Jari Arkko es la cabeza del IETF, la organización que define los aspectos técnicos del funcionamiento de Internet, que se reunió en la Argentina por primera vez. Seguridad, privacidad y geopolítica en la Red fueron algunos de los temas de una entrevista con TSS.
Agencia TSS – Jari Arkko nació en Kauniainen, un pequeño pueblo en los bordes de la fría Helsinki, la capital de Finlandia, donde estudió Ciencias de la Computación en la Universidad Politécnica de esa ciudad. Actualmente, es el presidente del Grupo de Trabajo en Ingeniería de Internet (IETF, por sus siglas en inglés) y estuvo en Buenos Aires entre el 3 y el 8 de abril para la edición 95 de las reuniones del IETF, la primera que se llevó a cabo en América Latina.
El IETF es una organización peculiar. Creado hace más de 30 años en Estados Unidos —cuando ARPANET (la red de computadoras creada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos) todavía era la espina dorsal de Internet y faltaba un lustro para la creación de la World Wide Web—, el IETF fue conformándose como una comunidad cada vez más global, que define los estándares de tecnología que sostienen la operación de Internet. Es una organización sin fines de lucro y buena parte de sus integrantes son ingenieros. Se caracteriza por su apertura y pluralidad –salvo en cuestiones de género, un problema extendido en el ámbito de la computación y las telecomunicaciones, en el que dicen estar trabajando– y trata de mantenerse al margen de las disputas políticas en relación con la gobernanza de Internet.
El grupo de ingenieros que trabaja en el IETF es muy diverso, tanto en relación con sus orígenes como por su pertenencia institucional: en sus reuniones –presenciales o virtuales– conviven representantes de gobiernos, profesionales de empresas, investigadores universitarios y activistas. En la IETF95, la Argentina aportó 78 de los 983 asistentes al encuentro y fue el tercer grupo en importancia detrás de Estados Unidos (406) y China (81).
Además de ser el presidente de IETF, Arkko trabaja en el área de investigación del proveedor sueco de tecnología Ericsson. TSS habló con él sobre cómo la seguridad se volvió una de las principales preocupaciones durante los últimos años –sobre todo tras las revelaciones de Edward Snowden, un golpe al ego para los ingenieros del IETF–, sobre la relación con la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN, por sus siglas en inglés) –que actualmente está intentando finalizar un contrato con el gobierno estadounidense– y acerca de lo que considera un objetivo central de la organización que preside: sostener una Internet abierta.
¿Qué significado tiene la reunión del IETF en Buenos Aires?
IETF es una organización que, en sus orígenes, estuvo conformada en su mayoría por gente de Estados Unidos y Europa. Posteriormente, tuvimos un gran crecimiento en Asia y, en los últimos años, también en América Latina y, especialmente, en Sudamérica. Pero no se trata solo de estar en lugares diferentes, queremos saber lo que pasa en países como la Argentina, comprender el impacto que tiene Internet en la sociedad, la industria y el sector académico. Esa foto completa se logra estando en cada lugar y hablando con las personas, para también saber con precisión qué se necesita de nosotros. Son encuentros de una semana, pero nuestra idea es que, a partir de ellos, se consolide la participación de cada país en la IETF.
Usted empezó a participar en el IETF hace 20 años. ¿Cuáles fueron los principales cambios en la organización?
Muchas de las cosas que tenemos hoy ni siquiera podemos recordar cuándo empezaron. Google, YouTube, las redes sociales, nada de eso existía en los 90. El IETF ha tratado de evolucionar para acompañar esos cambios. Nuestro rol es estar en el centro de la tecnología que hace funcionar a Internet. Probablemente no nos movamos tan rápido como las aplicaciones que día a día son desarrolladas, pero trabajamos en la tecnología que hace posible que esas aplicaciones funcionen de la manera esperada y en desafíos como el que plantea la Internet de las cosas. En los últimos tres años han ocurrido cosas en aspectos de seguridad y privacidad que nos han demandado un esfuerzo extra. Si bien son temas que siempre nos preocuparon, en los 90 discutíamos sobre si teníamos que tener cifrado o no en Internet. Algunos creían que no, porque decían que había que poder monitorear a quienes cometen delitos. Por suerte, en ese momento, tomamos la decisión correcta y primó la idea de tener contenido encriptado, que hoy es la base del comercio electrónico y de cualquier cosa que circule por Internet y que requiera un nivel aceptable de privacidad. Pero las revelaciones de Edward Snowden nos exigieron repensar nuestra organización.
¿Qué implicó eso?
No podíamos quedarnos de brazos cruzados. Si bien la tecnología es solo una parte del problema, es nuestra parte. Entonces nos preguntamos qué podíamos hacer al respecto y nos pusimos a trabajar muy fuerte en mejorar la seguridad; modificamos y mejoramos protocolos. Durante el año pasado hemos trabajado en nuevos estándares, en algunos casos casi desde cero. Inclusive en este encuentro hemos estado hablando mucho sobre estas modificaciones y algunas nuevas que se han propuesto, siempre con la idea de mejorar la seguridad de las conexiones y de las transacciones.
