Aires de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN-FRBA).

En materia energética pasa, por ejemplo, que el país tiene un gran potencial para generar energías renovables, pero su aporte a la matriz energética es casi nulo.

Porque es más fácil importar. Mientras haya plata, se importa, porque es una mirada cortoplacista. A mí me alegra que hayan descubierto un yacimiento de petróleo hace unos días. Pero, ¿cuál es la mirada estratégica para ir reemplazando el petróleo como combustible principal? Buena parte de la energía eléctrica se produce quemando combustibles y, en algunos casos, quemando fuel oil, que es el más contaminante. La reconversión en la matriz energética nos cuesta muchísimo porque no estamos pensando a largo plazo. Porque para eso hay que implementar, por ejemplo, un plan estratégico que te dé la posibilidad de tener un termotanque solar en tu casa en 50 cuotas, para reducir el consumo de gas.

También influye el lobby de las petroleras.

Sí, también tenés las presiones de los grupos económicos. Pero también es cierto que ejercen las mismas presiones sobre otros países y esos países están teniendo miradas a largo plazo en cuanto a su matriz energética, como Uruguay, Chile, Brasil. Y no pasa por un determinado gobierno, pasa más bien por cómo somos nosotros. Tenemos una abundancia de recursos tal que nos cuesta pensar en la escasez y eso hace que gastemos.