Durante los últimos años se han hecho públicas las presiones que diversos gobiernos ejercen sobre compañías tecnológicas. Uno de los casos más recientes fue el conflicto entre la Oficina Federal de Investigación estadounidense (FBI) y Apple. Como cabeza del IETF, ¿ha recibido presiones de este tipo?
Bueno, el caso de Apple es diferente porque estamos hablando de dispositivos. En cambio, nosotros nos focalizamos en las comunicaciones. Pero sí, en algún punto son similares a otros conflictos que hemos visto. La ventaja para nosotros es que somos una organización abierta: cualquiera puede venir y participar. Entonces, hay gente que trabaja en organismos de estado, investigadores de universidades, ingenieros con un perfil técnico que trabajan en empresas o como consultores individuales, proveedores de contenidos, activistas… Todos juntos hacemos una gran mezcla y, a veces, se generan discusiones fuertes, pero sin dudas eso es mejor a que haya un gobierno que decida qué tecnología debería implementarse a nivel global o que fuéramos un grupo de técnicos completamente aislados de las necesidades comerciales o de aspectos regulatorios. Nuestros grupos no reciben una presión de algún sector en particular, estamos completamente abiertos a las discusiones.
¿Cómo se puede saber si alguien está representando una posición personal o corporativa?
Bueno, una de las reglas de IETF es que cada uno participa como individuo, no viene en representación de una entidad. ¿Nuestras opiniones están influenciadas por nuestros empleadores? Sí, todos sabemos que eso pasa. Pero tratamos de que la participación sea individual, sin por eso creer que no existen las influencias. Es un sistema que, hasta ahora, funciona.
¿Cómo lidian con el crecimiento de la organización?
No es fácil porque además la gente que participa cambia. Es importante la división en grupos de trabajo, como el de estándares o el de arquitectura.Yo soy la cabeza del equipo que tiene foco en estándares y define, de acuerdo a las propuestas recibidas dentro de IETF, qué tipo de estandarización hay que llevar a cabo. Otro aspecto que estamos viendo es que sabemos que aumentará la cantidad de gente que participará de las conferencias de la IETF a distancia, en lugar de asistir personalmente. Habrá que ver cómo lidiaremos con eso y quizás tendremos que disponer de interpretación simultánea en las transmisiones, por ejemplo.
¿Qué posición tiene la IETF con respecto a la censura en Internet?
Si bien somos un organismo más bien técnico, en general, todos los que estamos en la IETF creemos en una Internet abierta. No tenemos una posición oficial al respecto, pero nuestra actitud y lo que hacemos reflejan esa creencia de que el valor de Internet está, entre otras cosas, en que todos se puedan conectar.
En este sentido, ¿qué opinan de iniciativas como Internet.org, de Facebook, que brindan un servicio de conectividad restringido, al estilo de lo que se conoce como ‘walled gardens’ o jardines vallados?
Tampoco tenemos una posición oficial con respecto a eso. Pero, si alguien trajera alguna idea en línea con estos walled gardens a la IETF, probablemente lo discutiríamos dentro de la comunidad; es la forma en que solemos hacer las cosas. En mi caso, seguramente diría que no queremos trabajar en eso y que, en su lugar, prefiero tener una Internet global y abierta.
El IETF ha estado trabajando en la propuesta para que el organismo responsable de la asignación de números en Internet (IANA, por sus siglas en inglés) deje de operar bajo un contrato entre ICANN y el gobierno estadounidense, pero es un proceso que viene demorado y ha sido criticado. ¿Cuál es su evaluación?
Sí, venimos trabajando en esto desde hace un buen tiempo. Organizaciones como la nuestra o ICANN han evolucionado a lo largo de su historia. En todos los contratos y mecanismos de supervisión que hemos tenido en todo este tiempo el gobierno estadounidense no ha tenido ningún rol, salvo en la administración de IANA a través de su organismo regulador de telecomunicaciones (NTIA, por sus siglas en inglés). Para nosotros, es más un reconocimiento a lo que ha venido pasando que un cambio significativo en la forma en que se manejan las cosas. Es diferente a lo que sucede en ICANN, que está enfrentando algunos cambios más profundos. Pero esto muy confiado en que estamos en el camino correcto y en que este proceso va a finalizar pronto.
Sin embargo, las críticas hacia ICANN, inclusive de países como Francia, se relacionan con que estos cambios no modificarían el hecho de que Estados Unidos seguiría teniendo control sobre ICANN y que todo este proceso le daría más poder a gigantes como Google y Facebook en la toma de decisiones. ¿Qué opina al respecto?
La primera cosa que debemos tener en cuenta en toda la discusión sobre IANA es que se pone demasiada atención en sus atribuciones, inclusive desde la perspectiva política. Al final del día, IANA no es quien toma las decisiones importantes. De alguna forma, es como si fuera el responsable de llevar la contabilidad de Internet. Por ejemplo, si la IETF crea un nuevo protocolo, se le asigna un número y se guarda en la base de datos de IANA. Pase lo que pase finalmente con IANA, la que está a cargo de las decisiones importantes en Internet es la comunidad de la IETF.
14 abr 2016
Temas: IETF, Informática, Internet, Redes, Seguridad informática, Telecomunicaciones, TIC